Night Train to Milan (1962)

Estamos ante una película "internacional" de la época, una coproducción que he visto en su versión en inglés. Ahora bien, se desarrolla en Italia. Con un actor estadunidense como protagonista principal, Jack Palance.

En un noche de Navidad, como explica la sinopsis, un expreso nocturno, casi vacío, se desplaza desde a Roma a Milán. Lo escasos viajeros no dejan de ser variopintos: una banda aficionada de jazz, un matrimonio al que le gusta viajar en tren (sobre todo al marido), una mujer a la que le gustaría un poco de fiesta, teniendo en cuenta qué noche es, otra mujer que se escapa para reunirse con su amante a Suiza, y el marido de esta última que sube al tren en el último momento para intentar convencerla de que no lo abandone. También viaja un hombre, del que nos enteramos enseguida que ha sido partisano y prisionero de un campo de concentración. Por eso reconoce, como cuenta la sinopsis (no revelo nada, por tanto), a un nazi, que ha sido médico torturador en un campo. Se hace llamar ahora Bauer.

La película (empezando por el guion) intenta combinar todos estos elementos, como en un pequeña comedia humana, y que van de la anécdota a la frivolidad, de los celos al erotismo, e inclusive a los comentarios personales y laborales del jefe de tren y de los revisores.

El asunto principal (por la gravedad), por el hecho de que Bauer (el nazi camuflado) es el protagonista, debería ser el descubrimiento por parte del expartisano de que un criminal de guerra viaja con nombre supuesto en ese tren y de la imperiosa necesidad de desenmascararlo y detenerle. Pero no llega a serlo por esa dispersión de la historia.
Otro asunto es la reacción del resto de los viajeros y de los empleados del ferrocarril cuando el expartisano les comunica que viaja un criminal entre ellos y que hay que retenerlo antes de entregarlo a la policía. Las opiniones son diversas: incluida la de aquellos que consideran que es necesario olvidar, o que son cosas de las guerras, o que ha pasado tiempo para juzgar eso actos.

Más problemático (en cambio) es la actitud de Bauer cuando es descubierto, acorralado, y detenido. Bauer, alega (como casi todos los criminales de guerra) que solo cumplió órdenes. Que los aliados también bombardearon ciudades, etc., etc. Sigue sin reconocer que lo que hizo él (y el régimen nazi), va más allá de los horrores de la guerra, con ser estos muchos. Hablamos de crímenes de lesa humanidad cometidos en gran parte contra civiles por motivos de raza o ideología. La película intenta humanizar al presunto criminal, que reclama su derecho también al olvido, y que no se considera, de ninguna manera, un criminal o tiene dudas o se arrepiente de esos crímenes. Ha rehecho su vida con otro nombre (por algo será), y lleva una vida tranquila, sin sobresaltos de conciencia, digamos.

Bauer no está dispuesto a entregarse (lo cual es indicio de culpabilidad) y hará lo posible por no ser detenido. Es la parte casi de acción de la película, a la vez que se siguen desarrollando las otras historias, aunque han perdido intensidad. Y casi interés para el espectador.
Como Bauer está interpretado por Jack Palance (el protagonista) se introducen en sus actitudes, diálogos, cierta ambigüedad que, en mi consideración, resulta dañina para el film y la credibilidad de la historia. (Pero esto pasa a al apartado de "revelaciones").

Tal como he leído por aquí y por ahí, en efecto se trata de un film ambiguo pues hay que reflexionar bastante, tras su visión, sobre lo que sus creadores han querido mostrar el espectador. Cuál es la moraleja, el mensaje, su opinión frente a los antiguos criminales nazis que escaparon de su destino y ahora viven en el anonimato.
El filme, para comenzar, no acaba de encontrar un tono definido y va dando tumbos en cuanto a los diversos géneros que va tocando según pasan los minutos. Así, se pasa del costumbrismo italiano y cosmopolita, a la intriga, suspense, policíaco y thriller socio-político. Y nunca sin convencer del todo.
Su segunda mitad, por así decirlo, es superior a la primera, pues se entra en materia y ya se centra el relato en el personaje de Jack Palance, que hace una excelente composición.
Pero, repito, la ambigüedad moral no acaba de definirse al no estar muy claro si se pretende decir que los criminales nazis que viven en el anonimato tienen derecho a vivir en paz o deben pagar sus atroces crímenes pasados.
Y es que hay elementos que dicen una y otra cosa, según los acontecimientos, con lo que la perplejidad del espectador está asegurada.
Al final, como la cinta es entretenida y tiene indudable interés pues más o menos gusta, pero te quedas con esa duda que no satisface el resultado final, claro.
Curiosa, sí, muy curiosa, otra cosa es que convenza.

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