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Death Shadows (1986)

Death Shadows
115 min.
6,4
22
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Trailer (JAPONÉS)
Sinopsis
La historia comienza con 3 condenados a muerte a los que se les da la oportunidad de convertirse en mercenarios de la policía a cambio de perdonar sus vidas. Un día, uno de ellos (Yasuke) se reencuentra con su hija después de muchos años y a causa de su debilidad, él y sus 2 compañeros son asesinados, optando ahora la policía por usar a su hija como relevo bajo el mismo trato que tenía él. (FILMAFFINITY)
Género
Acción
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Jittemai (Death Shadows)
Duración
115 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Premios
1987: Japan Academy Awards: Nominada a Mejor actor de reparto.
5
Cazadores en la oscuridad
Si bien fue víctima de una terrible agresión por parte de miembros de extrema derecha tras unos desafortunados comentarios acerca de Yukio Mishima en una entrevista con Shintaro Katsu, Hideo Gosha había visto su vida personal y profesional encauzada debido al éxito que le granjeó esa trilogía literaria de Tomiko Miyao iniciada con "Onimasa".

Después, el drama "Usugesho" hace furor en taquilla y varios festivales, y Shochiku le apadrina y colabora en su siguiente producción, que resulta ser un proyecto soñado desde hace tiempo pero nunca llevado a cabo por su desastrosa situación financiera a finales de los '70. Y lo que tenía pensado convertir en serie a partir de una novela gráfica creada por él mismo se traslada a versión cinematográfica con guión de Motomu Furuta sirviéndose de grandes decorados y un abultado presupuesto...no obstante el material se resiente, claro, por estar concebido para el medio televisivo desde un principio.
El prólogo, lo que sería la primera media hora de metraje, ya nos lo demuestra, presentándonos la tragedia que enfrentan tres condenados a muerte cuya vida es perdonada si sirven de agentes secretos para el Shogun, cuales ninjas, pero con el agravante de ser cortadas sus gargantas para evitar que confiesen; un comienzo prometedor cargado de violencia, acción y envuelto en una imaginería fascinante que será desde luego lo más destacado de la obra. Y es que quizás Gosha nunca se entregó tanto al alarde visual como aquí, aprovechando los decorados artificiales y el uso del color para un ejercicio de estilo de grandes excesos y muy ligado a las formas teatrales.

Si bien recuerda en su estética, trama y tono a la muy anterior "Hunter in the Dark", "Death Shadows" toma caminos mucho más expresivos en la forma, quizás influenciada por éxitos del momento como "Ran" o "La Leyenda de los Ocho Samuráis"; por desgracia la irregularidad narrativa lastra el conjunto. Nada más empezar nos golpea un salto de dos décadas y todo se centra en el agente Yasuke y su reencontrada hija Ocho, a quien tuvo que abandonar años atrás debido a su peligroso trabajo; personajes secundarios con sus propias historias se introducen de por medio y el protagonismo cambia de manos súbitamente.
El gran Tsunehiko Watase encarna al despiadado líder de los agentes secretos y ahora el cargo de su padre se lo ofrece a Ocho a cambio de su vida. Afrontamos así una gran incisión de las muchas que sucederán, con la muchacha viéndose envuelta en conspiraciones del Gobierno y crueles luchas entre señores y clanes, pero siempre desde un segundo plano; no es difícil, en efecto, apreciar el formato televisivo que impera en este guión que tan a la ligera se toma la coherencia narrativa, incluso los diferentes "arcos" estarán divididos por coloridas escenas de danza a modo de intermedios.

Y éstas son interpretadas por una nada inspirada Mariko Ishihara, que más de un dolor de cabeza daría a Gosha, y una Mari Natsuki luciéndose en su papel de villana rastrera y pérfida, los fuertes personajes femeninos principales cuya rivalidad cruza de un extremo a otro la película y se mantiene siempre presente en sus diferentes pasajes, los cuales protagonizarán tras su danza individual. Pero más que una serie, habría funcionado como entrega de una saga al estilo de las clásicas "Zatoichi", "Kyoshiro Nemuri" o "Shinobi no Mono", que se perfilan como importantes referentes.
Observando una intriga tan enrevesada como la que se refiere a ese certificado de navegación obtenido por el antiguo samurái Genshiro, vienen a la mente las aventuras de los héroes de las nombradas sagas y cómo Ocho se inmiscuye en sus intrincados recovecos como ellos hacían: practicando una cierta distancia. Escondido entre los ropajes de una chica que acaba de morir, ese documento es el elemento clave de las guerras entre familias y criminales que irán ocurriendo, codiciado por numerosos personajes que conforman ese mundo de "sombras de la muerte" que da título a la obra, el que siempre le gustó desgranar al director, exponiendo así la farragosa corrupción que domina a la sociedad desde sus negras tripas.

Atractivo y bizarro el fresco épico-aventuresco que compone el nipón, entre la magia de los decorados de época, la estética "pulp" de los '60 y los '70 y claramente cercana al manga, no poco embarrado de humor negrísimo; este es el submundo asfixiante y nihilista de las zorras arpías, los estrafalarios psicópatas y los crueles daimyos, y goza al hacernos parte de él. Lástima que las conexiones entre los individuos que lo pueblan sean débiles y sus intervenciones nada resolutivas, pues llegan y se van sin orden ni concierto (hora y cuarto y seguirán apareciendo nuevos rostros sin importancia).
Oren o Naoto Takenaka como el desquiciado inspector de policía son los mejores ejemplos de la inconsistencia argumental y de estilo a la que se acoge el film; sobre todo en lo respectivo a lo primero. Si en "Hunter in the Dark" el ronin Heizaburo servía de hilo conductor de la troupe de secundarios, Ocho siempre está de paso mientras sus subtramas se desarrollan; ese hilo aquí sería el cordón del kimono que oculta el certificado de Genshiro, pero en un gesto increíble la propia película lo deshecha (se corta por la mitad literalmente y le quitan importancia como si nada) durante un epílogo que no cesa en presentar finales y más finales y nunca ve el momento de acabar.

Es decepcionante que el cúmulo de personajes e intrigas se cruce y construya con tal densidad para luego desenredarse a base de facilones giros de guión, muertes y escenas de combate algo confusas.
En el plano técnico y visual sí deslumbra la película, pero su enmarañada historia con millones de bifurcaciones y callejones sin salida habría lucido mejor en televisión, para ser tratada con más esmero y dedicando uno o dos capítulos a cada personaje. En definitiva un irregular retorno del director al cine de acción y aventuras tras su largo paso por el melodrama de época...
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