arrow

Jericho (2000)

3
Amnesia a cámara lenta. Para este viaje no hacían falta alforjas.
En nuestra única visita a un país nórdico, no dejó de llamarnos la atención la costumbre que había en los pequeños lugares de colocar un lamparita encendida directamente al lado de la ventana de la casa. Preguntamos la causa y nos dijeron que era una forma de expresar que los dueños de la misma se hallaban a la disposición de sus vecinos por si necesitan alguna cosa. Una forma de expresar su hospitalidad. Al final, una palmatoria con un velita encendida la noche de Navidad sirve para que el protagonista, un antiguo y apreciado sheriff de pueblo, recupere definitivamente la memoria que ha perdido como consecuencia de un asalto sufrido a manos de los "malos" en similar noche años atrás.
El resto, una tediosa serie de sucesos varios en los que el protagonista va recuperando destellos de su memoria, una muñeca aquí, una estación de ferrocarril allá. Todo mientras se gana la vida como vaquero a salto de mata, acompañado de un predicador negro, gordito, que canta salmos al estilo rapero. Por cierto, no nos gusta nada la selección de actores. Duelos, escenas de saloon, diálogos insulsos. Todo en medio de una lentitud desesperante (a la cinta le sobra la mitad del metraje por lo menos), para conseguir un cierto clímax de emoción en la escena final. En fin, amnesia a cámara lentísima. Total, para este viaje no hacían falta muchas alforjas.
[Leer más +]
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
Mejor no entretenerse
Entreténgase con otra cosa. Este sucedáneo de ¿western? con actores que pasean sus personajes huecos, cabalgan por monte bajo mediterráneo y abusan de nuestra paciencia esperando algo de acción hasta que por fin, en brevísimas escenas se despachan cuatro tiros imposibles de disfrutar por lo frenético del montaje (así se ahorran montar buenas escenas) no satisfará ni siquiera a los incondicionales del género.
Falta de todo, carisma, venganza, ambición, violencia... La fotografía es de telefilm y los actores no dan gran cosa. Tampoco se les pide.

Uno, quizá un bandido, no se cuenta, no recuerda quién es (tampoco nos va a importar), se une a un hombre de raza negra para cabalgar hacia algún lugar (tampoco nos va a importar adónde) y por el camino se cuecen algunas breves escaramuzas mal rodadas, vertiginosas, con cambios de planos a la misma velocidad de las detonaciones, para no esforzarse. No se ve nada.

No hay nada. Muy poco, no. Nada. Un spaguetti western es caviar, al lado de esto.
Defraudado, abandoné su visionado a los veinte minutos. Como nadie había dicho nada, lo dejo aquí avisado.
[Leer más +]
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más información sobre Jericho
Fichas más visitadas