Malaventura (1988)

El Mikel Molina éste hace un papel de tonto que alcanza la perfección. Lo hace muy bien. Es posible que la dirección de G. Aragón tenga mucho que ver en el espléndido trabajo del actor pero creo que el actor tiene indudables dotes para la interpretación de este tipo de papeles.

Él lleva el peso de la trama y en él se apoyan los demás personajes descaradamente, es el centro de la película, el centro gravitatorio de esta obra de... v... valor in... incuestion... able... Los demás actores compiten en una lección de arte dramático impresionante porque se ve que hay un pique entre ellos para ver quien hace más el tonto... quiero decir, a ver quien hace mejor de tonto..., lo que repercute en la satisfacción del espectador. Incluso, se pegan de verdad para beneficio del realismo y cuando Mikel está en el dentista, aprovechó ya para hacerse una limpieza de boca lo cual aumentó la veracidad de las imágenes. En la escena de la cama sí que hubo actuación después de acordarlo así con el director.

Mikel no debió separarse nunca de Lidia Boch porque juntos hubieran logrado cotas inimaginables de éxito. Ahí se truncaron dos hermosísimas carreras artísticas para las pantallas. Muy bonitas, sin duda alguna. Preciosas.

Al día siguiente de finalizar el rodaje. Extraído de las notas finales del autor.
Caía la tarde. Gutiérrez Aragón estaba en el salón de su casa leyendo El País, en silencio, pensando si sus películas alcanzaban el mismo grado de aburrimiento total que las de Garci, ese peligroso grado en el que la inteligencia del espectador cae en el mínimo del coeficiente bordelino, cuando entró una mosca e inició un vuelo descarado de impertinencia, un vuelo irregular y de aproximación hacia la persona del afamado director.
Aragón estudio su trayectoria, sus paradas y sus intenciones. Observó que no era una mosca, sino un moscardón y tenía cara... rostro de ser humano. ¡Coño, se parece al Mikel Molina! Gritó. Lió el periódico y emprendió una serie de golpes al aire estilo bastonazos que se llevaron por delante adornos de cristal, cerámica y madera colocados por las estanterías. Tras una lucha encarnizada en la que las moléculas del polvo se pusieron a cien por hora, y entre resoplidos, terminó observando la moscarda aplastada en una de las mesas. Por fin.
-¡Malaventura has tenido! ¡Japuta! Muere ahí, condenada... Rollo de los huevos, que no acabas nunca... Tú no eres una mosca, eres una mierda... ¡Hostias, cómo me has cabreado!

La verdad es que cuesta mucho encontrar una buena película en las primeras ediciones de los Goya, finales de los 80. Me estoy empezando a descorazonar porque les voy a tener que dar la razón a aquellos que defienden que el cine español está a un nivel muy bajo. Esta película es un auténtico tostón, con una historia amorfa que no se sostiene por ningún lado, y lo que es peor, unas interpretaciones ridículas.

El protagonista, Micky Molina, si hace el papel de lerdo que le piden, la verdad es que lo borda, aunque de primeras te genera dudas de si es mudo, porque hasta mitad de película no hilvana una frase.

El comienzo es apoteósico, estando comiendo en su casa, mira el plato que tiene el relieve de una mujer y le deja atontado ya para toda la película,

El resto de interpretaciones mejor ni mencionarlas.
La cinta estuvo nominada para alcanzar el Goya por la mejor fotografía, y piensas, y analizas que si es por las secuencias de las calles del casco viejo de Sevilla y un patio interior, que si es por eso, es alucinante. Menos mal que no ganó.
Película extraordinariamente mala. Un 1.