One Piece: El barón Omatsuri y la Isla Secreta (2005)

Antes de ponerme en el tema creo necesario recordar que "One Piece" es una serie con una historia progresiva, en la que la información se va acumulando. Ponerse a ver una película sin saber en qué punto se está de la serie sólo va a servir para confundirse porque siempre se va a correr el riesgo de "comerse" spoilers o de no enterarse de ciertas cosas que pasan.

Esta película concreta es la sexta de "One Piece", y se estrenó justo antes del episodio 224 de la serie. Siendo estrictos con la información que se proporciona aquí, no iría más allá de lo visto en el episodio 130. Éste es el límite a partir del cual recomiendo su visionado. Bajar más implica exponerse a información nueva que, o bien puede confundir y hacer más difícil seguir el hilo, o bien cargarse la emoción de futuros eventos de la serie (si la estáis siguiendo).

Y bien, aclarado esto. Al lío.

Cuando una serie como ésta, tan larga y de una intención comercial tan marcada, saca películas, éstas suelen concebirse como pequeños "obsequios" para su público en las que aparecen los elementos más reconocibles como el sello distintivo. Y no van más allá: para tratar a los personajes, ya está la serie. Éstas solamente exponen lo que se conoce de ellos, en un contexto fácil y atractivo.

Entonces, ¿de dónde viene el 10 a esta película? Pues sencillamente, porque es la gran excepción a la regla.

"Barón Omatsuri y la Isla Secreta" es un regalo envenenado, un desafío radical al canon de la serie. Puede que sorprenda la presencia de Mamoru Hosoda como director; para despistados, es el que empezó a despuntar con "La chica que saltaba a través del tiempo" y uno de los valores emergentes del anime, muy aplaudido por su originalidad. Pues bien, de entre las que he visto la que nos ocupa es en mi opinión la que entraña más riesgo conceptual, así que podéis imaginar...

El motivo principal es que ataca a la base de la serie: el ideal de amistad. En "One Piece" se nos suele presentar a la tripulación del Sombrero de Paja como un modelo de amistad idealizada: siempre se tienen en cuenta los unos a los otros, arriesgan sus vidas para salvar a sus compañeros, nunca discuten en serio, etc. Ésta es una realidad que cualquier fan debe aceptar, y me incluyo. Lo que hace Hosoda es subvertir esto. Se plantea la posibilidad de que haya conflictos latentes entre ellos, de manera que en la atmósfera enrarecida de la isla éstos empiezan a salir a la superficie. Zoro y Sanji convierten su clásico duelo de egos en una discusión seria, en la que la amenaza de hacerse daño es palpable. A Usopp se le escapa un "tú sabes más que yo de traiciones" a Nami, a quien le sienta como un tiro y deja de hablarle. Aunque es cierto que el ambiente influye mucho en cargar a los personajes hasta ese punto, creo que la idea de esta película es presuponer que hay ciertos puntos de sensibilidad especial, a los que no se suele hacer caso, y que si se tocan terminan por minar sus relaciones.

Claro, preséntale esto a un fan. Que de repente el grupo siempre tan unido esté a punto de separarse por esta serie de conflictos. De hecho he leído muchas críticas que aluden a los personajes porque no los reconocen como tales, es decir, el Sanji de la serie nunca llegaría tan lejos, por ejemplo. Esta película no está exenta de polémica. Y no sólo por esto que comento. El dibujo es otro elemento que va totalmente a contracorriente. Es una mezcla heterogénea pero en cualquier caso muy distinta a lo que se acostumbra: un dibujo de personajes muy sencillo y esquemático, con un coloreado muy básico; mezclado con un diseño de fondos y escenarios espectacular, cuidado hasta el mínimo detalle y con una imaginería onírica poco común. Nada que ver con el estilo de la serie, de fondos más austeros y mayor detalle en los personajes, y de hecho incluso sin tener esto en cuenta la mezcla choca. Aún así, la animación es sorprendentemente fluida.

Y el retrato del villano de turno. A spoiler.