Amor electrónico (1981)

El debut en pantalla grande de Andy Kaufman como protagonista contiene una idea muy buena y un diseño de producción notable, especialmente el maquillaje (a base de gelatina) de la pareja de robots protagonistas. Lástima que el desarrollo de la trama no tenga ningún interés: en vez de desarrollar y dar complejidad a la relación entre Kaufman y Bernadette Peters explicando sus motivos o haciéndolos crecer con la historia para enganchar al espectador, los guionistas se dedican a acumular nuevos personajes durante la travesía de Val y Aqua, algunos de ellos lamentables y otros, aunque cachondos, cómo el predecesor del robot tontorrón de Robocop, que no pegan para nada con la trama principal. Por lo visto, los productores parecían más interesados en hacer una cinta con robots para niños que siguiese la estela del impacto de R2-D2 y C3PO. Quizás por ello omitieron cualquier tipo de situación que pudiese despistar o aburrir a la infancia

Cómo miles de películas o series de ciencia-ficción o fantasía han demostrado, en la pantalla podemos empatizar con extraterrestres, robots, o incluso juguetes, siempre que les prestemos características y emociones humanas. En esta cinta parecen querer evitar ese sentimentalismo muchas veces tramposo, pero si las peripecias que van transcurriendo son inconexas y faltas de tensión cómo en este caso, difícil, muy difícil dejarse arrastra por lo que se cuenta.

En todo caso la idea principal de la cinta* queda ahí para que alguien la aproveche en un futuro remake, esperemos que sin secundarios tan lamentables cómo Catskills o Philco