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Yoshiwara (1937)

Yoshiwara
102 min.
6,9
101
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Trailer (FRANCÉS)
Sinopsis
Finales del siglo XIX. La joven Kohana es enviada a Yoshiwara, un barrio de Tokio donde ejercerá la profesión de geisha. Con el dinero que gane espera salvar el patrimonio familiar. Cuando conoce a Serge Polenoff, un teniente ruso, acaba enamorándose de él. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Romance Siglo XIX
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Yoshiwara
Duración
102 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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8
Ophüls y Mizoguchi
Una película injustamente olvidada que, aunque quizá no llegue a los niveles de Amorios o Werther (por citar dos cercanas en el tiempo y en intenciones), contiene algunos de los momentos más hermosos del cine de Ophüls. Me refiero a aquellos como la escena en la que la pareja protagonista simula pasar una noche en San Petersburgo sin salir de su casa en Tokio (escena que pone de manifiesto el componente casi mágico del cine) o ese maravilloso final con escenas en paralelo. Y cómo no, esa compleja puesta en escena siguiendo sin cortes, el movimiento de los personajes a través de aparatosos decorados de varias plantas. Puesta en escena que, junto al argumento del film, nos hace pensar que Ophüls y Mizoguchi no estaban muy lejos el uno del otro.
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7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
UNA PELÍCULA IMPOSIBLE
Una película imposible.

A pesar de lo cual Max Ophüls la rueda.

Me cuesta hacer esta reseña, pues considero a Max Ophüls unos de los directores que llevó el cine a sus más altas cotas como expresión artística durante el siglo XX. Un cineasta integral que aun adoptando textos ajenos, dejaba un estilo propio en el guion y en la puesta de escena, como es visible en los desplazamientos de cámara en esas casas de juguete que parecen las viviendas japonesas

Un film Imposible en el sentido de que no siendo factible su rodaje en Japón (por cuestiones de producción y presupuesto), resultaba poco verosímil que actores franceses, europeos, con el añadido “exótico” de algunos actores japonés, pudieran dar un aire de autenticidad a lo que nos quería contar. Ni el uso de un jardín japonés ni las secuencias en el foso de una fortaleza, ayudan a dar esa sensación de verosimilitud.

La historia de una muchacha de estirpe samurái que tiene que ingresar en un prostíbulo de Yoshiwara (barrio de Tokyo de mala nota) para salvar a su familia arruinada, es un buen punto de partida. Como la pasión que siente por ella uno de sus antiguos sirvientes, ahora culí de un rickshaw, y que desea salvarla de esa vida de esclavitud no deteniéndolo ni la ruina ni el delito. También lo es la aparición de un teniente de la marina rusa, serio, poco juerguista, que se enamora perdidamente de la geisha y paga un dineral al “monsieur” del burdel para que nadie más solicite y use los servicios de su amada.

Estamos en Japón, a finales del siglo XIX o principios del XX (en todo caso antes de la guerra ruso-japonesa), donde modernidad y tradición coexisten se cruzan. Un periodo donde dos potencias como Rusia (occidental y expansionista) y Japón (“amarilla” y recién llegada al imperialismo) se disputan el predominio sobre el Extremo Oriente. Todo esto se halla en la trama de la cinta, de forma más o menos implícita o explícita, incluido el espionaje. Como en el el caso “De Mayerling a Sarajevo”, 1940.

Pero al cineasta le importa (como en la película citada) el melodrama: contarnos el enamoramiento al borde del abismo de un oficial zarista (y espía) y de una geisha encerrada en un lupanar. Con el añadido de ese sirviente que quiere salvarla (por amor), y que no es correspondido por su amada. Es lo mejor de la película, como es habitual en Ophüls.

Se ha destacado con acierto los recursos que utiliza Ophüls para “airear” el film (que se desarrolla en lugares cerrados en general), en decorados, como esa excursión por el futuro feliz de la pareja realizado desde una habitación cerrada: un futuro donde ambos se ven en un teatro de la ópera, felices, viviendo una vida dichosa que en el presente es imposible, y aventuramos que improbable en el porvenir. Asombroso es también el montaje en paralelo de doble final trágico de esta historia.

Película imposible, decía al principio, porque todos esos recursos, tan sabiamente manejados, chocan contra la verosimilitud desde el principio. Es un contraste que yo, como espectador, no puedo salvar. A lo que contribuye también, unos actores principales limitados en sus recursos o sobrepasados por sus papeles.
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3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
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