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El velo pintado (1934)

El velo pintado
84 min.
6,5
364
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Escena (INGLÉS)
Sinopsis
Katrin es una atractiva mujer que realiza un viaje por China mientras atraviesa una etapa de soledad. Decide casarse con el doctor Walter Fane, pero éste, debido a su profesión, no puede dedicarle mucho tiempo a su esposa, y ella comienza un romance secreto con un amante. (FILMAFFINITY)
Género
Romance Drama Aventuras Drama romántico
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
The Painted Veil
Duración
84 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Adaptaciones de W. Somerset Maugham
Links
8
GRETA GARBO: A LO DIVINO POR LO HUMANO
El tiempo actual difiere mucho de aquel en que la Garbo estrenaba sus películas, pero lo que no ha cambiado es ese halo de misterio que la acompañaba. En El velo pintado encontramos también a la Garbo misteriosa pero al propio tiempo parece desvelarnos su lado humano y, a diferencia de otros trabajos suyos, nos encontramos de frente más con la mujer que con la diosa. En Grand Hotel era la divina. También en Ninotchka. En cambio en El velo pintado, del mismo modo que nos sucede en La reina Cristina, vemos a la mujer, la que siente, la que necesita sentirse amada, a la sueca en busca del fuego vital e imprescindible.

Y eso que la cosa empieza un tanto ñoña, con un cierto olor a Mujercitas, bodas, familia, padres despistados, madres a la antigua y sobre todo sueños de juventud, muchos sueños. Sueños de libertad, de lugares exóticos y de amores tan intensos como los de la clásica Verona. Pero pronto descubrimos que la película no va a desfilar por estos derroteros, sino que el inicio no es más que un punto de referencia con el que contrastar la realidad. El marido demasiado ocupado, la mujer demasiado sola, el diablo que sopla, las brasas que arden... Ya saben. La vida misma.

Y como fondo de pantalla la China milenaria, la del embrujo, la de los dragones, la de los bazares donde enamorarse. La China donde vivir un cuento de hadas que, como todos los cuentos de hadas se deshace al acabar la noche. Y el día vuelve a imponer sus corduras, sus reglas de juego, sus convencionalismos, sus qué dirán. ¿Y el amor? ¿Y las promesas? Se quedaron en el bulevar de los sueños rotos.

Es entonces cuando surge la Garbo, la verdadera Garbo, la que me parece una de las grandes artistas de todos los tiempos dando la justa y verdadera dimensión humana a su personaje. La obra base de Somerset Maugham ayuda y mucho. Pero Greta se nos hace divina por la humanidad que le infunde al personaje. A su lado, la interpretación de Herbert Marshall siendo magnífica queda minimizada. A esto se le llama, la fuerza de la diva.

Luego vendrán remakes, o si lo prefieren, otras versiones de la misma obra literaria que estarán muy bien. Pero esta versión es imprescindible.
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17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Entre la ilusión y la realidad
La mayoría de los seres humanos vivimos con un grado, mayor o menor, de obnubilación. Es como si tuviéramos un velo delante de nuestros ojos que nos impide ver las cosas como realmente son. Percibimos, pero no vemos objetivamente; presentimos, sin lograr concretar lo que trasciende los sentidos; miramos, pero sólo podemos atrapar fragmentos de lo que está frente a nosotros. Condiciones como estas son las que confirman que, lo que tenemos a nuestro alcance, son simples ilusiones y no, en absoluto, la realidad.

Katrin, la bella protagonista de esta película -basada en la notable novela de W. Somerset Maugham-, se ha casado por asegurar su futuro, y no por complacer a su corazón, con el comprometido médico Walter Fane, un hombre humanitario con un espíritu de servicio que sobrepasa el límite de sus necesidades y deberes personales. Cuando juntos viajan a China en otra de las misiones filantrópicas del galeno, la vida en Hong Kong es para Katrin un ambiente de soledad… hasta que, en su camino, se cruza Jack Towsend, un hombre apuesto, amigo de su marido, y dispuesto a concederle el placer turístico que ella tanto anhela.

Es entonces, cuando un velo pintado, como aquellos que abundan en las viviendas chinas, envuelve los sentimientos de la egocéntrica Katrin y la hace sentirse atraída por aquel galán que la induce a seguir creyendo que ella es lo único que importa.

Hay aquí un hombre que siente amor por toda la humanidad y lleva muy hondo su espíritu de servicio; y hay otro hombre que, en un estado de incalculable crisis social, galantea y adula, y se afana por conquistar con su atractivo a la mujer del amigo.

La soledad es a veces una buena aliada, y el sopesar comportamientos puede llevar a la ocasión impostergable de descorrer el velo. ¿Lo hará Katrin?

Creo que, “EL VELO PINTADO”, es un filme más íntimo de lo que pudiera parecernos. Lo esencial en ésta, como en casi todas las obras de ese gran autor que fuera W. S. Maugham, es lo que subyace en el fondo, es esa fuerza espiritual que trasciende lo convencional y abre paso a un sentir y un entender que, sin remisión alguna, expande el camino hacia la Unicidad.

Maugham veía un poco más allá, pues había afrontado con entereza el sufrimiento; con afán de desentrañarlo, había recorrido el mundo de occidente a oriente y viceversa; había pisado el estiércol que te pone al nivel del más común de los humanos; y, sobre todo, había presentido que, lo que vemos y oímos, está constreñido por un velo pintado que, hasta no descorrerlo, se torna imposible aproximarse a la Realidad.

Notables actuaciones y una dirección muy acertada del polaco Richard Boleslawski, consolidan un filme que, algún día, tendrás que ver.
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13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
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