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El mismo amor, la misma lluvia (1999)

El mismo amor, la misma lluvia
112 min.
7,0
16.990
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Trailer (ESPAÑOL)
Sinopsis
Argentina, años 80. La represión del gobierno militar, la guerra de las Malvinas, el retorno de la democracia, la crisis económica y la llegada de Menem al poder son el telón de fondo de la historia de Jorge y Laura. Él (Ricardo Darín) es una joven promesa de la literatura argentina, pero vive de los cuentos románticos que escribe para una revista de actualidad. Ella (Soledad Villamil) es una camarera que espera el regreso de su novio, un artista que ha montando una exposición en Uruguay y del que hace tiempo que no tiene noticias. Una noche se conocen y no tardan en irse a vivir juntos, pero la convivencia se deteriora y la relación se rompe. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Romance Comedia Años 80 Drama romántico
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Argentina Argentina
Título original:
El mismo amor, la misma lluvia
Duración
112 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Argentina-Estados Unidos;
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Encuentros y desencuentros de una pareja, Jorge y Laura, en el contexto social de la Argentina de los años ochenta; represión del gobierno militar, la guerra de las Malvinas, retorno de la democracia, crisis económica y la llegada de Menem al poder. Jorge (Ricardo Darín), de 28 años es una joven promesa de la literatura argentina, aunque en realidad vive con los cuentos románticos que escribe para una revista de actualidad. Una noche conoce a Laura (Soledad Villamil), una soñadora camarera que sigue esperando el regreso de su novio, un artista que está montando una exposición de Uruguay y del que no tiene noticias desde hace meses. Laura y Jorge se convierten en pareja, y ella, convencida de que Jorge posee un gran talento, se empeña en que escriba literatura 'de verdad'. Pero la convivencia entre ellos se va deteriorando y su relación acaba en ruptura. A lo largo de casi dos décadas, descubriremos las alegrías, las ilusiones, las desilusiones y la esperanza de estos dos personajes y su entorno, narrados con humor, emoción, grandes dosis de ironía y una pizca de sarcasmo.
[FilmAffinity]
"Una película sentimental, agridulce, bonita, inferior a 'El hijo de la novia'."
[Diario El Mundo]
7
Son aquellas pequeñas cosas, que nos dejó un tiempo de rosas...
Se la acusa de repetida, de ya vista. Yo acá desde mi incómoda silla me pregunto: ¿cuántas formas posibles de desarrollo tiene una relación entre dos personas ?

Veamos..

El comienzo de toda relación amorosa, siempre es feliz y sonriente.
Si las cosas siguen así eternamente, no hay nada más que mostrar, fin de la película.
Pero, si el tiempo transforma la curiosidad en indiferencia, y el amor en rutina se desprenden dos flechas.
O vence el amor inicial, o vence la rutina.
Si vence el amor inicial, no hay nada más que mostrar, fin de la película.
Pero, si la rutina se hace dueña de la relación los integrantes de la pareja tienen dos formas de encararla: La combaten, o se rinden.
Si se rinden se quiebra la relación, y se separan.
Si la combaten pueden ganar o perder.
Si ganan, no hay nada más que mostrar, fin de la película.
Si pierden, se quiebra la relación, y se separan. Al igual que si se rendían desde un principio (¿de que sirve pelear contra un enemigo tan poderoso?)
Si se quiebra la relación pueden pasar dos cosas: que se rompa, o que se recupere.
Si se rompe, no hay nada más que mostrar, fin de la película.
Si se recupera todo es feliz y sonriente.
Si las cosas siguen así eternamente……….


Y se repite. Y se repite.

Es una película que habla sobre la relación amorosa entre Jorge y Laura. Los datos objetivos, y fríos se repiten siguiendo el esquema de arriba, al igual que en toda relación amorosa.
Entonces, ¿Qué hay que valorar en una película que habla sobre un tema que invariablemente va a sonar a “ya visto”? El personaje de Darín nos lo responde en una parte de la película:
“ A veces pienso que las charlas sin importancia, en los lugares sin importancia fueron los momentos mas importantes de mi vida”
Yo pienso que lo valorable de estas películas son las estupideces, los detalles. Algún chiste bien ubicado, algún diálogo intrascendente a los efectos de “lo que dice la sinopsis de la película”, alguna escena (la del cine, en que están los dos llorando, y después no pueden parar de reírse me pareció muy buena), algún personaje secundario (no me terminó de cerrar el personaje del adaptador del cuento corto de Jorge), etcétera.

Buena película. Simple, no busca la grandeza sino tan solo contar una historia.



Mal elegida la voz de Darín para auspiciar de narrador. No tiene voz de narrador, el hombre ha nacido para hablar con los ojos, lo de la voz es tan solo un accesorio a su capacidad expresiva.
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58 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Miedo a mojarse
En esos tiempos en los que mojarse bajo un chaparrón es una aventura cosquilleante y las posibilidades rebullen en ese libro por escribir o en ese cuadro por pintar, es cuando todavía se es valiente, y uno quiere empaparse de todo y lanzarse a emborronar páginas o lienzos para probar a ver si sale algo hermoso.
Y de ese modo nace el amor como el de Jorge y Laura, como un cosquilleo en la boca del estómago, una sensación parecida a pasear bajo la lluvia, arriesgándose a coger un resfriado, con esas ganas imparables de cometer locuras, tan eufóricos que no importa lo demás, que uno cree que se elevará tan alto sobre una nube que nada podrá hacerlo caer.
Pero después llega el tiempo de la cobardía, de las dudas y de vender los sueños a cambio de un sueldo mísero, de huir de la lluvia temiendo la pulmonía y de notar un peso donde antes había cosquillas.
En este vaivén se mueven Jorge y Laura, en este caldo que hierve y se enfría y se vuelve a calentar. Es un cocido que tiene que cocinarse a fuego muy lento, macerar y reposar durante décadas, dejándolo tapado por meses o años para que los sabores se combinen lentamente. Da la impresión de que nunca quedará bien, de que siempre le falta algún ingrediente que se escapa, pero hay que tener paciencia. Puede que al final el guiso alcance el punto adecuado. O puede que se eche a perder definitivamente, no se sabe. Una pequeña ilusión lo mantiene borboteando, y es la del fuego que nunca se le apaga.
En el marco de su Argentina de vacilante transición, ambos enamorados se mueven a través de bonanzas y aguaceros, acercándose y alejándose alternativamente de ellos mismos y de sus metas, resbalando bajo el cielo plomizo y levantándose otra vez bajo el sol que vuelve a brillar, y con ellos deambula su mundo reñido entre los ideales y la realidad, entre el arte y el trabajo remunerado, entre la verdad y la falsedad.
Con su acostumbrada vena para remover nuestro interior, Campanella ensalza el imperfecto e imprescindible amor con sus altibajos, los reencuentros, la manera en que los ojos tornan a brillar de nuevo al encontrarse tras una larga ausencia, olvidando por un instante las decepciones, y paladeando otro poco de esperanza que hace que valga la pena mojarse bajo la lluvia una vez más, porque puede que esta vez sea para siempre, ojalá que sí.
También ensalza lo que nos convierte en mejores personas, como la amistad y lo que podemos llegar a estar dispuestos a hacer por alguien que nos necesita.
Qué boludos, si es que no tenemos remedio.
O puede que sí, a veces.
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26 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
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