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Morgiana (1972)

Morgiana
99 min.
6,5
179
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Sinopsis
Klara y Viktoria son hermanas. El padre de ambas muere y deja la mayoría de sus propiedades a Klara. Cuando Klara se lía con el hombre que su hermana ama, Viktoria comienza a idear su asesinato. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Thriller Terror Melodrama Nueva Ola Checoslovaca
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Checoslovaquia Checoslovaquia
Título original:
Morgiana
Duración
99 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Premios
1973: Festival de Chicago: Hugo de Oro - Mejor película
8
DULCE VICTORIA
Curiosa y muy notable pieza fantástica acerca de los tormentosos celos que una pérfida y amargada joven siente hacia su bella y adorable hermana. Si bien se ve lastrado por algunos tics visuales muy setenteros (particularmente el uso del teleobjetivo), se trata de un film de extraordinaria belleza, que logra conjugar el espíritu del "cuento cruel" decimonónico (Villiers de L´Isle Adam, Maupassant...) con el poder de fascinación del mejor cine de terror gótico (Hammer & Cia.).
El resultado constituye una rareza de lo más apreciable, cuyo refinado acabado formal no logra disimular su entraña convulsa y desasosegante.
La obra mayor de un realizador que ya logró apreciables frutos dentro del fantástico con la también ignota "El incinerador de cadáveres" (1969).
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6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Juraj Herz y la fábula oscura
Si algo caracteriza el cine del director checoslovaco, al menos en las dos películas que he tenido el placer de ver, es la perfecta construcción de la psicopatía, evocadora y sutil, que te hace una invitación silenciosa y siniestra como una nana infantil, para construir una pesadilla andante que deambula sobre el idilio familiar, como ya vimos en la obra maestra El incinerador de cadáveres (1969). Morgiana, un melodrama neblinoso de terror psicológico que nos empuja hacia el conflicto de dos hermanas, Klára y Viktorie (Iva Janžurová) que, tras heredar los bienes de su difunto padre, la segunda es embaucada por un odio bochornoso por la diferencia de costes de las herencias y, más aún, la belleza engatusadora de hombres que posee su ingenua hermana, la cual la arrebata de forma indeliberada el notario del que Viktorie está enamorada.

Juraj Herz tiene el don de presentar unas historias trazadas en un mundo perfecto para sus personajes aún mostrando desde primer momento ciertas inquietudes maniáticas en los mismos, como fue el caso de Karel en El incinerador de cadáveres o de Viktorie en esta película y cómo, situándonos como mudos espectadores próximos al 'antagonista', vemos el bamboleo psicótico de este hasta su máxima expresión, en ambas ocasiones movidos por un sentimiento injustificado de malquerencia infundado por terceros. El soneto gótico y feérico de Herz, basado en la novela rusa de Aleksandr Grin Jessie y Morgiana, es un deleite terrorífico que a veces tiende a recordar la gran película de Robert Aldrich ¿Qué fue de Baby Jane? (1962).

El drama de época que conjuga el director con el romance y el terror de la mente beben exclusivamente de las relaciones entre sus personajes, gracias a las cuales, si nos permitimos el lujo de adentrarnos en el macabro juego psicológico que plantea, nos veremos transportados a una guerra entre el amor y el odio, donde lo segundo solo puede proclamarse victorioso si el primero se muestra impasible. Como dijo un día un santo en Proverbios 28:1, si 'huye el malvado y nadie le persigue.'

Como referente de la Nová Vina, pero muy desapegado de esta por su tardona incursión por motivos meramente estudiantiles, Herz dirige esta película a un público nacional de la época que, tras la Primavera de Praga, tuvo que desafiar las imposiciones de censura del nuevo gobierno comunista, perjudicando la expansión de gran parte de su filmografía tras las fronteras. El director lo sabía, y, por ello, su estilo surrealista rara vez convoca la explicitud grotesca que acostumbraban otros directores del palo, llegando así fácilmente a todo tipo de público dentro de su país natal.

Con un guión muy bien elaborado que favorece una construcción rítmica del entorno y personajes asombrosa, confeccionado por el mismo director y Vladimir Bor, se traza una línea narrativa que sigue la pista de la convivencia de las dos hermanas, enseñando la encantadora personalidad de Klára y los recelos vengativos de Viktorie, detonados por la animadversión de los hombres hacia ella, pero ya esquematizado en el reparto de bienes con un sencillo plano contraplano. En este, mientras el notario Glenar (Petr Čepek) está narrando, se alterna la atenta mirada de él hacia Klára que, a pesar de su velo negro, se la ve bella y radiante. Acto seguido, un primer plano del semblante de Viktorie, inundado por una oscuridad tenue, hace imposible la vista recelosa de su expresión, intuyendo una pérdida de humanidad por la cuenta de la mirada de su enamorado hacia su hermana. Una puesta en escena francamente espléndida.

A partir de un veloz planteamiento, esa línea de bifurca poniendo el ojo en la maquinación de Viktorie, a la que seguimos atentamente a través de las azules iris de su gata siamés, Morgiana, una raza símbolo de la realeza y riqueza en la antigüedad. La escenografía con un cambio drástico de los elementos visuales y de iluminación respecto a la de su hermana, es una síntesis de la bipolaridad tonal que se utiliza durante todo el metraje, siendo el de Viktorie aciago y gótico con una gama de colores oscuros y tristes (marrones, negros y verdes esmeraldas), mientras que el de Klára lo predomina la claridad y los colores blancos y anaranjados. El vestuario de ambas es el elemento más resolutivo de esa contraposición: negro de Viktorie contra el blanco de Klára.

La única interpretación verdaderamente sobresaliente es la de Iva Janžurová haciendo un trabajo imposible de personificación de dos polos opuestos como son Klára y Viktorie. Una absoluta delicia que perfecciona el personaje con más peso en la historia, Viktorie, hasta niveles estratosféricos. Sin las excelentes labores de maquillaje esto no podría haber sido posible, así como un maravilloso montaje de Jaromír Janáček que elude un poco el vanguardismo al que Herz nos tenía acostumbrados.

La preciosa fotografía de Jaroslav Kučera nos pone enseguida en ese irrisorio ideario realista para acercarnos a una composición onírica cimentada entre los siglos XIII y IX. Por otra parte, la música de Lubos Fiser que funciona a ratos empeora ligeramente el resultado de la producción de Filmové Studio Barrandov, perdiendo ese toque indispensable que proyecta fuerza al relato basado en los silencios. En cierta manera, parte de los diálogos, sobretodo en el último tramo, también son reductores del impacto emocional entre las dos hermanas.

Contra todo pronóstico, Juraj Herz probablemente va a trabar amistad entre mis directores favoritos habiendo visto tan solo dos de sus obras. Películas que manejan el terror de una manera tan grácil que eteriza unos relatos donde las elaboraciones de sus psicópatas, tan humanamente inhumanos, están hechas con un don que inflama de fuego aleccionador sobre los designios del bien y el mal, expandiéndose por el bosque de la moral ante nuestra vista, juzgadora del resultado final.
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
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