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The Hidden Room (1949)

The Hidden Room
96 min.
7,0
220
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Sinopsis
La hermosa esposa del Dr. Clive Riordan llega a casa una noche con el diplomático estadounidense Bill Kronin. Riordan, consumido por los celos que le producen las repetidas aventuras de su mujer, decide liquidar a su nuevo rival y planea, utilizando sus conocimientos de psiquiatría, el asesinato perfecto. (FILMAFFINITY)
Género
Intriga Thriller Cine negro Policíaco Crimen Celos
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Reino Unido Reino Unido
Título original:
Obsession (The Hidden Room)
Duración
96 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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8
CUIDADO CON EL PERRO... Y CON EL IDIOMA
Tras su primera comparecencia ante el Comité de Actividades Antiamericanas, Dmytryk, que se había acogido a la quinta enmienda, resultó fulminantemente despedido de la RKO (recientemente adquirida por el loco anticomunista Howard Hughes), para la que entonces trabajaba. Como consecuencia de ello, y mientras el proceso en su contra avanzaba, el realizador optó por buscar proyectos en el Reino Unido, donde dirigió esta singular y magnífica película (también titulada "The hidden room"), adaptando la novela "A man about a dog" de Alec Coppel, quien se encarga de escribir el guión.

La película, fiel al espíritu de las novelas policiacas clásicas, aborda el intento de cometer un crimen perfecto por parte de un marido despechado ante las infidelidades de su esposa. Más allá de la meticulosidad con la que se muestra el plan del asesino, resulta llamativo el carácter del mismo, un perfecto caballero británico, elegante, irónico, pero al mismo tiempo refinadamente sádico y frío. Según lo veía me ha parecido que este filme se adelanta, en determinados aspectos, a otras películas tan brillantes como "Crimen perfecto", de Hitchcock (sobre todo en la personalidad que se da al asesino) o "El coleccionista", de Wyler (los espectadores deberán descubrir por sí mismos la razón). Pese al mencionado sadismo que planea por la película, esta no se halla exenta de algunos toques de humor, como los aportados por el perro (de gran trascendencia en el desarrollo de la historia), las conversaciones de los miembros del club (mientras discuten de economía y política se quejan de la calidad de las bebidas), y la sordera del mayordomo, al que hay que conectarle el audífono para que se entere de algo.

Buena realización, que sabe sugerir desde el primer plano que algo siniestro y bien planificado se está preparando, impresión que resulta subrayada por la música, a cargo de Nino Rota. La ambientación y decorados, especialmente la que transcurre en el "lugar del crimen" resulta de lo más sombría y acertada, circunstancia que se ve apoyada por una fotografía consecuente con el tono de la historia, bien desarrollada por su propio creador, el novelista (y guionista) Coppel, que hace un trabajo notable. Las interpretaciones son correctas, especialmente las de un estupendo Robert Newton como protagonista, sin olvidar la labor de Phil Brown y la de Naunton Wayne, el amable y perspicaz superintendente, todo un experto en giros coloquiales.

La película se disfruta en todo momento gracias a su bien trabajado suspense y a su magnífica realización, que logra llevar a buen término el desarrollo de una historia más próxima a la novela-problema de la literatura policiaca que a los ambientes y temas propios de la serie negra americana. Muy poco conocida, se me antoja, sin embargo, una de las mejores obras de Dmytryk.
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14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La Huida a Londres
Basada en la novela de Alec Coppel (“A Man about a Dog”), quien también se encargaría del guión, Dmytryck dirige este noir que le dio la posibilidad de adaptar en Gran Bretaña los convencionalismos del cine negro americano. Fue sin embargo éste un proyecto “obligado” que tuvo que emprender después de su huida precipitada a Londres tras ser perseguido como miembro del Hollywood Ten. Así, se produce una mezcla curiosa, vista también en otros films (“The Verdict” Don Siegel, 1946), donde muchas características típicas del género se ven rodeadas de un contexto cultural diferente. Las formas, modales, conversaciones o maneras de expresarse propiamente victorianas inundan una historia donde vuelven a aparecer puntuales a su cita la infidelidad, la mentira, los celos o el poder destructivo de la represión sexual. Como ven lo que es negro es negro, y nunca debe faltar.

El argumento es sencillo: un doctor londinense, Clive Riordan, está cansado de las continuas infidelidades de su mujer, Storm Riordan, una atractivísima Sally Gray. Ella, además de ejercer el adulterio con asiduidad, profesa un odio visceral hacia su marido que en ningún momento esconde. Una noche la sorprenderá con el americano Bill Kronin mientras vuelven a casa juntos. Más allá de hacer la vista gorda, el Dr. Clive saca a relucir la última promesa que hizo a su mujer: “el próximo hombre con el que me engañes lo mataré”. Tras no producirse el irracional y esperado ataque de celos que hubiera acabado con la vida del americano, el doctor idea un plan para cometer el asesinato perfecto, sin huellas, sin sospechas, dejando para ello cautivo a Bill hasta encontrar el momento apropiado para su ejecución. Encadenado a una pared, Bill será visitado todos los días por su captor quien no vacilará a la hora de contarle pormenorizadamente sus siniestros planes.

Así pues, se produce una situación dramática nueva propia de cualquier secuestro; una lucha psicológica entre dos hombres que nos regalará los mejores momentos del film. La aparición de la policía, de Scotland Yard, acercará aún más si cabe el film a las islas: Naunton Wayne interpreta al Superintendente Finsbury, auténtica reencarnación del inmortal personaje de Sir Arthur Conan Doyle y que dará los penúltimos instantes interesantes del film. La resolución del caso se aleja un poco del virtuosismo conseguido durante toda la película aunque deja un último guiño que asegura un buen sabor de boca final.

Llena de simbolismos antiamericanos (las conversaciones de los veteranos ingleses en el club, la aparición sin cesar de un americano encadenado a la pared o incluso la última frase que pronuncia Bill Kronin), “Obsession” se revela como un film de desahogo de su director, donde se intuye una cierta, aunque no por ello menos justa, pataleta hacia un país que meses antes le había dado una patada en el culo, lo había sacado de sus estudios y lo había acusado de traidor. Las rectificaciones y agradecimientos vendrían después.
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9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
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