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La vuelta al mundo en 80 días (1956)

La vuelta al mundo en 80 días
167 min.
6,5
8.569
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Escena (Español)
Premios
1956: 5 Oscars: Mejor película, guión adaptado, fotografía, bso, montaje. 8 nominaciones
1956: Globos de Oro: Mejor película y actor (Cantinflas). 3 nominaciones
1956: National Board of Review: Mejor película
1956: Círculo de Críticos de Nueva York: Mejor película y mejor guion
1956: Sindicato de Directores (DGA): Nominada a Mejor director
8
CON AQUELLOS MISMOS OJOS A LOS QUE VENCÍA EL SUEÑO...
Para muchos Julio Verne nos huele a lecturas infantiles, a novelas de la famosa colección Historias, a lamparitas de mesa de noche, a 80 días y a 5 semanas y a otras muchas cosas que el viento sin duda se llevó. Por ello, al ver esta película, uno se reencuentra con sueños que fueron arrastrados hacia las cunetas devoradoras de la vida y, tal vez, con alguna que otra realidad gratificante. Dicha esta primera y petulante reflexión, la película deja buenas vibraciones, no se si tantas como para recibir el máximo galardón académico, pero las suficientes para reconocer que es un meritorio trabajo de Michael Anderson como director, de Lionel Lindon. como responsable de una excelente fotografía que hermosea aún mas un mundo que, a pesar de nuestras iniquidades era y sigue siendo hermoso, y de la batuta directora de Victor Young dando ritmo y compás a una partitura mas que notable.

Probablemente, y en la medida que el mundo ha empequeñecido, a lo cual no es ajeno el auge de los transportes, el boom de Internet y la supremacía sobre los demás, del llamado cuarto poder (el de las comunicaciones) la vuelta al mundo puede darse, virtualmente, en 80 nanosegundos y hasta en menos, que uno no anda muy puesto en milimétricas temporales y además aquellas fotografías en sepia de Verne se han quedado desenfocadas a velocidades vertiginosas. Ello no implica que la película haya desmerecido sino simplemente que hay que cambiar nuestra mentalidad y verla, si es posible, con aquellos ojos a los que vencía el sueño fijos en una viñeta que mostraba a Philleas Fogg y a Picaporte surcando el cielo con un majestuoso globo sobre los castillos del Loire.

Quiero detenerme en el gran plantel de actores. David Niven tiene una apariencia tan británica que sería difícil encontrar otro actor tan ajustado al papel. Mario Moreno “Cantinflas”, pone la nota de un humor muy distinto al inglés. Mucho más meridional e hispano, o mexicano si lo prefieren, pero con el equilibrio justo entre el humor inteligente y la comedia bufa, sin astracanadas fueras de lugar ni secuencias fáciles de risa floja. El baile que se marca Cantinflas en la taberna española quiero calificarlo de genial, lo mismo que su actuación en el ruedo al lado de un diestro de la talla de Luis Miguel Dominguín. Al lado de ellos, una larga lista de auténticos divos/divas de las tablas. Shirley MacLane, Charles Boyer, Peter Lorre, John Carradine, George Raft, Fernandel, Frank Sinatra en cameo y, entre otros muchos, Marlene Dietrich, reconocible al instante por sus piernas enfundadas en medias de seda negra al más puro estilo Lola, Lola (El ángel azul).

Esto es un retorno al pasado, no el de Tourneur sino el nuestro. Ya sabemos que el cine hoy es de otra manera y que hay otras historias que rompen y rasgan mucho más que las de Verne. Al menos yo lo se pero ¿Qué le hago? si todavía me sorprendo al descubrir que viajando en la misma dirección que el sol se gana un día…
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43 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
4
Espectáculo desfasado
Me resulta difícil valorar una película como ésta, impecablemente realizada, pero completamente desfasada para el espectador de hoy en día. Las interpretaciones me convencen, empezando por un David Niven que hace de perfecto caballero inglés, arrogante y quisquilloso hasta la exasperación, y un Cantinflas que -hasta sus críticos tendrán que reconocerlo- demuestra que es un gran cómico y que puede con todo lo que le echen encima, incluso con una superproducción norteamericana que, a priori, debería achantarlo, teniendo en cuenta que procede de un cine mucho más modesto. El resto del reparto está a la altura, aunque algunos cameos (el de la Dietrich, por ejemplo, o el de frank Sinatra) están fuera de lugar (no así el de Buster Keaton, al que se rinde un homenaje entrañable). El diseño de producción es sobresaliente; maravillosos los trajes, los escenarios y, en general, la recreación de esa sociedad decimonónica que el mismo Julio Verne evoca en sus novelas. El viaje de Phileas Fogg y Passpartout (Picaporte en el doblaje español) por el mundo quizá no nos descubra nada nuevo, empachados como estamos de programas como 'Pilot Guides' o 'National Geographic', pero las bellas estampas que desfilan ante nosotros mantienen intacta su capacidad para asombrar (la imagen de esas embarcaciones de vela remontando el Nilo es para enmarcar).

Continúo en 'spoiler' por falta de espacio.
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36 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
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