Dinamita Jim (1966)

Poco que añadir a la sinopsis de FA. Y eso que la presentación es de lo más dinámica y entretenida, con su música y sus aires pop de los sesenta. También se agradece ver caras hispanas bien conocidas, que los muchachos le tiren más al vino que al whisky o los paisajes de la ribera del Cinca y los secos montes de Fraga.
Poca cosa más a salvar del resto. Un pistolero dandy y ligón, Jim Farrell (Dávila), que tiene que espantarse las mozas que lo acosan a cada momento. "¿Por qué no matas a mi marido, Jim, es un hombre tan aburrido ...?", o ver por allí al mejor mexicano del cine español haciendo de Pablo Reyes (Sancho).
La peña va tras medio millón de dólares en oro en plena guerra de Secesión, con un indio pelado que se sujeta una pluma con lo que simula un cinturón de cuero, otro que parece un inmigrante del Amazonas que lanza flechas envenenadas con su cerbatana, lo que parece la Banda del Empastre acompañando al Silver Star Cirqus.
Pocos personajes, los extras debían salir caros. En fin, todo muy flojo. Tanto que parece premeditadamente chapucero, como si el mismo director no se tomara muy en serio la cosa. Lo que tal vez lo haga más meritorio en el fondo.
Para pasar el rato y para evocar las tardes juveniles de sesión doble en el cine.

Penoso western, con toquecitos de comedia, de los que filmaba como churros Alfonso Balcazar en un poblado del oeste que hizo construir junto al cementerio de Esplugas, justo a las afueras de Barcelona. Los interiores están filmados en los estudios que tenia el mismo productor y director también en Esplugas, y a través de las puertas o ventanas se ve siempre una mala pintura detrás que simula casas de madera o un paisaje. Todo tiene un aspecto tan cutre y tan pobre, que más que serie B deberíamos clasificarlo como serie Z. El argentino Dávila, por otra parte, habla el castellano del doblador de turno y Fernando Sancho, como siempre, hace de mejicano gordo y malote. Parece mentira que la gente pagara su entrada en el cine para ver birrias como esta.