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The Magic Mountain (2015)

The Magic Mountain
85 min.
6,3
35
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Sinopsis
The Magic Mountain sigue las aventuras del escalador y fotógrafo Adam J. Wrinkler, que luchó en Afganistán contra los soviéticos en los años 80. La directora empleó una técnica altamente artística basada en el collage para animar ciertas partes de la película. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Aventuras Animación Documental Cine experimental Guerra de Afganistán-URSS
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Rumanía Rumanía
Título original:
La montagne magique
Duración
85 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Premios
2015: Festival de Gijón: Mejor película de animación
6
El alpinista
"The magic mountain" es el cuarto largometraje de la directora rumana Anca Damian. Ganadora de la Mención Especial del Jurado en el pasado Festival de Karlovy Vary, ex-aequo con la italiana Antonia, se trata de la segunda parte de una trilogía temática que aborda el heroísmo, y que dio inicio en 2011 con la aclamada "Crulic, camino al más allá". En esta ocasión, la historia se centra en el alpinista polaco Adam Jacek Winkler, conocido por su entusiasta lucha anticomunista y su participación frente a la intervención soviética en Afganistán. Desde su establecimiento en París como refugiado de la Segunda Guerra Mundial hasta su muerte, la película nos presenta a un personaje que representa en su vida el período de gran convulsión sociopolítica experimentado durante la segunda mitad del siglo XX. El avance de la Guerra Fría, las protestas de Mayo del 68 y demás escenarios se observan desde el punto de vista de Adam y su firme convicción ideológica.

Como en su predecesora, Damian elige el formato de docudrama ficcionado en el que sigue la historia real de un personaje, y de la misma manera, la forma de representar estilísticamente la narración es mediante una amalgama de distintas técnicas de animación y estilos de dibujo, entre los que se encuentran distintas modalidades de stop motion, collage, garabatos y óleos, utilizando además varias fotografías y grabaciones reales. Esa mezcla en principio heterogénea y poco justificada, en la que la figura del protagonista se transforma entre escena y escena hasta un punto en el que la representación visual del personaje y de su entorno nada tiene que ver de una secuencia a otra, se adapta a la perfección a la narrativa biográfica de la película, permitiendo a la directora retratar distintas etapas de la vida de Adam en las que el énfasis en todo momento está en su percepción subjetiva y posicionamiento moral, sin intención de ofrecer un retrato meramente expositivo sino de adentrarse en la psique de su personaje, logrando con ello un resultado de base irregular pero de una tremenda sensación de solidez global y coherencia interna.

Lamentablemente, en la comparación con "Crulic" se dejan ver unas carencias que convierten este segundo filme de la trilogía en una obra inferior y significativamente menos memorable. Parte de esto se debe al propio material de base, la elección de una historia menos visceral, más basada en decisiones y convicciones personales y menos en circunstancias de puro énfasis emocional, con lo cual la empatía del espectador con Adam es menor, más selectiva y se reduce en ocasiones a compartir o no sus inquietudes. Pero tampoco debe pasarse por alto el enfoque de Damian, quien vuelve a representar un punto de vista carente de objetividad en el que se deja ver su identificación con el personaje que describe, llegando en ciertos puntos a parecer que directamente glorifica su lucha y convicción moral; y lo que en la ocasión anterior funcionaba al presentar una situación de indefensión con la que no resultaba nada difícil identificarse, adquiriendo un tono de denuncia social sobre una situación cruel e injusta, en ésta confía simplemente en la proximidad de un punto de vista ideológico, lo cual reduce y casi minimiza la conexión emocional con el espectador, o como poco la condiciona muy estrictamente.

No quiero decir con ello que la obra carezca de habilidad para estremecer y hacer sentir a quien la ve, porque Damian maneja con mucha pericia su gran variedad de recursos estéticos. Y no hay duda de que es capaz de captar con efectividad la emoción de muchos momentos concretos; por ejemplo en su representación de la incertidumbre y el miedo cotidianos durante la etapa de Adam en la guerrilla afgana, en contraste con la mayor viveza de las escenas que retratan su “despertar” ideológico y la adquisición de su compromiso en la lucha anticomunista. Pero en lo referente al todo, a la visión global de la cinta, ésta queda irremediablemente coja y da una sensación de hermetismo, de que la autora se ha limitado a expresar su complicidad con el personaje sin transmitir el por qué de ésta al espectador. La exploración de sus motivaciones y de su trayectoria se hace en exceso superficial, no se ahonda de una forma meticulosa en la raíz de su progresión moral.
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6
La montaña de Adam J. Wrinkler
Adam J. Wrinkler es un individuo que desde los primeros años de su vida tuvo que luchar contra alguien. Nació en una época difícil, justo durante un período en el que Europa se destrozaba con dos grandes conflictos bélicos. En el segundo de ellos, el propio Wrinkler aseguraba que jamás creería odiar a alguien tanto como a los nazis, pero se equivocaba. Los comunistas, muy fieros durante la era estalinista, se convertirían en el verdadero enemigo de su vida. Tras esquivarlos y, a veces, encararlos, su momento cumbre llegaría en los años 80 con la invasión soviética de Afganistán, una guerra en la que Wrinkler tenía claro el bando en el que quería luchar.

La vida de este hombre se desmenuza en The Magic Mountain, nuevo largometraje de animación de la rumana Anca Damian que hace cuatro años ya deslumbró con Crulic, cinta que también seguía las desventuras de un personaje nada afortunado en un relato basado en hechos reales. En esta ocasión, Damian vuelve a apostar por un formato cercano al docudrama en el que, pese a lo interesante que pueden resultar las andanzas del protagonista, lo verdaderamente noticiable se halla en el estilo visual que atesora, tan arriesgado como verdaderamente prolífico para desarrollar los temas que pretende poner sobre la mesa.

No es pecado señalar que la animación debería ser un terreno fértil para la experimentación, habida cuenta de que incluso las películas más comerciales ya adoptan tintes surrealistas en materia argumental. Anca Damian parece pensar exactamente esto, ya que The Magic Mountain se convierte en un cúmulo de recursos y técnicas al servicio de la historia. Un collage formado por recortes de periódico, maquetas de cartón, escenarios construidos con materiales muy elementales e incluso vídeos de archivo, entre otras muchas características. Desde el principio queda claro que no vamos a disfrutar de una cinta de animación al uso, por lo que es fácil que aquellos que estén predispuestos a sumergirse en una espiral de caos visual queden atrapados por esta corriente de surrealismo.

Mediante el uso de esta técnica, por la pantalla van desfilando los diferentes episodios de la vida de Wrinkler, acompañado por su propia voz en francés con la que va narrando los acontecimientos a su hija. Lo bueno es que Damian no abusa de la potencia visual del relato, de manera que The Magic Mountain no llega a cargar la vista siempre que hayamos aceptado sus peculiaridades desde un primer momento. Donde sí tiene más problemas la cineasta rumana es a la hora de mantener el interés desde una perspectiva argumental. La supuesta introducción se hace tan larga que, cuando creemos que toda la trama va a estar nutrida de esta diversificación por etapas, llega el núcleo central de la historia y todo parece paralizarse. No hay una estructura narrativa clara si comparamos esa fase introductoria con los hechos que acaecen en Afganistán, ya que estos se desarrollan de una manera bastante más lenta que, además, interrumpe un tanto el progresivo avance que la cinta estaba acometiendo en su experimentación visual.

Dejando de lado esta falta de coherencia en cuanto a las pretensiones narrativas, cuyo negativo desorden no tiene nada que ver con el positivo caos que refleja a nivel audiovisual, The Magic Mountain es una obra que merece mucho la pena visionar. Anca Damian ha vuelto a moldear una película tremendamente atractiva, cuyas imágenes poseen un poder de seducción sólo a la altura de la importancia que poseen para el terreno de la animación, donde estas propuestas más alternativas continúan reinventando un género que da para mucho más de aquello con lo que a veces nos conformamos.


Álvaro Casanova - @Alvcasanova
Crítica para www.cinemaldito.com (@CineMaldito)
53 Festival Internacional de Cine de Gijón
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