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El abanico de Lady Windermere (1925)

El abanico de Lady Windermere
98 min.
7,2
587
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Trailer
Sinopsis
La señora Erlynne, mujer de dudosa reputación, regresa a Londres y manda llamar a Lord Windermere. Le revela que es la madre de su esposa, a quien ésta cree muerta, y exige dinero por su silencio. También solicita una invitación a la fiesta de cumpleaños de Lady Windermere, pero ésta se niega. La señora Erlynne toma la carta de rechazo por la invitación y se presenta en la fiesta, desatando los celos de Lady Windermere. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia Drama Cine mudo Comedia sofisticada
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Lady Windermere's Fan
Duración
98 min.
Guion
Fotografía
Compañías
Grupos
Adaptaciones de Oscar Wilde
Links
8
¿EL TOQUE? : SE ESTÁ GESTANDO
Lubistch es un director cuya categoría cinematográfica está fuera de discusión, sin contar, evidentemente, con aquellos que se complacen en reventarlo todo, solo por el hecho de ser incapaces de comprender ni valorar nada. Digo esto por alguna crítica sin sentido que acabo de leer acerca de su película El abanico de Lady Windermere.

Decir que Lubitsch, en su etapa USA, se vende a los americanos, quienes le dan la fórmula del éxito es manifestar la basta (a propósito con b) cultura de que se dispone. En todo caso la fórmula del éxito se debe a la obra literaria de un escrito irlandés universalmente conocido como fue Oscar Wilde, quien en esta comedia satirizaba la hipócrita moralidad de la sociedad victoriana.

O sea, que va a ser que no. Que los americanos no le vendieron nada a Lubitsch sino al contrario. Este les vendió la vasta (a propósito con v) cultura europea.

Con ello no estoy diciendo que sea la mejor obra de Lubitsch, ni que tenga su famoso toque. Nada de eso. Ahora bien, el director berlinés introduce esos elementos diferenciales y esas pinceladas de humor que poco a poco le van haciendo reconocible para los espectadores. Quienes hayan visto, Las hijas del cervecero (etapa alemana) y especialmente Los peligros del Flirt (etapa americana) comprenderán lo que quiero decir. La escena del hipódromo con sus “visones y cotorras” y sus anteojos está francamente bien conseguida. Lo mismo que los “engaños” en las que no se muestra a alguno de los engañadores. O la diferencia entre las delicadezas de una primera visita a la dama a a quien se desea cortejar y las posteriores visitas habituales.

Es Lubitsch. No hay duda...

¿Y el toque?: Se está gestando...
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15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
La importancia de llamarse Ernst.
Llevar al mudo una obra del Profesor de estética es complicado. Nos vemos privados de los diálogos en los que participan Graham y Dumby, por ejemplo, que son santo y seña del estilo cínico y frívolo del dramaturgo.

En todo caso, hay paralelismos entre los mundos de Oscar Wilde y Ernesto (doble sentido y sugerencia rijosa). Y pese a las diferencias evidentes entre ambos formatos (cine y literatura), sí creo que existen momentos en los que la imagen recoge la esencia de la palabra con la misma intención y resultado incisivo e irónico (la pluralidad de perspectivas de los binoculares-espías es un gag que encuentra resonancia directa en la aviesa intención de frases de la obra teatral).

La cinta incorpora alguna variedad espacial de escenarios inexistentes en la obra original (el hipódromo) para darle vivacidad cinematográfica a la configuración de la trama, y simplifica el hueso de la retranca wilderiana dialogada –como es lógico- simplificando la estructura y cambiando definitivamente de ubicación la revelación del nexo entre las dos protagonistas (en la peli se comenta al principio mientras que en la obra teatral sucede más tarde… y además por recomendación ajena, ya que Wilde por lo visto pretendía no soltar prenda hasta el final).

El plano último introduce un chascarrillo en el desenlace de la historia, y aporta algo del humor Lubitschiano anticipando parte de la sutileza cinematográfica de dobles giros que habría de venir (pese a que el juego de puertas en esta cinta no existe, al mostrarse el contenido de las habitaciones –a través de la cerradura o entrando nosotros directamente en la estancia- en un remarcado propio del mudo pero impropio del cineasta).

En fin, interesante ejercicio para comprobar el manejo expresivo del plano de Lubistch a la espera de que esos detalles acabaran por conformar el famoso tono propio.
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12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
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