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The Exile (1915)

The Exile
65 min.
5,4
25
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Sinopsis
Una joven descubre que su moribundo padre no es en realidad su progenitor. El verdadero fue asesinado por su madre, que está en la cárcel. La joven abandona el pueblo y se va a la ciudad a servir en casa de una familia adinerada. Allí, se enamora del apuesto hijo de sus patrones, a la vez que la madre sale de la cárcel y vuelve al pueblo... (FILMAFFINITY)
Género
Drama Romance Melodrama Cine mudo
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Hungría Hungría
Título original:
A tolonc
Duración
65 min.
Guion
Fotografía
Compañías
Links
8
“Toda desgracia trae consigo algo positivo”
Fue, ésta, la 8a película de Michael Curtiz, un grandioso director que inició su carrera en 1912, haciendo tres películas por año. Dos años después, hizo ¡seis películas!, siendo la segunda, <<EL VAGABUNDO>> (A tolonc) título que tomó de la obra en que se basa, escrita por Ede Tóth (1844-1876), un dramaturgo húngaro que falleciera a la temprana edad de 31 años, pues, desde que nació heredó la frágil salud de su madre y, víctima de tuberculosis, falleció en Budapest cuando ya había dejado para la posteridad varias obras de teatro, poemas y canciones. Con, “El Vagabundo”, Tóth había ganado el premio Oro en el concurso de Teatro Nacional, en 1876, y la obra se publicó póstumamente, en 1878.

Hay que recordar que, junto a Sándor Korda y Jenö Janovics, quien también haría el guion del filme que nos ocupa, Michael Curtiz conformó la gran tríada de pioneros del cine de su país y <<EL VAGABUNDO>>, surge con un enorme mérito, pues, es la primera película húngara y probablemente europea, que, colmada de entendimiento vivencial, asume al Fatum como ese magnífico personaje invisible que, sin hacer palpable su presencia, va manejando los hilos para que todo mal se traduzca en un inesperado bien. De aquí, esa frase que, en algún momento, sirve para proseguir la historia: “Toda desgracia trae consigo algo positivo”; y el título, fue particularmente elegido porque, es precisamente El Vagabundo, el personaje que se convierte en instrumento del universo para que, los anhelos de dos seres esperanzados e inocentes, puedan llegar a cumplirse.

Todo funciona matemáticamente: El bien y “el mal” se entrecruzan en los momentos precisos y los hilos del destino van trazando ese hermoso juego de la vida donde, al final, todo se cumple según el camino que cada quien ha venido trazando.

En el cine de Curtiz, desde entonces, es muy común encontrar elementos claves que juegan en esta línea y, “The Proud Rebel” (1958), surgirá años después como la confirmación más idónea de su profundo entendimiento.

El guion de, Janovics -quien seguiría colaborando con Curtiz en otros filmes de su época húngara- preserva la estructura teatral al separar la historia en cuatro actos como la obra, pero Curtiz se ocupará de recrear efectivos exteriores y de dar a la puesta en escena un estilo bellamente cinematográfico.

Película extraviada hasta años recientes cuando, tras ser reencontrada en New York, fue devuelta a Hungría para que los laboratorios de Budapest se ocuparan de restaurarla cuidadosa y muy bellamente, con película monocromática adecuada a los diferentes ambientes. Quedaron perdidos para siempre, mínimos trozos que hacen visibles pequeños saltos en una o dos escenas, pero, por lo demás, la película luce impecable y da gusto ver el título más antiguo que, a la fecha, se encuentra disponible de la filmografía de uno de los más prolíficos, coherentes y grandes directores que haya dado el séptimo arte.

Y cuánta razón tiene Sára: “La honestidad devuelve un día la felicidad a los más pobres”.
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6
Comienzos
Es un tiempo en que el cine trata de imitar al teatro y así llevar sus dramas a los pueblos donde no llegaban las buenas compañías y los grandes actores. En general se trata de montar unos decorados, casi siempre interiores, por donde los actores deambulen ante una cámara quieta. En esta película, el mejor ejemplo es la escena del café donde los dos amigos están bebiendo y hay un continuo movimiento de camareros, vendedoras y las muchachas de la orquesta. Un buen director, y Curtiz ya apuntaba, incluye en los momentos oportunos los planos medios y primeros planos de los actores que exageran su interpretación como si estuvieran en un escenario de teatro y los últimos de la fila tuvieran que ver sus gestos y escuchar sus palabras. Curtiz trata de contenerlos, pero está claro que todavía los actores eran los divos y el director no pintaba mucho para ellos. Otra muestra más de la influencia del teatro es dividir la película en partes, o como también se llaman en teatro, en actos. Las historias, mezcla de drama y de comedia, no podían ser muy complicadas, pues cualquiera, con la mínima preparación pero con gran sensibilidad, tenía que entenderlas, y muy especialmente las mujeres, que en esos momentos llenaban las “salas” de cine que en cualquier pueblo se montaban, mientras los maridos se emborrachaban en el bar. Y sobre todo que no falten los elementos del folklore nacional, vestidos y bailes (la música, aparte). Una película sólo recomendable para los amantes de la historia del cine, de la que sin duda Michael Curtiz es elemento fundamental.
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