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Empty Man: El mensajero del último día (2020)

Empty Man: El mensajero del último día
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Si no me equivoco, dentro del first-look deal que tiene Fox con la editorial de tebeos "Boom! Studios" para hacer cine, "The Empty Man" ha sido el primer (¿único?) proyecto en realizarse. Una película muy interesante, pero ensombrecida por su difícil proceso de producción y estreno. Un ciclo sin duda tortuoso, que se remonta al año 2016, para la opera prima de David Prior, director del material extra del DVD en las pelis de Fincher y protegido suyo. En pocas palabras, la parte final de la filmación, en Chicago, tuvo que suspenderse unos meses por mal tiempo. Durante esos meses, Mark Roybal, ejecutivo de Fox y valedor de la particular visión de Prior a la hora de acercarse al material de base, más o menos respetuosa en el fondo, pero no en la forma, abandonó el estudio, provocando un nuevo retraso en una película todavía sin terminar. Cuando llegó un nuevo ejecutivo, Fox presionó a Prior para que entregara su corte lo antes posible, pues, debido a los retrasos, la producción corría el riego de perder la devolución fiscal acordada con Sudáfrica, ya que el grueso de la filmación tuvo lugar en Ciudad del Cabo. Llegamos ya a 2019, cuando la adquisición de Fox por parte de Disney produjo retrasos en el estreno y una pérdida de confianza en una película, por otra parte, nada fácil de vender. Además, para redondear la situación, esto del virus Sars-CoV-2 se apuntó a la fiesta en 2020. "The Empty Man" terminó estrenándose el pasado octubre en Estados Unidos, con una campaña publicitaria que sólo duró una semana y con un trailer engañoso, que la hacía parecer terror juvenil. Pero nada de esto importa mucho, porque hay que valorar la peli, no sus circunstancias.

¡Y es una buena película, demonios! Empieza con un dilatado prólogo que hace poco más —y nada menos— que establecer el tono: fotografía fría, escalofriante aire de extrañeza e instrumentación pesada, imponente, creada por el músico sinfónico Christopher Young y el artista experimental Lustmord. Pasado el prólogo, notamos la influencia Fincher en el estilo de Prior, quien opta por una paleta melancólica de grises y azulados, un ambiente sombrío y movimientos de cámara pausados, cuidadosos, deliberados. Tristeza subrayada por el buen uso de Prior también de los silencios. Durante su primera mitad, cuando "The Empty Man" parece una cinta adolescente, tipo las infames "Slenderman" y "The Bye Bye Man", encontramos también algunas efectivas imágenes de violencia. Pero la peli va mutando hacia un relato arthouse sobre sectas más complejo, abstracto. Un componente cada vez más acusado de surrealismo va penetrando en la historia, ofreciendo momentos auténticamente sobrecogedores, como un rebaño humano moviéndose al unísono, un vídeo VHS infernal o un contrapicado con cielo nocturno de fondo que se vuelve completamente loco. James Badge Dale enfrenta todo esto como un protagonista cumplidor; consigue transmitir incluso cierta traumatizada profundidad. Un detective firme, valeroso, ya no noir, como en el tebeo original, aunque con algún punto irónico que se agradece en una peripecia tan desquiciada. Tras un prólogo de turistas en peligro, un segmento juvenil y otro casi folk horror, la película da un nuevo giro, cerca del final, que busca hacernos dudar de todo, incluso de en qué realidad estamos. Un giro sin sentido desde lo narrativo, pero muy pertinente en lo temático.

"The Empty Man" posee un subtexto rico, buena medida de la ambición de Prior. Con un poso reaccionario (semejante al cine de Ari Aster), que no percibí en el cómic, la peli aborda la viralidad, el sectarismo y lo alienante de ver el mundo como un lugar sin verdades absolutas. Para representar el barullo de (des)información del mundo actual, que conduce al citado sentimiento de inseguridad, David Prior utiliza al filósofo Jacques Derrida —cuyo deconstructivismo afirmaba que, frente a un texto, será imposible determinar una lectura como la buena— y también dos vertientes del solipsismo. Por un lado, el relativismo sofista (la sentencia más famosa de Gorgias se cita directamente), según el cual hay tantas verdades como personas crean estar en la verdad. Y por otra parte, las filosofías orientales que buscan la anulación del yo, la fusión de éste con el universo. En la peli, este universo se describe como la Noosfera de Teilhard, sólo que sustituyendo el Cristo Universal por el ciberespacio. Los social media han favorecido la aparición y difusión de tantas microculturas como imaginemos. Muchas de ellas bizarras para el sentido común. Cada microcultura tiene gurús, quienes transmiten ciertas verdades que son recibidas y defendidas por sus acólitos. Si no te gusta esta realidad o no soportas vivir en ella, siempre puedes tomar el puente, un símbolo central en la peli, que conduzca a la realidad que más te plazca. Aunque, claro está, corres el riesgo de extraviar algo por el camino. Perder la propia individualidad, la capacidad de pensar por uno mismo bajo el mandato de esas verdades reconfortantes, surge como la principal amenaza de esta interesante pesadilla, con tintes lovecraftianos.
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70 de 76 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
No se debía comprender
Nada existe. Aunque exista algo, no se puede conocer. Aunque se pueda conocer, no se puede explicar. Aunque se pueda explicar, no se puede comprender. Así son los extravagantes y sabios rezos de esta secta que sólo puede ser superada por la también inquietante pero más cachonda secta de Eyes wide shut. La primera película de ficción de David Prior está llena de referencias cinéfilas del cine de terror más granado: El hombre de mimbre, La semilla del diablo, Ringu o más bien The Ring, Sinister, Alien..... y una estética apocalíptica de una ciudad con una lluvia eterna fotografiada al mejor estilo Fincher (Seven). No es casualidad, este novato director en la ficción hizo unos documentales de las magníficas La red social y Zodiac. Es evidente que nos encontramos ante un director de raza, cinéfilo, nada académico a pesar de sus gran conocimiento del medio, que se ha forjado viendo muchas películas y leyendo muchos guiones (no obstante según la ficha de imbd es también productor y no es ningún jovencito, tiene 52 años). Un tipo a lo Tarantino pero en el denostado mundo de las horror movies, una basura para muchos, una delicia para los menos. ¿ Es que el monólogo final de Ash, el humanoide de Alien, recitado por el gran Ian Holm no está entre las mejores páginas escritas en tan "noble" arte?.
Es una gran película en su extraordinario prólogo, en su desarrollo a lo thriller finchiano, en la creación de atmósferas a partir de una leyenda urbana ridícula, en el uso de la magnética banda sonora, en la planificación y los movimientos de cámara siempre funcionales y, sobre todo, en cómo fusiona sus referencias sin chirriar, haciéndolas suyas con mucha personalidad y engarzando cada secuencia, una detrás de otra, con gran pericia. Falla en sus decepcionantes flashbacks finales, explicativos y redundantes de aquello que había sido construido con tanto esmero y que merecía un final más oculto, más oscuro, más esotérico. Exigencias del mercado que le emparentan aún más con Fincher o , a su modo, con Shyamalan. ¿Cómo hacer una película comercial sin caer en el hoyo de la vulgaridad?. En todo caso, un director a seguir, inteligente y con mucho oficio a pesar de ser su primer largometraje de ficción. Esperemos que no se quede ahí, como tantos otros y supere la presión. Lo tendrá más fácil porque la críticas son malas
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28 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
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