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La habitación en forma de L (1962)

La habitación en forma de L
126 min.
6,8
190
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Escena (VO)
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Sinopsis
Jane (Leslie Caron), una joven francesa soltera y embarazada, llega a Londres y alquila un cuarto en una sórdida casa, cuyos huéspedes son toda clase de marginados. Cuando piensa en la posibilidad de abortar, se siente muy infeliz. Mantiene una relación sentimental con Toby (Tom Bell), un joven escritor que vive en la misma casa. Con el tiempo entabla amistad con la gente de la casa, pero sigue sin resolver dos problemas: qué hacer con el niño y con Toby.
Género
Drama Free Cinema
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Reino Unido Reino Unido
Título original:
The L-Shaped Room
Duración
126 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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Premios
1963: Oscar: Nominada Mejor Actriz (Leslie Caron)
1963: Globos de Oro: Mejor actriz drama (Caron), nominada a mejor película extranjera
1962: Premios BAFTA: Mejor Actriz Británica (Leslie Caron). 3 nominaciones
1962: National Board of Review: Top 10 mejores películas
1963: Círculo de Críticos de Nueva York: Nominada a mejor actriz (Leslie Caron)
7
Un lugar en la cumbre (del edificio)
El free cinema fue un movimiento difícil de aprehender. Menos definido por una estética (nouvelle vague) o por una temática (neorrealismo) encuentra su ligazón y, paradójicamente, su identidad al convertirse un tanto en la réplica cinematográfica de la dramaturgia de los “Jóvenes airados”, carga teatral y verbosa que el free cinema siempre arrastraría. Con las mimbres de un realismo basado en la anodina y anonada vida de la macilenta clase trabajadora inglesa pone en solfa la pompa burguesa y moral británica de la época. Fiel representante, “La habitación en forma de L” repite las virtudes y clichés de esta corriente:, desempleo, cochambre, doble moral, parasitismo y acritud en escenarios domésticos y vecinales, algo claustrofóbicos y bastante cutres, donde se concitan personajes airados contra todo y contra todos en virtud de su propio desconcierto y de una vaga conciencia anómica que los torna irascibles pero incapaces de reaccionar. A diferencia del compromiso neorrealista o de los escapes y escapismos de la nouvelle vague aquí se retrata la conformidad con la crisis y cierta acomodación a los principios que la generan, temática iterativa en esta corriente (“Un lugar en la cumbre” (1958), “Un sabor a miel” (1961), “Esa clase de amor” (1962). Esta ética de ambigüedad es transfundida por Forbes a unos personajes duales y tramposos en la moral, en la sexualidad, en la solidaridad y en el amor, confinándolos en el ínfimo edificio -trasunto de los propios personajes-, desde el submundo prostibulario del sótano hasta el falso séptimo cielo abuhardillado de la protagonista, una acertada Leslie Caron poniendo fin a las dulces francesitas de los danzantes y felices cincuenta y mutándose en angry young girl de los contestatarios sesenta. Es justo en esta semblanza donde, anacrónicamente, estriba la vigencia de un movimiento, hoy casi olvidado, y que nos recuerda que los movimientos airados se repiten cíclicamente y que por aquellos años en todas partes cocían habas. En aquel mismo otoño del 62 y en aquel mismo Londres de estas cuitas un incierto cuarteto lanzaba Love me do y la gente empezó a soltarse el pelo: el free cinema había muerto, había nacido el cine pop.
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13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Transgresión
The L-Shaped Room (La habitación en forma de L, 1962) se trata de una película dirigida por el cineasta británico Bryan Forbes, que cosechó una buen acogida crítica (ganó el premio BAFTA a mejor actriz, además de aparecer en los Oscar), y que se ha clasificado sistemáticamente como una obra dentro del movimiento del Free Cinema británico. La película, que cuenta con guión del propio Forbes, adapta la novela de Lynne Reid Banks de título homónimo.

Nada más terminar de verla, uno se da cuenta de lo transgresor que debió resultar el filme en su época. Desafortunadamente, a diferencia de otras películas del movimiento británico como The Loneliness of the long distance runner (La soledad del corredor de fondo, 1962) dirigida por Tony Richardson en el mismo año, la obra de Forbes sólo resulta rompedora en el aspecto temático, porque en su forma nos encontramos con una película demasiado titubeante. Pero esto no nos debe desanimarnos ni enturbiar la realidad: Aún hoy en día, más de cincuenta años después de que fuera rodada, la película sigue impactando. El guión es sin duda lo mejor del filme, y aquí quizá haya que mencionar la obra literaria en la que está basada, porque sin duda la fuerza de los personajes (junto a la interpretación de Leslie Caron) es lo más destacable de la obra. Nos encontramos con una mujer francesa, interpretada por la magnífica Leslie Caron que está embarazada, no sabemos de quien, y que decide trasladarse a Inglaterra huyendo de su pasado. Allí alquila una habitación y se encuentra con los que serán los personajes protagonistas restantes, un escritor frustrado, interpretado por Tom Bell, que aún no ha conseguido publicar nada destacable, y un personaje de color, interpretado por Brock Peters, que toca en un club de jazz. Rápidamente entre estos tres personajes se establece una interesante relación, que resulta más que simpática teniendo en cuenta la condición de outsiders que simbolizan estos tres personajes. (además de confrontar a la juventud de los personajes con una sociedad envejecida más conservadora) La película llega incluso a plantear una posible relación amorosa entre un personaje de color negro y la protagonista, algo ciertamente chocante si tenemos en cuenta tanto la fecha de producción de la película así como el contexto tan enfermizo que subyace detrás de esta relación (recordemos la escena en la que ambos protagonistas se conocen, con la cabeza del personaje que interpreta Brock Peters asomando encima del armario, en lo que es casi una escena de terror). Una relación que aunque no llega al menaige a trois, si tiene algunos retazos de esta.

La película demuestra porque el Free Cinema es un movimiento que hoy en día resulta tan reivindicable como la Nouvelle Vague francesa, que fue coetánea y que hoy en día resulta mucho más valorada, por desgracia. Porque mientras Truffaut y Godard empezaban a revolucionar las formas del cine con historias que siendo sinceros, era en la mayoría de los casos totalmente intrascendentes, en el Reino Unido se vislumbró la posibilidad de utilizar el cine como una herramienta transgresora, capaz de realizar cambios en la sociedad, mostrando las heridas de su tiempo, en una visión que hoy calificaríamos como propia de T. Adorno. Es cierto que siempre existieron visiones personales, ya desde ese cine mudo sueco con Sjöstrom a la cabeza que se dedicaba a cuestionar ciertos problemas existenciales, pero hasta la aparición del Free Cinema no había habido un grupo tan compacto y unido. Y eso que ligar el nombre de Forbes al Free Cinema resulta cuestionable. Más bien podríamos decir que Forbes cogió esa esencia revolucionaria que estaba en el ambiente y la enmascaró con su propia esencia, no en vano, Forbes no volvería a dirigir una película que podamos limitar dentro del Free Cinema. A diferencia de la burguesía relatada en las películas francesas, aquí nos encontramos con una clase trabajadora junto con todas sus miserias. El subgénero “Kitchen-Sink” resulta más que obvio en esta obra, teniendo en cuenta que precisamente el ambiente es un protagonista más (incluso si seguimos el título de la película, el principal) y que esa vida cotidiana de la clase media-baja trabajadora inglesa aparece fielmente relflejada.

Algunos señalaron que la película suponía un camino intermedio entre el cine totalmente independiente de la Woodfall y el sistema más mainstream inglés. Lo cierto es que esta definición es bastante acertada. A pesar de la temática tan transgresora que cuenta el filme, las pretensiones de llegar a un basto público se mantienen desde el primer momento en que la producción decidió contar con una actriz totalmente reconocible como Leslie Caron en el papel principal



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8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
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