Una flor del camino (1924)

Casi todo el mundo se siente atado a alguien, o a algo, de lo que quisiera liberarse. A veces pasan años, y años… y se sigue encadenado a ese hecho, o a esa persona, como si fuera un castigo que debiéramos soportar por el resto de nuestra estancia aquí en la tierra. Cuando es una persona las que nos ata, lo que ocurre con mayor frecuencia es que, por costumbre, responsabilidad, dependencia, incompetencia o por miedo, nos sentimos incapaces de asumir el ejercicio, en tres pasos, que nos reclama la vida: Toma la decisión > Prepara una buena partida > y ¡Márchate!

Cuando es un suceso del pasado, un sentimiento de culpa o un remordimiento, el que nos impide vivir a plenitud el presente, resulta más difícil todavía para el común de la gente, hacer el ejercicio de tres opciones: 1. Autoperdonarse (acepto mi error y asumo el cambio que la vida me reclama). 2. Reivindicarse con aquel o con aquellos a quienes lastimé. Y 3. Rogar al cielo por una ocasión de redimirse y no perder la oportunidad cuando ésta se presente, porque ¡te la van a conceder!

John Woolfolk, está atado al sentimiento de culpa por la muerte de su novia tras caerse del coche en el que él la llevaba; y, Millie Stope, está atada a una isla, creyendo que ha sido condenada a morir en un pantano, por acompañar a su abuelo que sufre traumas de guerra, y con la peligrosa compañía de, Iscah Nicholas, “mitad hombre, mitad niño”, quien se ha enamorado de ella… pero Millie tiene buenas razones para temerle.

Durante un viaje que realiza con su amigo Paul Halvard, John pasa por aquella isla para proveerse de agua… y entonces, como aquel papel que empuja el viento, éste par de seres encadenados, sentirá la llegada de la ocasión precisa que les ofrece la vida. ¿La tomarán o la malograrán?

<<UNA FLOR DEL CAMINO>>, se convierte en una aleccionadora historia, y basada en la novela del estadounidense, Joseph Hergesheimer (1880-1954), mejor conocido por, “Tol’able David” que, Henry King, llevara al cine en 1921, es una de las películas de la época muda del gran, King Vidor, que, preserva su enorme interés por el realismo social y con el que ya demostraba su amplio oficio en la recreación de dramas muy cuidados argumental y técnicamente.

Fue, ésta, una de las primeras obras cinematográficas que dio inicio al interés de captar lo más objetivamente posible la esencia del escritor, para lo cual, Vidor trabajó en una localización en Florida que refleja ese clima cálido y húmedo que describe Hergesheimer, nos enseña su particular flora y fauna, y nos ofrece el singular sabor de las naranjas silvestres, aquellas “cuyo primer gusto es amargo, pero después de un momento te dejan descubrir un sabor inolvidable”.

Con una acertada dirección de actores en la que, Frank Mayo (John), Virginia Valli (Millie) y Charles A. Post (Nicholas), se llevan las mejores partes; y con un ajustado manejo de cada escena (incluyendo poéticos insertos y sobreimpresiones, más llamativos efectos especiales), King Vidor deja para la historia otro de esos filmes que lo iban convirtiendo en uno de los mejores representantes del cine norteamericano.

Título para Latinoamérica: LA TORMENTA