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Casting Blossoms to the Sky (2012)

Casting Blossoms to the Sky
160 min.
6,0
26
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Trailer (JAPONÉS)
Sinopsis
Reiko Endo es una periodista que se encaminahasta Nagaoka para escribir un articulo sobre las causas por las que la ciudad aceptó muy rápidamente acoger a las victimas del terremoto y tsunami sufrido en el pais. Pero tiene otra causa para visitar la zona, y es que allí vive un exnovio, el maestro de escuela Kenichi Katayama, que le ha enviado una carta, pidiéndole que acuda a la ciudad para ver la obra de teatro que ha escrito una de sus alumnas, sobre el bombardeo que sufrió Nagaoka en la segunda guerra mundial. La periodista comenzará a conocer a la variopinta gente de la ciudad. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Histórico Catástrofes Periodismo Vida rural
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Kono sora no hana: Nagaoka hanabi monogatari (Casting Blossoms to the Sky)
Duración
160 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
7
Las heridas de Japón
El director de "House" (Hausu, 1977) regresa a la actualidad con la que con seguridad -y tristeza- será su última película. Nobuhiro Obayashi cuenta ya con 75 años de edad, pero viendo "Casting Blossoms to the Sky" pareciera un jovial adolescente encantado de hacer cine, de usar los códigos como le place y experimenta con el punto de vista formal de sus películas. Si en su Obra Maestra, influenciada por su primera etapa como realizador experimental, conseguía crear una experiencia surrealista amplificada por la connotación de animación cutout, y sublimar los códigos del cine de género, en su último trabajo decide usar estos recursos sólo en momentos muy determinados para así crear una sensación de irrealidad cuando le toca lidiar con aspectos duros de la historia de su país.

Lo que hace Obayashi es exorcizar sus propio demonios y los de su pueblo, y con la excusa de la celebración de unos fuegos artificiales en honor a las víctimas del terremoto que azotó Japón en 2011, decide repasar algunas de las peores catástrofes de su país para hablarnos frontalmente de sus víctimas. Así conocemos testimonios, por ejemplo, de la caída de las bombas en Hiroshima y Nagasaki, o el propio terremoto. El cómo se representa esto en pantalla tiene mucho que ver con la teatralidad, siendo la excusa para este tratamiento la realización de una obra por parte de ciertos estudiantes de una escuela. Así, en paralelo observamos historias reales o representaciones, jugándose con el formato en todo momento para crear una experiencia riquísima a nivel emocional. "Casting Blossoms to the Sky" parece la película perfecta para poner cierre a la carrera de su realizador, comprometida con su causa y la de su país, y aunque al final roza un poco la cursilería cuando necesita cerrar todos los frentes abiertos, es un film necesario y valioso. Que no os asuste su larguísima duración, merece mucho la pena.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Un estallido en nuestros corazones
22:30. 1 de Agosto. El llamado "crisantemo blanco" ilumina el cielo de Nagaoka, su brillo tarda en desaparecer y la oscuridad lo envuelve todo antes del segundo disparo.
Estos segundos entre la oscuridad y la luz son vitales para los habitantes de la ciudad que asisten a este ya histórico festival...

Esa noche de 2.009 Nobuhiko Obayashi está junto a su esposa Kyoko maravillado con el impresionante espectáculo. "¿Por qué serán tan especiales estos fuegos artificiales?...", piensa, "...¿por qué las pausas entre cohete y cohete, por qué la fecha del festival, son tan distintas del resto de festivales en Japón?". El alcalde, Tamio Mori, sentado cerca de él, le pregunta "¿Puedes ver el alma que hay detrás de esto?". Y como una explosión, siente algo arder dentro de su propia alma; al día siguiente se dispone a investigar sobre el tema y lo que encuentra va más allá de su suposición.
Encuentra un evento, una ciudad y unos habitantes con una enorme y conmovedora historia, y decide que debe mostrárselo a todo el mundo. Este será el comienzo de su tan aplaudida saga anti-bélica, "Nagaoka Hana-bi Monogatari", donde se regresa al horrible acontecimiento que originó el festival (si bien ya existía décadas antes), y es que parece ser que sólo Hiroshima y Nagasaki figuran en el pensamiento colectivo occidental como las únicas ciudades destruidas por las bombas norteamericanas...sin embargo, unos días antes, todo Japón ya estaba siendo incendiado hasta los cimientos. Sobre Nagaoka cayeron 160.000 bombas y murieron más de 1.400 habitantes en un margen de tan solo 100 minutos...

Y hoy en día muchos de los que sobrevivieron a aquel infierno son incapaces de contemplar dicho festival, ya que los cohetes se lanzan a la misma hora que fueron destruidos sus hogares. ¿Pero por qué Nagaoka?, ¿el azar o tal vez debido a que el responsable de los ataques de Pearl Harbor, el comandante Isoroku Yamamoto, era nativo de allí? En este mundo aparte, nos introducimos de una forma muy peculiar: a través de los ojos de una extranjera, la periodista Reiko, a quien el director usa para guiar al espectador...pero yo no sabría decir si es una maniobra inteligente, adecuada o demasiado cliché.
Y es que todo lo referente al motivo de su viaje parece una excusa, una patraña mal escrita que despista y ofrece falsas promesas: el ex-novio de la mujer, Kenichi, resulta ser profesor de un instituto de la ciudad, y le pide por carta visitarle para asistir al legendario festival. Hasta aquí el motivo. Lo realmente importante es lo que se desarrolla y cómo: Obayashi, que lleva años sorprendiendo con su estilo imaginativo, nunca se ha revelado tan fresco, audaz, tan libre visual, formal, narrativa y temáticamente. La razón es que filma con cámaras digitales por primera vez, y esta libertad que desde siempre le ha caracterizado se dispara hasta lo indescriptible.

La trama en sí se detiene, se precipita al pasado, vuelve al presente, se mezcla con la fantasía y domina la intención documental del mismo modo que en, por ejemplo, "Riyu", ya que se construye poco a poco con los testimonios de numerosos personajes, pero en este caso hablamos de personas reales, de los propios ciudadanos que, interpretados por brillantes actores, comparten sus recuerdos, sus miedos, sus traumas. Sus vidas se desnudan. La exposición de Obayashi, siempre desde el punto de vista de Reiko (aunque Shiho Fujimura aporta muy poco ya que es una mera espectadora de los hechos), es absoluta.
El corazón y el alma de Nagaoka se desnudan, y no sólo se nos narran los tristes eventos de 1.945, sino que, en boca de personajes concretos, viajamos hasta los tiempos feudales de la ciudad, sus ancestrales orígenes, mientras el guión conecta sabiamente todos los desastres que ha padecido la nación, haciendo hincapié en algo particular: la similitud que tuvo la guerra para la generación de entonces y el terremoto de 2.011 para la generación actual. Motivo importante en su saga anti-bélica: unir a ambas generaciones a través de la pérdida, pero también del esfuerzo por reconstruir y concienciarse para que el día de mañana no sucedan más catástrofes.

Los otros dos motivos del film, que precisamente se vio interrumpido por culpa del susodicho terremoto, son: la famosa frase que se va repitiendo a lo largo de la historia cual mantra, del artista Kiyoshi Yamashita (quien homenajeó a Nagaoka en varias de sus pinturas), y la obra de teatro conmemorativa que ha escrito la precoz y algo peculiar estudiante Hana (Minami Inomata), en la que, cual reflejo de la producción de Obayashi, participan todos los habitantes. Éste, por su parte, va tan lejos que incluso nos mete en las mismísimas tripas de uranio de las bombas que cayeron sobre la ciudad...
En realidad Reiko, a la que nunca veremos reencontrarse con Kenichi (de ahí que el punto de partida sea una estupidez), es un álter-ego del cineasta, que no pudo sino sentirse abrumado y sorprendido al ir descubriendo poco a poco la leyenda tan rica, llena de tristeza, y a la vez de esperanza, de Nagaoka. Cuando llega el momento de la esperada obra de teatro y de los fuegos artificiales ya lo hemos aprendido todo, nos hemos hundido en las raíces de esta ciudad, hemos investigado en las vidas de muchas personas, somos parte de ellas; Obayashi quiere que su público, y sobre todo el joven, comprenda la guerra para asegurarse un buen futuro.

Tras esta gran experiencia, regada con la preciosa música de Jo Hisaishi, también aprenderemos el significado tras el clásico signo de "paz" que los japoneses hacen cuando se toman una foto y lo malo que resulta ser igual que el signo de la "victoria", y que los fuegos artificiales no son sólo cohetes en el cielo.
Cuando los cohetes de Nagaoka se disparan se hace por un padre, una madre, un marido, un hijo, un amigo que cayó en aquel momento terrible. El sonido es especialmente atronador y poderoso, igual que el mensaje que con tanto esmero ha transmitido el director...
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