Bardelys el magnífico (1926)

Es esta la historia de un aristócrata al servicio del rey Louis XIII de Francia. Es un seductor empedernido, y un jugador dispuesto a hacerse pasar por un rebelde opositor a su rey, con tal de alcanzar el corazón de una muchacha de esas que no están dispuestas a casarse con cualquiera. Con un héroe de estas características, no era fácil que un director como King Vidor, consecuente, de corazón y de oficio, con la causa de los olvidados -como lo demostraría en sus más grandes hitos cinematográficos: “Y el mundo marcha”, “¡Aleluya!”, “La calle”…- pudiera sentirse suficientemente halagado.

“BARDELYS EL MAGNÍFICO” era una película de encargo con la cual la MGM quería emular los grandes éxitos que, Douglas Fairbanks (trabajando para Adolph Zukor), venía teniendo con títulos como “Los tres mosqueteros”, “El signo del zorro”, “Robin de los bosques” y otras películas de espadachines. El galán John Gilbert venía dando la medida como un actor romántico y aventurero, además de que ya se había probado en una versión de “El conde de Montecristo” (1922) y se pensó entonces que, con un buen director, no sería difícil convertirlo en un digno rival del legendario Fairbanks.

El filme, basado en una de las muchas novelas sobre espadachines que escribiera Rafael Sabatini (“Capitán Blood”, “El halcón de los mares”, “Scaramouche”…) le fue asignado entonces a King Vidor quien venía de dirigir al mismo John Gilbert en “El gran desfile” y en “Vida bohemia”.

No obstante el empeño que el director puso en hacer lo más atractiva posible su película -y a fe que lo logró-, muchos años más tarde, recordando sus viejos filmes, confesó: “Me avergüenzo un poco de “Bardelys el magnífico” “. Y la causa de su vergüenza fue el haber reivindicado a un héroe que servía a un rey bastante dudoso, pero que aquí terminará luciendo como si fuera “el justo”.

Empero, queda reivindicar a “BARDELYS EL MAGNÍFICO” como un filme bastante entretenido, muy bellamente filmado, con un buen tinte romántico… y con una escena de acrobacias a la Fairbanks absolutamente bien lograda. Gilbert, como Christian de Bardelys, da la plena medida irradiando picardía, buen humor y mucha destreza… y hasta se olvida uno de a quien sirve este personaje, cuando ve la honestidad de que hace acopio, en el preciso momento en que comienza a sentir que la linda Roxalanne de Lavedan (Eleanor Boardman) ya está muy dentro de su corazón.

Y hay en la historia un perfecto ejemplo de como se puede decir plenamente la verdad haciendo que otro crea exactamente lo que nos conviene:

Un soldado que persigue a Bardelys entra en los aposentos de la joven Roxalanne, quien le tiene escondido detrás de su lecho, y entonces le pregunta si ha entrado ahí:
-¡Un rufián enorme con la fuerza de diez hombres y el corazón negro de un traidor!
-Os juro que ningún rufián ha entrado en este cuarto esta noche –responde ella, y mirándole amigablemente añade- solo ha entrado un valiente y encantador caballero.

El soldado se siente halagado y entonces se marcha sin atreverse a buscar en los aposentos.

Con detalles así es como se va bordando una buena película.