Alma de Dios (1941)

La quinta película del director y luego productor Ignacio F. Iquino, un inquieto y emprendedor hombre de cine, es un melodrama en clave de sainete castizo y folclórico. “Alma de Dios” fue producida por Aureliano Campa para CIFESA. Adaptando para el cine la famosa comedia lírica “Alma de Dios” escrita por Carlos Arniches y Enrique Gª. Álvarez con música del maestro Serrano. La película a día de hoy resulta vetusta y anticuada por el nudo dramático que plantea, basada en cuestiones de honor, honradez, afortunadamente superados, por lo que puede interesar es como mero documento histórico de una época, las bellas melodías que la ilustran en la España pos-bélica, planteando un retrato social y laboral donde se muestran los paisajes urbanos de aquel Madrid de 1941.

La huérfana Eloísa (una jovencísima Ampara Rivelles) huye de la casa donde convive con una mala mujer que la maltrata. En su desplazamiento hacia Madrid encuentra a unos camioneros que la trasladan. Se refugia en casa de unos tíos y conoce a un joven (Luis Prendes), uno de los conductores que la llevaron a su destino y del que se enamora. Pero es víctima de un engaño urdido por su tía para proteger a su hija del descrédito y de su vergüenza frente a su marido. Pese al hilo conductor de historia de amor en tono melodramático, Iquino introduce muchas escenas de humor, de comedia de costumbres, gracias a un gran casting de secundarios encabezado por el gran Pepe Isbert con su peculiar voz y en un papel un tanto pícaro, con ese gracejo castizo que aligeran la trama introduciendo también unos deliciosos números musicales procedentes de la célebre zarzuela en la que se apoya. Destacando la canción húngara: “Canta vagabundo”, tema melancólico y evocador.

Aunque para muchos resulte un desconocido, Iquino fue cineasta, guionista y luego fundó su productora que pertenece a la Historia del Cine Español por derecho propio con más de 50 años de azarosa vida profesional, produjo unas 120 películas de las que dirigió unas 90. De ahí la importancia de este cineasta catalán si no universal, al menos incombustible. Iquino se enorgullecía de haber sobrevivido a la 2ª República, el franquismo, la UCD y el PSOE. Toda una hazaña. La crítica siempre lo asoció al subproducto a rodajes apresurados y oportunistas al servicio de las modas y el cine de destape, pero no es menos cierto que tiene en su haber un puñado de títulos interesantes como “La culpa del otro”, además de “Brigada criminal” y “El judas”, entre otras.

Esta película no es para criticarla. Verla ahora, con casi 75 años desde que se hizo, es casi una reliquia.
Como cine, sería un cero.
Los diálogos, de Arniches, resultan muy teatrales y retóricos. Casi todos los actores y actrices son de un mediano sainete.
La música, del maestro Alonso, tan buena, aquí no suena del todo bien.
Dicho todo esto, es un documento. Hacía poco más de un año que había acabado la guerra, y se nota.
Todo es precario, de andar por casa. Hasta el montaje se nota que es malo.
Amparo Rivelles, muy joven, no lo hace mal. Y está Pepe Isbert, que ya era viejo entonces.
Por eso el seis, porque es interesante verla, para la historia del cine. Hay fotografías de la gente de la calle, en primeros planos, que son muy buenas.