Tráiler (PORTUGUÉS)
- Sinopsis
- Relato ambientado en la tristemente famosa cárcel de Carandiru, en Sao Paulo, donde, en 1992, la policía redujo de forma violentísima una revuelta masacrando a más de cien presos que estaban desarmados. (FILMAFFINITY)
- Género
- Drama Drama carcelario Basado en hechos reales
- Dirección
- Reparto
- Año / País:
- 2003 / Brasil
- Título original:
- Carandiru
- Duración
- 139 min.
- Guion
- Música
Premios
"El almíbar y el tópico, en una cárcel de Brasil. (...) Podría ser estremecedora (...) se queda en una sucesión de anécdotas (...) El hecho real sobrecoge. ¿La película? Podría, pero no."
Bárbara Escamilla
[Cinemanía]
10
8
Positiva
2
Neutra
0
Negativa
Ver más
El policía es tu amigo: confía en él.
13 de agosto de 2006
Magnífica película que nos relata un suceso real: la matanza de 111 reclusos, a manos de la polícia y a sangre fría, en el penal de Carandiru en Sao Paulo.
La narración recae en el personaje del médico (maravillosamente interpretado), quien nos irá presentando un nutrido ramillete de personajes, y ellos nos explicarán los motivos por los que acabaron en la inmunda, ruinosa y sobresaturada prisión, con capacidad para 4000 presos y en la que hay 7500.
La ambientación es sobrecogedora, y uno acaba por dudar si es más repugnante la lúgubre cárcel o los barrios marginales en los que habitaban los reclusos que en ella se hacinan.
Los personajes quedan perfectamente dibujados, gracias a algunas interpretaciones asombrosas (Negro -un patriarca a la más antigua usanza-, Majestad -un vivalavirgen bígamo-, LadyDi -un travestí que llega a transmitír ternura-, o Zico -un buen muchacho que comete la estupidez de denunciar a la policía la presunta violación de su hermana- son un buen ejemplo).
La fotografía es excelente, y el sólido guión nos lleva de momentos simpáticos y alegres a instantes de tremenda brutalidad (lo del chico ciego de crak y el agua hirviendo me sentó como una patada en los mismísimos), con toda naturalidad y total fluidez narrativa.
Del todo recomendable, este peliculón carcelario nos muestra, sin concesiones, que si en los llamados paises desarrollados el régimen carcelario es tercermundista, en los paises tercermundistas aún lo es más. Y de que triste manera.
La narración recae en el personaje del médico (maravillosamente interpretado), quien nos irá presentando un nutrido ramillete de personajes, y ellos nos explicarán los motivos por los que acabaron en la inmunda, ruinosa y sobresaturada prisión, con capacidad para 4000 presos y en la que hay 7500.
La ambientación es sobrecogedora, y uno acaba por dudar si es más repugnante la lúgubre cárcel o los barrios marginales en los que habitaban los reclusos que en ella se hacinan.
Los personajes quedan perfectamente dibujados, gracias a algunas interpretaciones asombrosas (Negro -un patriarca a la más antigua usanza-, Majestad -un vivalavirgen bígamo-, LadyDi -un travestí que llega a transmitír ternura-, o Zico -un buen muchacho que comete la estupidez de denunciar a la policía la presunta violación de su hermana- son un buen ejemplo).
La fotografía es excelente, y el sólido guión nos lleva de momentos simpáticos y alegres a instantes de tremenda brutalidad (lo del chico ciego de crak y el agua hirviendo me sentó como una patada en los mismísimos), con toda naturalidad y total fluidez narrativa.
Del todo recomendable, este peliculón carcelario nos muestra, sin concesiones, que si en los llamados paises desarrollados el régimen carcelario es tercermundista, en los paises tercermundistas aún lo es más. Y de que triste manera.
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40 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Carandiru
18 de agosto de 2007
A nadie se le escapa que Carandiru pretende seguir la senda abierta por Ciudad de Dios, pero se queda muy lejos de alcanzar sus méritos, por una razón fundamental: donde Meirelles tejía un variopinto retrato de personajes al límite, lógica y forzosamente relacionados, Babenco opta por la simple acumulación. Te cuenta ocho historias como te podía haber contado ochenta, el caso es dejar morir el metraje entre anécdotas que no cumplen ningún grado de interrelación más allá del contacto entre rejas; un compendio de sketches tragicómicos sucedidos sin una visión de conjunto clara. Si encima le metemos melaza, personajes tópicos, un médico que es un bendito (por favor...), una cierta suspensión de credibilidad de algunos personajes y situaciones, y un tratamiento hollywoodiense de la miseria y la vida en los infiernos (no hablo del estilo, ojo), pues tendremos un desperdiciado film social que, no obstante, cuenta también con algunas virtudes.
A saber, su preciso ritmo narrativo (hay que saber narrar para que casi dos horas y media se pasen sin asomo de aburrimiento), un sentido del humor bastante malvado, una buena mano para pillar desprevenido al espectador con su contundencia y su juego de contrastes y, sobre todo, lo que constituye la función principal de la película: dar a conocer, de una forma no demasiado exhaustiva pero sí con buenas maneras, el trágico suceso acaecido en dicha prisión de Sao Paulo en 1992, cuando más de cien presos fueron asesinados a sangre fría por la policía brasileña durante una disputa que debió haber acabado de una forma mucho más pacífica (como deseaban los presos, de hecho). Los aficionados al cine carcelario disfrutarán de lo lindo con este descomunal recorrido por los sucios pasillos de tan superpoblada y célebre prisión (felizmente derruida en 2002), brutal foco del virus VIH y espejo en el que se refleja la realidad social de un país consumido por la pobreza y la violencia. Pero el que quiera una visión más seria del asunto supongo que tendrá que recurrir al documental O prisioneiro da grade de ferro, dirigido por Paulo Sacramento.
Lo mejor: su pulso dramático.
Lo peor: la extrema benevolencia del médico.
A saber, su preciso ritmo narrativo (hay que saber narrar para que casi dos horas y media se pasen sin asomo de aburrimiento), un sentido del humor bastante malvado, una buena mano para pillar desprevenido al espectador con su contundencia y su juego de contrastes y, sobre todo, lo que constituye la función principal de la película: dar a conocer, de una forma no demasiado exhaustiva pero sí con buenas maneras, el trágico suceso acaecido en dicha prisión de Sao Paulo en 1992, cuando más de cien presos fueron asesinados a sangre fría por la policía brasileña durante una disputa que debió haber acabado de una forma mucho más pacífica (como deseaban los presos, de hecho). Los aficionados al cine carcelario disfrutarán de lo lindo con este descomunal recorrido por los sucios pasillos de tan superpoblada y célebre prisión (felizmente derruida en 2002), brutal foco del virus VIH y espejo en el que se refleja la realidad social de un país consumido por la pobreza y la violencia. Pero el que quiera una visión más seria del asunto supongo que tendrá que recurrir al documental O prisioneiro da grade de ferro, dirigido por Paulo Sacramento.
Lo mejor: su pulso dramático.
Lo peor: la extrema benevolencia del médico.
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32 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
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