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The Red Mill (1927)

Película (intertítulos en INGLÉS con subtítulos en ESPAÑOL)
Sinopsis
Tina (Marion Davies) es prácticamente una esclava de su trabajo en la Red Mill Tavern, en Holanda, donde tiene como única compañía la de un ratón llamado Ignatz. Dennis Wheat (Owen Moore) es un extranjero que llega a los Países Bajos, acompañado por su ayudante de cámara, César Rinkle (Snitz Edwards). Tras un breve encuentro en la taberna se enamora perdidamente de Tina. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia Romance Cine mudo Melodrama
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
The Red Mill
Duración
74 min.
Guion
Fotografía
Compañías
Links
8
Tina, una nueva y encantadora cenicienta
Con un pequeño ratón blanco como su único amigo, Tina pasa la mayor parte de su tiempo corre que corre tratando de cumplir con las inagotables tareas que le impone su empleador Willem (la alusión a vil es intencional), el dueño de la taberna. Pero, Tina es una mujer bastante joven, y al conocer al irlandés Dennis Wheat, queda prendada de él y ahora su mayor y único deseo es conseguir que él llegue a besarla.

Lo que sigue es una fresca, regocijante y encantadora comedia de enredos que, con innegable aroma a Cenicienta, parte muy libremente del musical “The Red Mill” que, con tanto éxito (274 representaciones) estrenaran en Nueva York, Victor Herbert y Henry Blosson. Transcurría, entonces, el año 1906-1907, y la obra quedó tan guardada en la memoria de mucha gente que, en 1927, se decidió llevarla al cine tras ponerla en manos de la acreditada guionista, Frances Marion, para que hiciera la adaptación cinematográfica.

Como la película era financiada por el magnate de la prensa William Randolph Hearst -quien la hacía para el lucimiento de su protegida, la estupenda Marion Davies-, éste eligió al comediante Roscoe “Fatty” Arbuckle para que la dirigiera, pues así, quería enmendar un poco el deplorable trato que sus periódicos le habían dado a “Fatty” cuando se vio involucrado en un caso de asesinato en el año 1921, pero, éste debió firmarla como William Goodrich, para no alborotar los injustos resquemores que había alentado el caso; y para asegurar la belleza plástica del filme –¡para Marion lo que fuera!- Hearst llamó al muy apreciado King Vidor (“The Jack Knife”, “The Big Parade”, “La Bohéme”…) para que le echara una manita, labor que éste hizo sin afán de crédito alguno y sólo por deferencia con ese gran gordo al que le debemos un montón de divertidos filmes y ¡nada menos que el surgimiento de Buster Keaton!

Así, “EL MOLINO ROJO”, ha resultado una encantadora comedia en la que, de nuevo, Marion Davies vuelve a demostrar que, tratar de convertirla en una definitiva actriz “seria” –como anhelaba Hearst-, era desaprovechar esas dotes de comediante que le fluían por naturaleza y donde, además, irradiaba un encanto irresistible. Aquí, es una pícara Cenicienta holandesa que no se conforma con lo que la suerte le traiga, sino que, ella misma crea las situaciones que la vayan llevando hasta su supremo objetivo… porque, Tina sabe que es humilde, pero también atractiva, y que, con un poco de astucia, no hay mal que por bien no venga.

En general, hay una gran belleza visual a todo lo largo del filme, y algunas escenas -como la carrera de patinadoras, la de la boda de Gretchen… o la del primer beso entre Tina y su enamorado- resultan inolvidables. La restauración, con película monocrómática, ha sido impecable… y hasta la nueva banda sonora nos deja bastante satisfechos. Había ganas de hacer un filme que trascendiera y que dejara bien exaltado el nombre de Marion Davies… y doy fe de que se ha logrado al punto de que, nuestra admiración por esta actriz, crece en cada película que con ella vemos. Marion valía por sí sola.

¡Cómo no mencionar que, entre las patinadoras, consigue verse una joven figura femenina que luego se haría también inolvidable: Sally Eilers!
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