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En la mente del asesino (2012)

En la mente del asesino
101 min.
4,3
4.237
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Sinopsis
Alex, detective de la policía y psicólogo, investiga las extrañas muertes de los miembros de una banda criminal. Todo parece indicar que se trata de un ajuste de cuentas entre gángsters, pero a medida que se van conociendo más detalles, estos asesinatos empiezan a parecerse a otros ejecutados en otro tiempo por un asesino en serie llamado Sullivan. Cuando el asesino empieza a temer que lo descubran, reaccionará de manera muy violenta amenazando la vida de la familia de Alex. (FILMAFFINITY)
Género
Thriller Acción Asesinos en serie Thriller psicológico Precuela Crimen
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Alex Cross
Duración
101 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Alex Cross
Links
Premios
2012: Premios Razzie: Nominada a Peor actor (Tyler Perry)
2
Definición de despropósito
Dice la máxima de la ley de Murphy que si algo puede salir mal, saldrá mal. Trasladado al cine, si una película tiene mimbres para ser mala, saldrá mala. Incluso puede que muy mala. Puede llegar a ser horrible. De hecho, propongo que la real academia de la lengua incorpore junto a la entrada de ‘despropósito’ una foto del cartel de esta película. Hay innumerables razones para que una cinta naufrague miserablemente. A veces la ha cagado el director, a veces el guión no había dios que lo levantara, a veces son errores de casting, a veces se hacen con cuatro duros y no se puede exigir más… A veces se alinean los planetas y una cinta con presupuesto medio y arropada por una saga que ya ofreció cosas decentes en el pasado consigue que todos los factores confluyan y salga algo tan insufrible como En la mente del asesino.

Toda película arranca en base a un guión y en este caso proviene de una novela a la que aquello de “basado en” le viene como anillo al dedo, tanto como aquello otro de “cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia”. Además, dicha novela es la duodécima entrega de las aventuras del detective Alex Cross al que ya puso rostro Morgan Freeman en las adaptaciones de las dos primeras entregas del personaje. Como suele ocurrir, tanta secuela no promete nada bueno y menos teniendo en cuenta que el la saga va por la vigésima entrega y el autor viene despachando de cuatro a cinco novelas por año. A toro pasado lo encuentro bastante significativo. Aún sin saber qué pertenece a la novela y qué al guión, ya sorprende menos encontrar diálogos estúpidos (los tipos del metro), situaciones estúpidas (Ethan Hunt se pondría colorado ante el viaje por tuberías) y escenas estúpidas (Detroit debe ser diminuta, cuatro manzanas máximo. Desde la ventana de una víctima se ve el único restaurante de la ciudad donde por supuesto está cenando el detective).

A veces hay guiones malos que un buen director consigue maquillar un poco y sacar un producto al menos pasable. Rob Cohen nunca ganará un Oscar. Nunca ha estado cerca y después de esto no creo que le dejen ni acercarse a la alfombra roja. Pero al menos durante un tiempo demostró que era capaz de hacer cine palomitero decente como en Dragonheart o Pánico en el túnel por poner dos ejemplos. Aquí, ya de entrada la cinta tiene un estilo visual más cerca del telefilm que compra Antena 3 al peso para poner los fines de semana, que comienzas a ver mientras terminas de comer y te pones a recoger la mesa sin esperar al intermedio. Eso no tiene porque ser malo necesariamente. Hay cintas con looks similares que salen bastante aparentes, pero no en esta ocasión. Todo lo que asoma por la pantalla sugiere el cutrerío habitual de las series de medio pelo tipo NCIS de las que esta película podría pasar por un capítulo extendido. Encima es de los directores que piensan que si ruedas una pelea con un cámara epiléptico la cosa queda más guay.

Aún así, hay producciones pobres que al final salen medio airosas por el actor de turno que ha sujetado la función. Es evidente que tomar un personaje interpretado por Morgan Freeman para hacerlo tuyo, muy pocos actores del planeta están capacitados para que la comparación no sea odiosa. Si encima pones al frente a un Tyler Perry que tiene menos carisma que un plato de brócoli, la cosa empieza a producir sonrojo. He de reconocer que tenía bastante curiosidad por ver a Matthew Fox desenvolverse en un personaje tan distinto al que le dio fama mundial por Perdidos. La sensación ha sido de vergüenza ajena. No le salva ni la transformación física. Por culpa de un guión horrible y una dirección nefasta le veo serio candidato a los Razzies de este año.

¿Conoceis la expresión “no se lo deseo ni a mi peor enemigo”? Pues yo le deseo que vea esta película.
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39 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Un desastre total
El director Rob Cohen lleva 20 años dirigiendo películas, donde a parte de las ya mencionadas también son suyas las aceptables “Pánico en el túnel” y “Dragonheart”, ambas de 1996. De esta forma, no se entiende cómo ha llegado a dirigir de forma tan pobre una película con carencias tan claras y abundantes.

En esta cinta nada funciona, ni un guión cogido con pinzas, previsible y lleno de tópicos, que más que sorprender te hace preguntarte cuánto tardó en terminarlo. Tampoco funciona una dirección errática y demasiado temblorosa, donde en la escena final tiembla tanto la cámara que quieres gritar que se use un trípode para evitar tanto mareo.

Pero no sólo eso, tampoco funciona el reparto, con un protagonista que se esfuerza pero que apenas puede digerir los diálogos que debe soltar, y un Edward Burns muy flojo. Tampoco ayuda un Jean Reno como secundario totalmente desaprovechado, muy lejos de sus grandes interpretaciones.

El que mejor lo hace es Matthew Fox, al cual no se puede dejar de felicitarle por su transformación física, pero su interpretación no es tan espectacular como su transformación, puesto que lejos de parecer un sociópata y sanguinario, se queda en una especie de terminator que pone cara de loco sacando mucho los ojos.


Mathew Fox se aleja del papel que interpretaba en "Lost"
En cuanto a la trama, resulta ya no sólo previsible, sino muy usada ya en otros thrillers con más talento y calidad que éste. La sucesión de escenas y giros de guión no sorprenden a nadie, es más, aburren y te provocan el sueño.

En resumen, prescindible y aburrido thriller totalmente evitable, con una duración claramente excesiva para lo ofrecido (100 minutos de tortura). El personaje de Fox se queda en el intento de ser un sociópata y asesino digno de recordar.

Lo peor: Todo.

Lo mejor: Nada.

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