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Testimonio Fatal (En un aprieto) (1955)

Testimonio Fatal (En un aprieto)
97 min.
6,5
387
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Escena (INGLÉS)
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Sinopsis
Tras un cuarto de siglo de gobernar a su antojo el mundo del hampa, Ben Costain va a ser juzgado por un tribunal Federal de los Estados Unidos. Pero el principal testigo de cargo es asesinado por los secuaces del mafioso. El fiscal recurre entonces a una reclusa, cuyo testimonio puede ser vital para condenar al gángster. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Cine negro Thriller
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Tight Spot
Duración
97 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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7
UN TESTIGO NO TAN PROTEGIDO
Un individuo mira hacia Manhattan desde un transbordador y luego se reúne con otros dentro de un coche. Son policías que se dirigen a la Corte de Justicia para llevar a un hombre a declarar contra un poderoso hampón, Benjamin Costain (Lorne Green, patriarca de la serie Bonanza). Uno de los policías bromea con el testigo “Esta noche serás uno de los hombres más famosos del país”, pero éste no parece estar tranquilo; tiene una mirada huidiza y se seca continuamente el sudor. Tras llegar al edificio de justicia, salen del coche el testigo y dos policías. Un plano general los muestra subiendo las escaleras hasta que suenan unos disparos: el testigo cae, los policías se inclinan hacia él y miran atrás: contraplano de un edificio alto con las ventanas cerradas: sensación de anonimato, de impunidad.

Este inicio del film que he relatado es lo mejor de la película de Karlson, la dureza de la fotografía en blanco y negro, la sequedad narrativa y el ambiente de las calles de la ciudad, reflejado con aire casi documental, es evidente que lleva su marca. Pero lamentablemente, a partir de ahí, lo que se nos ofrece es una especie de obra teatral, al parecer basada en una obra “Dead Pigeon” de un tal Leonard Kantor, con un interés más bien exiguo. Una vez eliminado el testigo que iba a declarar contra el hampón, al fiscal Hallett (un discreto Edward G. Robinson) sólo le queda el recurso de sustituir a aquél por una mujer que cumple condena en presidio: Sherry Conley (una Ginger Rogers en un gran papel alejada de sus trabajos habituales). La cuestión que plantea el film, y que resuelve recurriendo a un truco psicológico de una sencillez aplastante, es si la mujer estará dispuesta a declarar contra el hampón, ya que si lo hace pondrá en peligro su vida.

La pregunta se enuncia y se responde en un decorado casi único – la habitación de un hotel, en el que la policía protege a la reclusa -, quizá con la finalidad de crear una atmósfera doblemente angustiosa y opresiva: por un lado, para Hallett, que trata de conseguir como sea un nuevo testigo, y por otro, para Sherry que teme por su vida. Pero el cineasta no aprovecha bien los recursos dramáticos como hubiera hecho Mankiewicz o Kazan, pues Karlson es más cineasta de acción que de palabras y el tono teatral no lo domina. Tal vez con la intención de dar mayor dinamismo al relato, éste se ramifica en otras direcciones: el resentimiento de Sherry con la sociedad, la simpatía que siente por la carcelera que le acompaña y las vicisitudes del policía que la protege, Vince Striker (un excelente Brian Keith) en su relación con Sherry.

En definitiva un thriller de serie B, nada despreciable, pero inferior a otros trabajos de este cineasta, poco conocido, pero que merece más atención a sus obras por parte de los espectadores, destacando en mi opinión, el excelente trabajo dramático de Ginger Rogers, pues aunque es famosa como compañera infatigable de Fred Astaire en los musicales de la R.K.O. también hizo sus pinitos lejos del baile en papeles dramáticos.
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19 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
2409 St. Charles Hotel
Ginger Rogers, reciclada en actriz dramática, interpreta a una vulgar, locuaz y cínica convicta cuyo testimonio es decisivo para incriminar a un mafioso (un malísimo Lorne Greene). Rodada por el especialista en cine negro de “serie B” Phil Karlson, no es una de sus mejores obras; al estar basada en una obra teatral, el exceso de diálogos y el hecho de que se desarrolle casi exclusivamente en una habitación de un hotel donde la protagonista está vigilada por la policía, impide que Karlson muestre sus reconocidas habilidades de concisión y energía en este género que solo se hacen presentes al inicio y en la conclusión de la película. Edward G. Robinson, como fiscal del estado otorga un mayor valor a la película mientras un seco Brian Keith como policía se limita a acompañar con cara de póker los interminables parlamentos de la Rogers, que está muy bien. El relato, al menos, es ágil aunque bastante previsible y, pese a un par de inesperadas sorpresas, el film acaba por ser algo aburridillo para un director de las características de Karlson. Decepcionante.
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8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
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