Grito de mujer (1978)

Gente tan importante como Aristóteles o críticos tan reconocidos como August Wilhelm von Schlegel, desaprobaban ciertos aspectos morales de la inmortal obra, “Medea” de Eurípides, porque, ésta, “no sufre castigo alguno por sus crímenes”. Pero, cabe preguntarse: ¿Qué se necesita para creer que se recibe el castigo por las malas acciones? ¿Ir a la cárcel? ¿Ser ejecutado o desterrado? Eso es justicia terrenal, pero ¿la conciencia atormentada y la justicia divina, que indefectiblemente llegará, no representan castigo?

Ante la infidelidad de su esposo Jason, con la hija del rey Creonte y con la connivencia de éste que quiso desterrar a Medea y a sus hijos para evitar tenerla cerca porque la temía, Medea se venga enviando un presente de boda con el que envenena a quienes considera sus enemigos y asesinando también a sus dos hijos para castigar a, Jason, quitándole lo que más ama. “La desdichada Medea -dice Eurípides-, herida ignominiosamente en la fibra más sensible de su corazón (…) invoca la fidelidad que Jason prometió al darle su diestra y pone a los dioses como testigos de su ingratitud”.

Atraído por la versión moderna de, “Medea”, que escribiera Minos Volonakis, y siguiendo la línea de “I Dokimi” (El Ensayo, 1974), una nueva y muy interesante interpretación de ésta inmortal tragedia griega, es la que nos ofrece el director, Jules Dassin, recreando lo que bien puede ser el proceso creativo en el montaje de una obra (en este caso “Medea”) y contrastándolo con un hecho presente “de la vida real”, al descubrir el caso de Brenda Collins, otra mujer que, en venganza de su marido infiel, asesinó a sus tres lindos hijos.

Desde lo teatral, con muy buenos apuntes por parte del director -Kosta-, como de la actriz -Maya-, sobre las diversas maneras de desarrollar una interpretación y construir un personaje; y también con muy valiosas reflexiones sobre lo moral, lo cual alcanzará su mayor sentido al contrastar la tragedia de Medea con el doloroso drama de la señora Collins, la película nos ofrece un panorama novedoso y edificante; y una eficiente puesta en escena muy al estilo griego, con calificados coros que se irán escuchando durante el montaje, dan al filme un connotado relieve que nos deja bien complacidos.

Dassin, vuelve a contar con su esposa, la gran actriz Melina Mercouri, la cual nos ofrece a una Medea impetuosa y colmada de sentimiento, personaje que se irá enriqueciendo a medida que ella conoce los pormenores de la tragedia real e introyecta el sentir de la mujer condenada con quien sostiene varias entrevistas. Junto a ella, Ellen Burstyn, cargará sobre sus hombros a la compleja, pero, sensible señora Collins; y Andreas Voutsinas, es el director teatral que se enfrenta al que, quizás, sea el personaje más difícil de su carrera.

<<GRITOS DE PASIÓN>> (Kραυγή Yυναικών), es la clase de película que hay que digerirla con suma atención… y verla en dos o tres ocasiones bien que vale la pena, porque al final uno siente que ha sido capaz, efectivamente, de trascender la superficie y también comprende que, en definitiva, el arte se crece cuando transparenta la vida.

Título para Latinoamérica: <<GRITO DE MUJER>>