Orson West (2012)

Una "caravana" de coches y camiones se dirige hacia las zonas desérticas del Levante español. Desde lo alto de un cerro tres niños contemplan la llegada. Van a rodar un western y se quedan para curiosear. En casa han oído que antes se rodaban por allí muchas películas y no se quieren perder detalle.
Y de esto va la cosa, de la grabación de una cinta del Oeste. Con sus cámaras, vestuarios, director, actores y otros muchos empleados.
Pero también hay una leyenda. La búsqueda de esa especie de grial que es el non nato western de Orson Wells, de ese gran enamorado de España de la que filmó miles y miles de metros de película y donde firmó algunas de sus mejores obras. Un western que el orondo director pretendía rodar en los mismos o parecidos lugares a donde ahora se realizaba el otro y que, de repente, había despertado el interés de los investigadores cinematográficos. Una especie de Fiebre del Gordo.
Dos temas con escasos puntos de contacto, de vinculación un poco forzada al menos por lo que ofrece el guion. Bellas imágenes, conocer los entresijos del mundo del rodaje cinematográfico, evocación de viejos recuerdos, buena fotografía y buena música, destacada interpretación de Almarcha ...
También penetrar un poco en el mundo de Wells, la naturaleza artesanal de sus películas que se levantan sin hacer demasiados cálculos previos y que, por lo tanto, pueden venirse abajo en un momento dado, su mala fama en el trato a los actores, sus obras inconclusas o los proyectos nunca empezados, como el de ese western legendario al parecer inspirado en una obra teatral.
Pero todo en un marco demasiado frío, demasiado aséptico, demasiado cerrado. Echamos de menos la sangre, el alma que precisamente caracteriza la obra de Wells.
Un ensayo filmado más que una película al uso.
Con todo, nos ofrece la oportunidad de conocer un poco mejor el cine dentro del cine, de acercarnos algo más a la leyenda española del gordo genial. Interesante al menos.

Estupenda opera prima de Fran Ruvira. Cada vez uno está más convencido que al cine español no le faltan talentos. Le faltan dineros, promoción y una profunda desintoxicación de los cánones culturales que impone la industria cinematografica norteamericana.

Con un ritmo suave y pausado Ruvira mezcla el cine dentro del cine con el documental y la ficción en un guiso evocador, sencillo y muy sugerente donde las historias se entrecruzan proponiendo desarrollos, pasados y futuros que no llegan a materializarse como le ocurrió a Wells en su periplo por nuestras tierras buscando y soñando proyectos que quedaron en el aire y que Ruvira atrapa en la bruma de las tierras almerienses el tiempo suficiente para que las vislumbremos hasta que inevitablemente vuelvan a desaparecer.

Preciosa banda sonora. Hay que seguirle la pista a este y otros directores si es que les dejan o pueden seguir rodando.