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Quesos y besos (1938)

Quesos y besos
72 min.
6,2
93
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Sinopsis
Stan y Ollie son dos vendedores de ratoneras que viajan a Suiza, el país del queso, esperando hacerse ricos. Tras ser engañados para malvender su negocio, se verán forzados a trabajar en el hotel donde se alojan con tal de saldar su deuda. Allí, Ollie se enamora de una camarera que en realidad es una célebre cantante de ópera que trata de espiar a su marido, compositor. Entre sus tareas en el hotel habrá encargos tan sorprendentes como transportar un piano por un puente colgante. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Swiss Miss
Duración
72 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
8
Ni para ratones
Nuestros amigos nunca cayeron tan bajo. Vendiendo ratoneras para poder vivir. Ni por esas salen adelante y se tienen que ganar la vida lavando platos. Mal negocio si por cada plato que rompes tienes que trabajar un día. Dice la pareja que eso de los platos no estaba en el contratato. El amigo Stan se le jugó al San Bernardo y su ron. Y los ex-vendedores de ratoneras deberían tener cuidado con el oso. Hay un piano igual que en The Music Box pero los resultados no son los mismos.
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6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
De vendedores de trampas a quebradores de platos
Laurel & Hardy, son muy “inteligentes”…. ¡se han ido a Suiza, la tierra de los ricos quesos, a vender trampas para ratones! Claro es para ellos: “Donde hay quesos, hay ratones” y ante la escasez de gente que compre sus milagrosas trampas, irán a la fuente buscando hoteles y empresas donde fabriquen queso. “Si hay mucho queso, habrá muchas ratas”, razonan los muchachos; y en el mismo lugar donde consiguen hacer su primer negocio, los destructivos Laurel & Hardy, son pagados con billetes que ya no tienen lugar y ellos se van felices a celebrar... No tienen más dinero con qué pagar… y terminarán lavando platos y sirviendo mesas hasta cubrir el saldo que ahora adeudan. ¡Ah!, y por cada plato que rompan, deberán trabajar un día más… y sabiendo uno lo buenos que son ellos para las torpezas...

Éste es el comienzo de una estupenda comedia que abunda en atractivos por donde se la mire, y que sorprenderá con algunos momentos de una brillantez muy especial. En la elaboración del guion, basado en una historia de, Jean Negulesco (quien no tardaría en hacerse famoso como director) y Charley Rogers, estuvieron frecuentes colaboradores de Laurel & Hardy como, James Parrot y Felix Adler, quienes se unieron a, Charles Melson, para añadir gags y divertidas situaciones. De ésta afortunada combinación de talentos, sumada la valiosa labor del veterano director, John G. Blystone, surge una estupenda comedia musical que se mantiene en alto la mayor parte del tiempo, incluso cuando, Grete Natzler (Della Lind), la actriz y cantante vienesa, interpreta, “The Cricket Song”.

Me da la impresión de que es a Negulesco -el único nuevo en este equipo-, a quien le debemos ese toque surrealista de algunas escenas: la campana que no suena porque “la obstaculiza” una pequeña pluma, las pompas de jabón que salen del órgano, las plumas de gallina para simular una lluvia de nieve, y entre otras, la secuencia del traslado del piano magistralmente rodada por Blystone. También, para el más grato recuerdo -y segura obra de Rogers, Adler… y hasta del mismo Stan Laurel- la escena en que el gordo y el flaco tratan de borrar las señales en el tablero que indican los días que todavía adeudan; aquella en que Laurel se empeña en engatusar a un perro San Bernardo para quitarle el pequeño tonel cargado con licor… o aquella otra en la que, el iluso Ollie, creyendo que la linda Anna está enamorada de él, se deja convencer de Stanley, para que le lleve una serenata.

La fotografía es también muy precisa, con una cuidadosa elección de ángulos y algunas tomas muy sofisticadas. La edición no deja más plano muerto que el que pueda considerarse en alguna de las canciones. Los efectos visuales, aunque sencillos, están muy bien logrados, y en conjunto, <<QUESOS Y BESOS>>, se convierte en un original filme, sumamente divertido; clasificable en alguna medida como comedia surrealista; y junto a, “Blockheads” (que también dirigiría, John G. Blystone), Laurel & Hardy cierran con broche de oro su colaboración con el productor, Hal Roach.
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4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
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