Obsesión y venganza
17 de agosto de 2020
Fantasmagórica película, en la que se mezcla fantasía, surrealismo, onirismo, tradición, mitología, leyenda y superstición. La ambientación es mágica y surrealista, entremezclando todo en la historia.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Llamando y amparándose en los dioses y los espíritus, la protagonista busca venganza debido a un adulterio.
Destaco la rigidez de las antiguas tradiciones asiáticas, que chocan con el liberalismo sexual venido también de Occidente.
La película es como una opereta, nocturna, erótica, misteriosa, hipnótica.
La tentación del protagonista parece sobrevivir. Los espíritus vengativos no parecen desmontar una relación que cada vez se antoja más admisible socialmente. Y es que uno de los dos quiera dejar la relación matrimonial. O mejor dicho, que el hombre se plantee dejar a la esposa. En este caso, cambia la rutina matrimonial por una bella y sensual joven. Me gusta la escena en que ambos comen una manzana en la cama.
A diferencia del enfoque que daría a un suceso así la religión católica, con un trasfondo de intenso sentimiento de culpabilidad por haber ultrajado los rígidos y establecidos valores morales implícitos, aquí no sucede así. No existe culpabilidad, y sí venganza, labrada mediante estados mentales y rituales invocando al "demonio rojo". No existen juicios. De hecho en un momento concreto uno de los oníricos sacerdotes dice que "los celos son una emoción humana".
La duda es si la escena del ágape dual y sexual de la manzana tiene simbolismo hacia la figura de la leyenda bíblica de comerse la manzana, en una clara referencia también simbólica del cada vez más presente advenimiento de la modernidad de Occidente en las costumbres y en las ideas, produciendo hibridación.
El estilo surrealista a veces recuerda a Buñuel, incluso Zulawsky
Con poco, Shindo logra explicar mucho
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil