Notti magiche (2018)

Paolo Virzi repetía en la 63 Seminci tras haber dominado, hace dos años, con "Locas de alegría" y decepcionó a gran parte de los asistentes que esperaban algo más del realizador italiano.
Empapado en influencias de ilustres italianos: Fellini, Scola, Sorrentino...,Virzi nos vuelve a contar en clave de comedia, y sin aportar nada novedoso, lo que tantas veces y con buen tino, otros habían ya desgranado a lo largo de los años: la hipócrita relación entre los intelectuales italianos del cine y la literatura con el arte y la creación.

Tres jóvenes plenos de ingenio e ilusión se juntarán en Roma para recibir los premios de un concurso literario. Es el verano de 1990, el que pasará a la historia como el estío en que Dios abandonó a su suerte a la Squadra Azzurra y a sus lanzadores de penaltis.
No hará falta mucho tiempo para que a los angelitos les sea arrancada la inocencia por un enjambre de crápulas y falsos emprendedores que hacen negocios y relaciones (venéreas, la mayoría de las veces) al amparo de la cultura.

La algarabía e histérica verborrea con la que Paolo despacha las pocas noches romanas de los jóvenes, resta credibilidad al mensaje que, con algo más de pausa, podría perfectamente ser asumido por todos. Porque sí, se puede entrever la maldad de los viejos y descreídos carroñeros, la explotación a la que someten a sus tiernos adoradores, la inmoderada adulación, la incontenible bilis que desemboca en el Tíber..., pero todo esto lo atisbamos desde un tren de alta velocidad en el que nos ha embarcado el director, sin demasiados miramientos hacia nuestros vértigos.

Iconoclasta ejercicio resuelto de forma irregular, aunque simpática en algunas ocasiones.

Me resulto un film agotador e incluso irritante, dos horas de un ir y venir de personajes histéricos que apenas conectas con ellos, con una trama de un asesinato metida con calzador, que la verdad es que te importa poquísimo. Todo ello para mostrarnos un mundo del cine que es una completa locura, totalmente irreal y carente de la nostalgia cinéfila que acompaña a este tipo de historias.

El director de la magnífica "Locas de alegría" Paolo Virzi ambienta la película en 1990, cuando se está disputando la final de la Copa del Mundo de futbol. Tres jóvenes escritores finalistas del premio Solinas de guiones se reúnen en Roma para ver quien lo gana. Los tres no pueden ser más distintos: Antonino (Mauro Lamantia) es un escritor siciliano serio e intelectual,  Luciano (Giovanni Toscano) es hiperactivo, encantador y mujeriego y Eugenia (Irene Vetere), es la hija de un político famoso que quiere buscarse la vida como escritora en esta industria que le gusta. Entre los tres se crea una amistad espontanea y pintoresca en la que comenzaran a explorar los entresijos del mundo del cine por dentro al intentar conseguir un trabajo como guionistas.  

La exaltación de los personajes resulta ridícula muchas veces, También te llegas a plantear si lo que estás viendo es un intento de comedia o de drama, haciéndole un flaco favor como critica a la industria del cine si es lo quiere conseguir.

La decadencia del cine italiano en conflicto con la competencia de la televisión de Berrusconi en las décadas de los 80-90 y la muerte de sus ídolos dorados como  Rossellini, Risi, Fellini, de Sica, Pasolini, Toto, Gassman, Sordi o Tognazzi queda muy deslabazada en este guion tan incongruente que podría haber resultado un canto de amor al séptimo arte, y queda todo en agua de borrajas.
Destino Arrakis.com