Capitán Carey (1950)

Mire usted por donde, el sobrevalorado -como director de comedias- Mitchell Leisen, triunfa plenamente con la mixtura de géneros (aventuras, bélico, intriga) en esta notable "Capitán Carey". De ella no hablan los reputados críticos cinematográficos, empeñados en situar a Leisen como un grande de la comedia. Sin embargo, yo me permito recomendar al espectador esta sorprendente y entretenidísima cinta en la que Leisen maneja con insultante habilidad la combinación de géneros en una modélica y fantasmal puesta en escena y con unos personajes fascinantes cuya compleja personalidad nos da a conocer el director americano con solo unas leves pinceladas a modo de presentación. Y, paradójicamente, en esto radica el único error de la película: con semejante exposición de personalidades, el resultado final habría sido más lucido si el metraje se hubiera acercado a las dos horas. Apenas hora y media se nos antoja demasiado escaso para tanto potencial en juego.

Francamente, a Leisen lo había dado por perdido, por cursi, machista, pesao y vendido. Pero mira tú que me encuentro con esto y resulta ser una peli estupenda. No puedo sino estar completamente de acuerdo con la única crítica que ha precedido a esta, de quien ha visto claramente que los personajes hubieran agradecido algo más de desarrollo, porque lo imbricado de la trama lo demandaba, pero es igual, así también me vale.

Las interpretaciones son sobrias y convincentes, el ritmo inapelable, la emoción presente pero contenida, la ambientación perfecta. De entre todas, quizá una de las escenas más sorprendentes es la de la pelea, que no puede ser más realista (buenos golpes se debieron de dar los especialistas, pobres), sin heroicidades y con verosimilitud.

Un solo pero: La música. No sabría decir si es buena o mala, pero desde luego está muy mal colocada: Para mi gusto se carga el dramatismo de algunas escenas muy emocionantes y se echa de menos en algunas otras escenas donde habría sido un plus.