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Nubes errantes (1951)

Nubes errantes
95 min.
7,1
59
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Sinopsis
Cinco estudiantes de Tokio hacen una excursión campestre. Pronto una de ellas, Masako, se siente indispuesta, debiendo guardar cama. Cuando sus compañeras comprueban que está en buenas manos reanudan el camino. Masako, joven consentida y malhumorada, descubre el verdadero valor de las cosas a través de dos personas que la ayudan, el Dr. Minami y, sobre todo, la criada Osen. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Romance Vida rural Medicina
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Wakare-gumo (Dispersed Clouds)
Duración
95 min.
Guion
Música
Fotografía
7
La posada de Kobuchizawa ("¡Qué tristes parecen esas nubes!")
Las montañas Yatsugatake de Nagano albergan un mundo aparte. Crece la vegetación, el cielo es más azul, las nubes se mueven, errantes, lejos de la gran ciudad.
Tal vez es el entorno perfecto para volver a tomar contacto con la tierra y los seres humanos. La historia de Masako nos lo revela...

Una historia donde se recogen ciertos episodios de la vida de la prestigiosa guionista y autora Sumie Tanaka, en colaboración con un Heinosuke Gosho que había pasado a formar parte de ese grupo de compañeros y estrellas exiliados de Toho después de la tercera y más escandalosa huelga contra los productores debido a la presión de las fuerzas de ocupación norteamericanas sobre el modo de hacer cine y la explotación de sus empleados; poco ayudó que la mayoría tuviesen afiliaciones comunistas. Y allí estuvo el cineasta, tras las barricadas en los estudios Kinuta frente a las cargas policiales.
Doscientas personas se quedaron sin trabajo y de ahí nació Shintoho, sin embargo él fue un paso más adelante creando su propia compañía, 8 Pro, siendo "Wakaregumo" la película "de estreno", y que da comienzo con una nota un tanto amarga: ese tren recién llegado de Tokyo a la zona rural de Kobuchizawa, trayendo la modernidad encarnada en cinco muchachas, estudiantes de la universidad de artes en una especie de "viaje de estudios". Energúmenas, chillonas, que tanto se sienten fascinadas con el paisaje como se burlan de la precariedad, antigüedad y costumbres del pueblo. Excepto una de ellas, Masako (Keiko Sawamura, estrella emergente), que acapara el protagonismo con su repentina fiebre.

En un hostal un tanto desvencijado deberá reposar la chica. Durante estos primeros minutos la conocemos y a los personajes que la rodean, y ninguno produce un gramo de simpatía, empezando por las pijas insoportables de sus amigas, demasiado hechas al ambiente de la gran y lejana urbe, pero mucho menos la despreciable y cínica dueña de dicho lugar y su hija, que representa el modo en que la gente de pueblo también intentaba formar parte de esa sociedad moderna de costumbres occidentales; el efecto es harto ridículo. Incluso de vez en cuando vemos al dueño de una tienda de cámaras intentando hacer una foto de Masako, nota de humor innecesaria que Gosho introduce de forma natural.
Es la forma del film, la naturalidad en su estado más puro. Así surge el contacto entre la joven y las dos únicas personas afectuosas del entorno, el amable médico Minami (Yoichi Numata, futura estrella de Shintoho) y la criada del hostal (la veterana Hiroko Kawasaki). El director, debido al reducido presupuesto, filma en localizaciones reales, vital para que la trama y sus personajes se impregnen de esta atmósfera rural, bucólica, bellamente iluminada por Mitsuo Miura, asimismo afectada por la pobreza que ha traído la posguerra. Las grandes ciudades ejemplifican una progresiva recuperación económica, pero en los pueblos también se aprecia la fuerza de las gentes.

Con los ojos de una Masako en proceso de "humanización", descubrimos este espacio inmenso y luminoso, que a la vez pareciera encerrado en sí mismo; así ella, caprichosa, egoísta y en principio desquiciante, va tomando conciencia de ese otro lado de la vida que desconocía. Los preciosos primeros planos a los rostros dejan al descubierto las emociones de los individuos, pero la maniobra más inteligente del guión es que sus sentimientos se abran poco a poco conforme interaccionan entre ellos. De este modo también averiguamos la causa del carácter de la chica: una familia rota, compuesta de un padre muy ocupado y una madrastra que no ha podido tomar el lugar de la madre, fallecida tiempo atrás.
Quien lo toma es la criada del hostal. Inspirado en Tanaka, este personaje maravillosamente construido e interpretado de manera magistral por Kawasaki sufre esa transformación que es el motor del melodrama de "Wakaregumo": comparte su amargo pasado con Masako igual que ella o su madrastra Tamae le comparten su amargo presente. La metáfora del título se expresa en sus íntimas relaciones: unas nubes de existencia errante que se han encontrado de repente. Y mientras la criada hace el papel de madre sustitutiva, el doctor, que socorre a la población de una repentina infección de tuberculosis, muestra a la muchacha el significado de luchar por la vida.

Masako, o más bien la generación acomodada de posguerra que simboliza, por fin tiene tiempo de observar más allá de ella misma, observar el mundo exterior y a los seres humanos que lo forman, incluso descubrir las oscuras supersticiones rurales o los privilegios de los cuales los pueblerinos no pueden gozar igual que los habitantes de ciudad. Gosho, con esa sencillez, honestidad, humildad y algo de inocencia que caracteriza a su cine, trata esta toma de conciencia como una metamorfosis natural e íntima; cuando la joven regresa de su improvisada escapada en busca del doctor ya no es la misma.
Sus siguientes escenas con el padre (Ken Mitsuda también inolvidable) revelan un espíritu nuevo, y éste incapaz de creerlo. La película, de pequeña envergadura, de aparentemente insignificante argumento y bajo presupuesto, acumula algunos de los más bellos instantes del clásico melodrama costumbrista japonés; el vínculo renovado en esa pequeña habitación de posada donde la hija masajea los pies del padre con los suyos propios es de un inmenso humanismo, y la cara de Mitsuda en primer plano colmada de felicidad por haber sido capaz de recuperar un recuerdo que parecía borrado.

Es el mayor logro que consiguen los personajes de esta historia: recuperar de la nada un recuerdo, una huella del pasado, una parte de ellos mismos enterrada en el olvido (terminado en Zona Spoiler).
Es la primera producción independiente del cineasta y un pequeño gran logro de su longeva carrera.
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