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Juventud drogada (1977)

Juventud drogada
91 min.
3,3
178
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Escena (Español)
Sinopsis
El hijo de un importante magnate farmacéutico es captado por una banda de delincuentes que se dedican al robo y al trafico de drogas. El joven se siente atraído por una de las chicas de esta peligrosa banda, cosa que aprovecharan para ganarse su confianza. El objetivo es acceder a los laboratorios de la empresa y hacerse con un deposito de heroína y cocaína... (FILMAFFINITY)
Género
Drama Drogas Crimen Cine quinqui
Dirección
Reparto
Año / País:
/ España España
Título original:
Juventud drogada
Duración
91 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
2
Bar La Cigala
Con ese título, tan redundante y tentador, no me podía resistir, la carne es débil. Había que intentarlo de una vez por todas. Y no decepciona. Sí, amijos, es peor que mala, mucho peor. No se puede llegar a imaginar. Y ese es su indudable atractivo o gran virtud, descubrir sus límites, si los hubiera, hasta qué punto llega: el asombro continuo que produce cada nueva escena, cada nuevo horror. Aunque no nos engañemos: esa fascinación monstruosa pelea a muerte con el aburrimiento perfecto, ahí le anda, casi empatan.
La cosa, este engendro ignominioso va de una banda de facinerosos peludos, melenudos y barbudos (el macho alfa felón, el boxeador tapón y el ayudante de figurante, además de un nutrido grupo de ninfas que acompañan la función con fruición) que atrapan al "imbécil" (como ideal platónico o por antonomasia, non plus ultra) en una trampa que le lleva a la perdición (o eso parece, tiene todos los visos, se masca la tragedia).
Película setentera. Recién democrática y pura transición. Qué emoción.
Destape estupefaciente, jipismo trasnochado, tetas en aluvión, música narcótica y todo resuelto y bañado por el cine negro más cochambroso, lisérgico y cazurro que hayan visto los tiempos.
Es realmente penosa: horrorosos actores, deleznable guion, innombrable dirección. Un apocalipsis ya, sin perdón. Con los diálogos más atroces que se puedan concebir (los del ¡doctor Stanford! con su hijo oligofrénico son de tesis: dame cariño, papa, que me muero sin tu amor; que no solo de dinero vive el hombre, por dios).
Sensacionalismo morboso, sexo estrepitoso (violación abismal mediante) y la droga como virus alienígena que nunca muere. La película es gore, por nefanda, mal hecha y su tono de serie z castizo y aberrante. Solo salvable por la curiosidad malsana que excita, por ser tan coyuntural y abominable. Una mezcla espantosa de cine justiciero norteamericano (los rufianes parecen patrocinados por los mismos descerebrados, todos primos hermanos, hijos de la misma sangre espesa, que arrasaban las santas noches del bueno de Bronson, algo así también, por seguir con la línea genealógica, como sus hijos tontos y nunca reconocidos, solo faltaba), el pico español (sería su antecesora mutante; un horrible padre), el pandillero chapucero y el "noir verité" de la República de Kazajistán.
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19 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
"Esto no termina. Esto empieza todos los días"
Película con un mensaje tremenda, e injustificadamente reaccionario, que poco aportó al cine de la transición, más allá de enseñar unos cuantos desnudos femeninos (si eso es un mérito)

El título lo dice todo: "Juventud drogada". Nos muestra cómo los jóvenes de la buena sociedad, tal como el personaje de Tony Isbert (el tonto del barrio en esta película) o el de Ivonne Sentis (bellisima pero insulsa en esta película) son atrapados en una red de drogadicción, atracos y delitos, por un grupo de hippies entregados a sus adicciones y al sexo (y no falta también por allí un travesti con bigote pederasta, directamente ridículo) y desviados de la sana creencia en el catolicismo por la perversa espiritualidad orientalista que tanto daño hizo a la Reserva Espiritual de Occidente.

Nadie se cree demasiado su papel, y la película avanza entre desnudo y desnudo, y delito y delito; el padre de Tony Isbert gimotea porque encima el hijo le culpa de no haberle dado amor (sin que se vea muy bien porqué ha de tener ninguna culpa); lo que, por supuesto, también es parte del mensaje de la película: nadie en el cine se creía la serie de frases desvaídas del hijo sobre la falta de cariño paterno, y se reforzaba ante los espectadores de mayor edad la sensación de que el personaje era directamente tonto, como todos los jóvenes, desagradecido, como todos los jóvenes (¿para eso hicimos una guerra?) y entre los más jóvenes no calaba tampoco el mensaje porque estaban más atentos a las tetas de Ivonne Sentis y otras ninfas que a las sinsustancias de Tony Isbert.

Entre películas de quinquis, donde seres moralmente repugnantes como el Vaquilal o el Torete eran presentados como héroes, y esta carcundia ¿no habría un término medio?
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
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