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Que la cosa funcione (2009)

Que la cosa funcione
92 min.
7,0
39.083
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Sinopsis
Un neoyorquino maduro y excéntrico (Larry David) decide abandonar su acomodada vida para llevar una existencia más bohemia. Su relación con una bella joven sureña (Evan Rachel Wood) desembocará en una serie de enredos familiares y sentimentales. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia Comedia dramática
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Whatever Works
Duración
92 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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8
Unos apuntes sobre mi amigo Allen.
Os confesaré algo: Woody Allen es mi amigo. Y lo es desde hace mucho tiempo, desde mis 12 o 13 años, tal vez antes. Quise ser amigo suyo porque me hacía reír. Me encantaban sus primeras películas tontas: Toma el Dinero y Corre, El Dormilón, Bananas... y también Sueños de un Seductor que yo pensaba entonces que era suya. Poco a poco fui descubriendo su filmografía: Annie Hall, La Rosa Púrpura del Cairo, Días de Radio, Delitos y Faltas... y cada vez me sentía más cercano a él porque además de la risa me enseñaba muchas cosas, sobre el amor, el sexo, la vida, la muerte, la ironía, la moral, la religión, la psique, el optimismo, la esperanza... en cierto modo cuando me disponía a ver una de sus películas yo me sentía como si estuviera tomándome una cerveza con un amigo sabio de habla reposada y lúcida que conseguiría a cada momento emocionarme.

Y mi amigo Allen comenzó a visitarme una vez al año. Solía venir a finales de Septiembre o principios de Octubre y nos citábamos en un cine. Yo me quedaba en silencio y el me contaba una de sus historias. Y en el momento de la despedida yo siempre tenía una amplia sonrisa en el rostro y mi visión de la vida se había enriquecido. Me gustaba caminar por la ciudad después del adiós porque aquel amigo tenía el don de cambiar mis ojos, y nunca fue una despedida triste porque yo sabía que al año siguiente, recién entrado el otoño, el volvería.

Recuerdo la vez que mi amigo regresó en otra fecha, porque lo habían llamado para darle un premio. Cuando lo supe, soñaba con ir a verlo, solo para estrecharle la mano y darle las gracias. Pero luego pensé que la mejor manera de demostrarle mi amistad era no molestarle en unos días donde su intimidad se vería continuamente mermada. Y fui feliz viendo a mi amigo por televisión, paseando por muchos de los sitios en los que a veces yo le había echado de menos. Dicen de él que se enamoró de la tierra que conoció en aquel viaje y tras halagar la ciudad de Oviedo fue honrado con una estatua. Y sí, mi amigo ahora está siempre allí, caminando eternamente con aire despreocupado, con las manos metidas en el bolsillo y la frente pensativa. Cuando le preguntan, en cualquier parte del mundo por su estatua, entre humilde y divertido suele decir “Es lo más simpático que he visto en mi vida”.

Por aquel entonces sucedía además que yo veía como mi amigo se iba haciendo mayor. Seguía yendo a verle cada año pero las emociones no eran las mismas. Aún así en cada uno de aquellos encuentros siempre quedaban destellos de su magia y yo le perdonaba, por supuesto que sí, los momentos bajos, y me dolía seguir el deterioro de su inigualable talento. Pero tengo que reconocerles que llegué a perder la fe en él rehuyéndolo con dolor el año que vino a contarme una historia que se llamaba “El Sueño de Casandra”. Falté a la cita para negar lo que parecía inevitable, mi amigo se apagaba y yo era demasiado cobarde y sentimental como para enfrentarme algo así.
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194 de 224 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
El nuevo "remake" de Woody Allen
Si bien es cierto que Woody Allen solo tiene tres fórmulas: 1. Las películas que tienen como telón de fondo Nueva York 2. Las películas que se desarrollan en Europa y 3. Los fiascos; en Whatever Works el director y guionista regresa a sus orígenes neoyorquinos para escribir una película casi autobiográfica. Un hombre mayor (Boris), neurótico, hipocondriaco y muy necesitado de un buen psiquiatra que se enamora de una rubia joven (que nos recuerda a Scarlett Johansson) con pocas luces y llegada desde la América profunda de la que además de su amante, será su mentor.

A pesar de ser la película de Woody Allen que ya hemos visto muchas veces, la fórmula no falla, nos gusta ver al hombre que critica absolutamente todo, que no es capaz de apreciar nada en la vida y que trata de suicidarse pero que ni siquiera esto consigue. Y ¿por qué no?, nos gustan las bromas sobre judíos hechas por un judío. La revelación es Evan Rachel Wood, nuestra rubia joven que, efectivamente, nos hace creer su ignorancia y que, además, hace coherente que un viejo amargado se enamore de su ingenuidad. Patricia Clarkson, a la que veíamos también en Vicky, Cristina, Barcelona, está intachable, como siempre.
Los diálogos son agudos y nuestro maestro de la ironía no deja títere con cabeza en esta película.
Un personaje más del film es, cómo no, la ciudad de Nueva York, que redescubrimos no solo gracias al “tour” turístico que Boris le hace a Melody Celestine, sino también en todos y cada uno de los planos exteriores que conforman la película.

Aquellos que en Match Point, Scoop y Vicky, Cristina, Barcelona buscaban al director de Manhattan, Annie Hall, Hannah y sus hermanas, no se sentirán defraudados con esta nueva “entrega”. Para todos los demás, el buen rato está asegurado.
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146 de 169 usuarios han encontrado esta crítica útil
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