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Los padres terribles (1948)

Los padres terribles
105 min.
6,8
316
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Sinopsis
Pasión, lucidez y fatalidad son las claves de este drama moderno con tintes de tragedia griega. Yvonne, una mujer enferma, ignora a su marido concentrando todo su amor en su hijo. Cuando éste le anuncia que va a casarse, resultará que su novia es la protegida de su padre... (FILMAFFINITY)
Género
Drama
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Les Parents terribles
Duración
105 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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9
NO SE SI ES UN DRAMA O UN VODEVIL
Les parents terribles es una película extraña. Es probable que, para aquellos que se acerquen a verla desde un conocimiento mayor que el mío de una personalidad artística como la de Jean Cocteau, la película resulte mucho más coherente y comprensible.

Conocía que Jean Cocteau también se había dedicado a otras artes tales como el teatro ó incluso la poesía. Pero esa “culturilla” mía sobre él director, en la medida de su absoluta limitación, resulta insuficiente para valorar adecuadamente la propuesta cinematográfica de Les parents terribles.

Ese desconocimiento sobre el polifacético genio francés hace que la película empiece pareciendo un vodevil, bastante ñoño y con complejo de Edipo incluido, con un Jean Marais totalmente desencajado del papel, interpretaciones más teatrales que cinematográficas y algunos gags tontos hasta dar pena (véase sino la escena de la mesa y su parte plegable). Pero dije antes, “pareciendo”, porque la verdad es que aquí nada es lo que parece.

Ese vodevil en el que el azar justifica su nombre se va encaminando casi sin darnos cuenta hacia el drama culminando con la frase de la tía Leo: “No se si es un drama ó un vodevil pero es una obra maestra” y ese tránsito desde la ranciedad a la dureza se va jalonando de unos diálogos sin desperdicio. Los que hayan visto la película reconocerán que la frase final relativa a la asistenta es buena prueba de lo que acabo de decir, frase que al cerrarse deja abierta una serie de interrogantes que después de bajarse el telón y finalizar la proyección aun bailan en nuestra cabeza mientras que, con cara de tontos, nos preguntamos ¿Pero que ha pasado aquí?.

Tal vez, un experto en Cocteau encuentre la totalidad de la obra del genio francés absolutamente coherente y es muy pero que muy probable que también le encaje Jean Marais en el papel de Miguel. A este que les escribe le sorprendió muchísimo al principio. Luego, con suficiente información sobre vidas y milagros tanto del director como del actor, acabé comprendiendo....

Y terminaré con la “gran sorpresa de la jornada”. Sorpresa para quienes, como yo, nos acercamos de puntillas y muy escasamente al cine francés. La actuación de Gabrielle Dorziat es absolutamente magistral y poco a poco, en la misma evolución de la película, hace que vayamos dejando de ver a la típica tía solterona sentada como una Penélope sin esperanzas en un banco del andén para dejar paso a la mujer fuerte al servicio de los demás. ¿O a su propio servicio?. Este es sin duda el gran interrogante que me dejó la película. Película que Cocteau dirige con maestría plenamente cinematográfica (hay encuadres de cámara francamente buenos) sin renegar, eso si, ni de sus experiencias teatrales ni del origen plenamente literario de su obra.

Recomendable sin ninguna duda.
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14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Cinéma vs. Cinematographe
'Les parents terribles' mezcla vodevil y tragedia en una, aparentemente, rígida estructura teatral de dos espacios y ausencia de exteriores. Texto teatral que, pese a todo, es adaptado con preocupación cinematográfica.

Cocteau rechaza los mecanismos clásicos de oxigenación fílmica (movimientos de cámara, espacios abiertos, etc.) y opta por lo contrario: acceder a una escala reducida de primeros planos y detalle abigarrado (composición del encuadre, jungla de objetos, arbitrariedad en la disposición de rostros en escorzo, barrido borroso para indicar la conducta mental del frenesí de la llegada del hijo, distribución de cuerpos que obstruyen el cuadro en un efecto que insinúa cierta sensación de falta de “ventilación” psicológica, etc).

El efecto indiscreción (“impunidad”, en palabras del director) es descarnado y cinematográfico. Se multiplica un barroquismo de mosaico donde el fragmento despliega su cualidad dramática y psicológica. Esa opción aleja la película de un "estilo invisible" y natural para que el plano sea una cuestión moral (* ejemplos en la zona spoiler).

Son fragmentos estructurales de un drama que late –excediendo la evidencia aparente del texto– en la forma de tratar los escasos y pequeños espacios. La intención en ese sentido asoma desde el inicio. Al retirarse el telón que introduce la película nos sorprende un plano detalle de microscópico efecto (aparece de pronto, sin transición convencional). Es la reivindicación de una cámara que rasga la privacidad desde el primer plano. La puesta en escena no es únicamente disposición de un escenario neutro o mimético. Cocteau reconoce así que la perspectiva rectora es la de la cámara (ergo, la del autor cuya voz cierra la función), no la de los personajes. Ni siquiera la del narrador en sentido “invisible”, sino la de un autor como demiurgo del exterior de la escena y del interior de los personajes. Autor que ejerce la clausula de libre disposición de los elementos de su drama hasta llegar al tuétano de los fines que persigue.

"El sujeto de la adaptación no es el argumento de la obra, sino la obra misma en su especificidad escénica" (André Bazin).
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6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
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