Trailer (INGLÉS)
- Sinopsis
- Un pequeño pueblo inglés está a punto de perder su estación de tren, por lo que decidirán unir esfuerzos y hacerla funcionar ellos mismos, compitiendo con la compañía local de autobuses. (FILMAFFINITY)
- Género
- Comedia Vida rural Trenes / Metros
- Dirección
- Reparto
- Año / País:
- 1953 / Reino Unido
- Título original:
- The Titfield Thunderbolt
- Duración
- 80 min.
- Guion
- Música
EALING EXPRESS
19 de diciembre de 2010
En una crítica anterior a esta escribí que uno de los géneros que mejor había cultivado el cine británico era el histórico; siendo esto cierto, hay otro -la comedia- en el que también lograron, a lo largo de los años cuarenta y cincuenta, resultados óptimos, como bien ilustran las brillantes películas producidas por los estudios Ealing.
Por lo general todas ellas, y naturalmente la que aquí se comenta, encuentran su fuerte en la concepción de sus personajes, siempre estrambóticos, concienzudos y alocados. Acostumbran a ser películas corales, desarrolladas en un marco concreto, y que frecuentemente aluden con notable ironía a los cambios sociales y los conflictos que provocan (por ejemplo, "El hombre del traje blanco", de Mackendrick), los cuales son generalmente resueltos por medio del entusiasmo y las peregrinas soluciones de los ya mencionados personajes. En el presente caso, la inminente desaparición de la línea de ferrocarril local alarma a los incondicionales que este medio de transporte tiene en un pequeño pueblo de la campiña inglesa, al tiempo que excita la codicia y malas intenciones de los propietarios de la única compañía de autobuses de línea del mismo.
Si bien el guión no alcanza la mordacidad y el humor de otros filmes de la casa, como en la brillante "Ocho sentencias de muerte" o en "Oro en Barras", esta última realizada también por Crichton, la diversión viene propiciada por la descripción de los personajes: el reverendo fanático del ferrocarril; Dan, que malvive en un antiguo vagón y aprovecha toda oportunidad para cazar ilegalmente; el rico del pueblo, borrachín y generoso a partes iguales, y junto a ellos una pléyade de secundarios llenos de encanto (qué decir de ese peculiar obispo que aparece en el tramo final del filme). Y a estos personajes se les rodea de un entorno apacible y hermoso, en el que las rutinas parecen siempre agradables, y que como ha dicho algún usuario, es similar al descrito por John Ford en "El hombre tranquilo". Dicho entorno resulta enormemente realzado por una cálida fotografía, que potencia los colores, aportando gran luminosidad y "alegría cromática" a la película.
Es una lástima constatar que este tipo de películas ya no se hacen, ni en el Reino Unido (con algunas pequeñas excepciones) ni en ningún sitio, y que su falta ilustra la crisis que el género de comedia arrastra desde hace mucho, crisis que devalúa la riqueza del cine actual. Esperemos, al menos en este caso, que los profesionales del noble arte cinematográfico no pierdan definitivamente el tren.
Por lo general todas ellas, y naturalmente la que aquí se comenta, encuentran su fuerte en la concepción de sus personajes, siempre estrambóticos, concienzudos y alocados. Acostumbran a ser películas corales, desarrolladas en un marco concreto, y que frecuentemente aluden con notable ironía a los cambios sociales y los conflictos que provocan (por ejemplo, "El hombre del traje blanco", de Mackendrick), los cuales son generalmente resueltos por medio del entusiasmo y las peregrinas soluciones de los ya mencionados personajes. En el presente caso, la inminente desaparición de la línea de ferrocarril local alarma a los incondicionales que este medio de transporte tiene en un pequeño pueblo de la campiña inglesa, al tiempo que excita la codicia y malas intenciones de los propietarios de la única compañía de autobuses de línea del mismo.
Si bien el guión no alcanza la mordacidad y el humor de otros filmes de la casa, como en la brillante "Ocho sentencias de muerte" o en "Oro en Barras", esta última realizada también por Crichton, la diversión viene propiciada por la descripción de los personajes: el reverendo fanático del ferrocarril; Dan, que malvive en un antiguo vagón y aprovecha toda oportunidad para cazar ilegalmente; el rico del pueblo, borrachín y generoso a partes iguales, y junto a ellos una pléyade de secundarios llenos de encanto (qué decir de ese peculiar obispo que aparece en el tramo final del filme). Y a estos personajes se les rodea de un entorno apacible y hermoso, en el que las rutinas parecen siempre agradables, y que como ha dicho algún usuario, es similar al descrito por John Ford en "El hombre tranquilo". Dicho entorno resulta enormemente realzado por una cálida fotografía, que potencia los colores, aportando gran luminosidad y "alegría cromática" a la película.
Es una lástima constatar que este tipo de películas ya no se hacen, ni en el Reino Unido (con algunas pequeñas excepciones) ni en ningún sitio, y que su falta ilustra la crisis que el género de comedia arrastra desde hace mucho, crisis que devalúa la riqueza del cine actual. Esperemos, al menos en este caso, que los profesionales del noble arte cinematográfico no pierdan definitivamente el tren.
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20 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Pasajeros al tren!
20 de febrero de 2010
Deliciosa comedia british, marca Ealing como no podía ser de otra forma.
Un pueblo de la campiña inglesa siempre es propicio para estas historias. Son de tono ligero, pero sólo en la superficie. Si se rasca algo, hay más profundidad de lo que parece, y mala baba. Sólo los ingleses son capaces de esto.
Recomiendo especialmente esta película a todos los aficionados a los trenes, sobre todo a los que sientan nostalgia de esas pequeñas líneas que cerraros porque no eran rentables. En esta película la cierra el estado, ya que en el Reino Unido se nacionalizó el ferrocarril después de la guerra. Y cuatro lugareños chalados: el borracho, el párroco... etc, vamos como en los chistes, la reflotan desafiando la lógica mercantil.
Típica película que no disgusta a nadie. Bueno, tal vez a algún agrio, aunque hasta a esos lo dudo.
Un pueblo de la campiña inglesa siempre es propicio para estas historias. Son de tono ligero, pero sólo en la superficie. Si se rasca algo, hay más profundidad de lo que parece, y mala baba. Sólo los ingleses son capaces de esto.
Recomiendo especialmente esta película a todos los aficionados a los trenes, sobre todo a los que sientan nostalgia de esas pequeñas líneas que cerraros porque no eran rentables. En esta película la cierra el estado, ya que en el Reino Unido se nacionalizó el ferrocarril después de la guerra. Y cuatro lugareños chalados: el borracho, el párroco... etc, vamos como en los chistes, la reflotan desafiando la lógica mercantil.
Típica película que no disgusta a nadie. Bueno, tal vez a algún agrio, aunque hasta a esos lo dudo.
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21 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
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