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Noche nupcial (1935)

Noche nupcial
83 min.
6,8
385
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Escena (INGLÉS)
Sinopsis
Un escritor achaca su crisis de creatividad al ambiente en el que se mueve, la alta sociedad. Por esta razón decide transladarse junto con su esposa a su pueblo natal en Nueva Inglaterra. Su mujer decide regresar, poco después, a Nueva York, y él se enamora de una granjera, a la que convierte en heroína de su novela. Sin embargo, sus padres le obligan a contraer matrimonio, contra su voluntad, con otro hombre. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Romance Literatura
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
The Wedding Night
Duración
83 min.
Guion
Fotografía
Compañías
Links
Premios
1935: Festival de Venecia: Mejor director. Nominada a la Copa Mussolini
9
LA IMPOSIBILIDAD DEL AMOR
Una de las grandes obras maestras del drama romántico y social americano de los años treinta y una de las películas más desconocidas del maestro King Vidor.

En Noche nupcial (The Wedding Night), estrenada en 1935, el romanticismo de Vidor se abre paso con una limpidez absoluta. Al igual que en el caso de los geniales directores Frank Borzage o William Dieterle, Vidor nos muestra cómo el amor es una fuerza que, aunque haya una imposibilidad de culminación en su aspecto humano, pervive hasta después de la misma muerte. Los últimos y maravillosos planos nos lo plasman con meridiana claridad.

El desinterés a los lujos urbanos, la postura individualista y el rechazo a las brutales, machistas y clasistas costumbres ancestrales de las comunidades rurales por parte del protagonista (impresionante Gary Cooper), un escritor fracasado por imposiciones comerciales que se refugia en busca de paz en la soledad de los campos nevados y se enamora de una mujer desamparada (guapísima Anna Sten), precipita a los amantes a la tragedia. Tragedia que de alguna forma es redención pero, aunque el recuerdo de la amada permanezca en la memoria (la fuerza del amor anteriormente mencionada), los obstáculos sociales hacen que ese mundo sublime que se pretendía –ya queda lejos el ideal poético renacentista del desprecio de la corte y la alabanza de la aldea– sea destruido. Nuestro hombre volverá a triunfar como escritor en la ciudad, pero será un ser frustrado al que solo le quedará la presencia indeleble de aquel amor perdido.

Por otra parte, resulta magistral y esclarecedor –la impresionante fotografía Gregg Toland lo resalta sin estridencias– el contrapunto de las escenas cotidianas y amables –casi idílicas– en el interior de la casa, con el ímpetu y la dureza –aunque también con la belleza– de la naturaleza primigenia. La nieve funciona como fuerza purificadora y destructora; como un vislumbre del paraíso perdido y el rumor de la desolación que llegará.
En conclusión: una obra con todas las características temáticas y estilísticas de King Vidor, imprescindible y de absoluta modernidad, plagada de sensibilidad y de romanticismo --nos estremece como el poema "Oda a la inmortalidad", de William Wordsworth--, que todo el mundo debería disfrutar.
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16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Años 30. Romanticismo
Últimamente veo una película o dos diarias.
He vuelto a mi vieja pasión por el cine desde que tengo Filmaffinity.
Si quereis os cuento.
Si no quereis pues nada, yo cuento de todos modos y podeis pasar página.
O leerme pasado mañana, que a estas horas seguro que ya empezáis a tener sueño o ganas de salir de marcha.

Vereis: yo tenía una vieja afición. Desde adolescente he ido siempre al cine, casi a diario.
En mis primeros años me llevaba mi padre, normalmente a las películas de aventuras, del oeste, de dibujos animados...luego empecé a ir solo. Me metía en un cine, y luego a otro, y entre medio me comía un bocadillo con un café... Después conocí amigos cinéfilos en un festival de cine de Cádiz, "Alcances". Y a partir de entonces y durante años fui con esos amigos, y empecé a llevar un diario de cine. En este diario, que conservo, apuntaba mis comentarios, al tiempo que apuntaba el tiempo que había hecho, si el paseo había sido agradable. Estos amigos y yo salíamos del cine, nos encendíamos un cigarrillo y nos íbamos al bar a tomar una copa o una tapa y a comentar la película...

Y me lo pasaba muy bien, casi tan bien como me lo estoy pasando ahora... cuando recuerdo películas como ésta de Gary Cooper, tan romántica.
Cine de tinieblas, le hubiéramos llamado, o cine de simplemente niebla. Niebla, viento y nieve, y en medio la silueta de Gary Cooper, el romántico por excelencia. Y a su lado, compartiendo amarguras, silencios, nostalgias o anhelos, una mujer enamorada.

Siempre me gustaron las películas románticas, aunque me iba a casa sufriendo cuando el protagonista, o la mujer, morían.
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13 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
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