Charlie Chan en Egipto (1935)

La trama posee esa intensidad e intriga que suele calar en el espectador y, aunque en esta ocasión la ambientación presenta ciertas lagunas, el episodio se apodera de la pantalla y la aventura se percibe con proximidad.
El enigmático Egipto representa un referente idóneo para las historias de misterio y C. Chan no iba a perder la oportunidad.
Su dinámica narrativa resulta muy efectiva, su desarrollo mantiene vivos los resortes de la incertidumbre y se activa una suerte de identificación con ese protagonista de ojos rasgados y perspicacia sin límites.

No es cine negro. Es cine en Blanco y negro. Pero sí es un film de detectives. Y como tal se investigan una serie de sucesos, bastantes retorcidillos, que ocurren en una excavación arqueológica en Egipto. Hay pistas que te van dejando en el filme para que ates cabos. Tienes que estar atento. Por lo demás una película correcta en la trama. Sorprende una jovencísima Rita Hayworth (en el reparto aparece como Rita Cansino), con apenas algunas líneas pero con ese magnetismo atrayente.

También este film invita a una reflexión sobre la imagen espeluznante que ofrecía Hollywood de los afroamericanos en aquellos años: el personaje que aparece, sin nombre pero con mote (Snowshoes, algo así como raquetas de nieve, que ya tiene tela), habla raro (recomiendo verlo en V.O.), como drogado, parece medio dormido, es cobarde, con especial miedo a los fantasmas, es fácil de engañar, algo perezoso y torpe. Tremendo.