- Sinopsis
- En 2011 falleció Leonora Carrington, la última surrealista. Este documental recoge su historia, la de una mujer ansiosa de libertad, que huyó del estricto Londres a París con Max Ernst. Fue el primer gran salto de una biografía accidentada, azarosa y apasionante, que salta de continente en continente y atraviesa acontecimientos históricos y movimientos artísticos. Todo ello se refleja, bajo un manto onírico, en una obra artística que pasa por la pintura, la literatura (el impactante texto Memorias de abajo, inspirado por su estancia en un psiquiátrico de Santander) o el cine, donde trabajó como directora de arte. (FILMAFFINITY)
- Género
- Documental Biográfico
- Dirección
- Reparto
- Año / País:
- 2012 / España
- Título original:
- Leonora Carrington. El juego surrealista
- Duración
- 80 min.
- Guion
- Música
-
- Fotografía
- Compañías
Caballos de hielo
7 de marzo de 2024
Eso lo hacía Raffaella Carrá y no pasaba nada, si fuera Raffaella, y no se daba humos ni pisto ni tenía a, por ejemplo o citar solo uno, Éluard y toda la banda delante haciéndole la corte, a pelo.
Flojito, anodino, aburridamente normal dice ella que ha sido su larga y fructífera vida y así es un poco este documental, impersonal, tal cual, no hay mucho donde rascar tal y cómo está, ella está a punto de morir (aunque envidiablemente viva, lúcida y capaz), apenas le quedaban meses, y no está para mucha cháchara chagall en su spanglish afrancesado y además es bastante reservona y parca, en ese sentido poco expansiva o generosa, con el puño, y el alma, cerrado (no hay manera de sacarle algo sobre el amor, se cierra en banda, lo único que dice, y está la mar de bien, es lo de la borrachera que se pasa y te duele la cabeza, correcto, pero nada habla o comenta de su segundo marido, se niega, con el que estuvo decenas de años casada se supone que felizmente, ni un verso o ripio le dedica o suelta por su boquita o nos deja para llevarnos a la boca) y los otros que aparecen o chamullan igual o parecido de rácanos o austeros, Monsiváis (gran elemento, piropo) o la Poniatowska (lo mismo), el hijo, etcétera apenas aportan lugares comunes hagiográficos que no añaden o adornan casi nada una vida en principio tan agitada, rica, interesante y pintoresca pictórica por lo menos en su primera etapa con el origen aristocràtico inglés, los escarceos bohemios surrealistas parisinos Breton y Ernst, su huida y su boda a causa de la gran guerra, la segunda, la más intensa y cabrona, previo paso por España manicomio santanderino mediante (colapsó, ataque psicótico, se ve que tenía mucho miedo, que vivía sin vivir en sí, de que la pillaran los alemanes, no quiere hablar, tampoco, normal, de todo ello), camino de México, su llegada estancia definitiva en ese país hasta el final de su vida tras dos matrimonios y dos hijos y una gran obra, de acuerdo, acompañada durante su periplo, compartiendo su recorrido con sus amistades famosas, con la enorme o enormes Varo Remedios, Benjamin Péret, Buñuel y un largo etcétera.
Una vez acaba el documento te quedas más o menos como estabas, es una señora estupenda Leonora leona (no confundir con Dora, otra que tal bailaba y pintaba, tremenda) lo mismo que puede ser tu abuela o la de (casi) cualquiera, pragmática, resabiada, de sentido común llena, picarona, cachonda, pero con más idiomas y más tabaco (para que luego digan que mata y no alimenta) y con un pasado legendario.
Es como si se quiera hacer invisible, no soltar lastre, guardárselo quedárselo todo dentro, no se fía, desconfía, educada, fría, calculada, distante, agradable, inteligente, escueta, escasa, ascética.
El documental es respetuoso, cariñoso, impecable, pero no arriesga ni descubre ni apuesta ni propone, se deja llevar con plana moderada amodorrada sencillez hasta su lógico inevitable común final.
Flojito, anodino, aburridamente normal dice ella que ha sido su larga y fructífera vida y así es un poco este documental, impersonal, tal cual, no hay mucho donde rascar tal y cómo está, ella está a punto de morir (aunque envidiablemente viva, lúcida y capaz), apenas le quedaban meses, y no está para mucha cháchara chagall en su spanglish afrancesado y además es bastante reservona y parca, en ese sentido poco expansiva o generosa, con el puño, y el alma, cerrado (no hay manera de sacarle algo sobre el amor, se cierra en banda, lo único que dice, y está la mar de bien, es lo de la borrachera que se pasa y te duele la cabeza, correcto, pero nada habla o comenta de su segundo marido, se niega, con el que estuvo decenas de años casada se supone que felizmente, ni un verso o ripio le dedica o suelta por su boquita o nos deja para llevarnos a la boca) y los otros que aparecen o chamullan igual o parecido de rácanos o austeros, Monsiváis (gran elemento, piropo) o la Poniatowska (lo mismo), el hijo, etcétera apenas aportan lugares comunes hagiográficos que no añaden o adornan casi nada una vida en principio tan agitada, rica, interesante y pintoresca pictórica por lo menos en su primera etapa con el origen aristocràtico inglés, los escarceos bohemios surrealistas parisinos Breton y Ernst, su huida y su boda a causa de la gran guerra, la segunda, la más intensa y cabrona, previo paso por España manicomio santanderino mediante (colapsó, ataque psicótico, se ve que tenía mucho miedo, que vivía sin vivir en sí, de que la pillaran los alemanes, no quiere hablar, tampoco, normal, de todo ello), camino de México, su llegada estancia definitiva en ese país hasta el final de su vida tras dos matrimonios y dos hijos y una gran obra, de acuerdo, acompañada durante su periplo, compartiendo su recorrido con sus amistades famosas, con la enorme o enormes Varo Remedios, Benjamin Péret, Buñuel y un largo etcétera.
Una vez acaba el documento te quedas más o menos como estabas, es una señora estupenda Leonora leona (no confundir con Dora, otra que tal bailaba y pintaba, tremenda) lo mismo que puede ser tu abuela o la de (casi) cualquiera, pragmática, resabiada, de sentido común llena, picarona, cachonda, pero con más idiomas y más tabaco (para que luego digan que mata y no alimenta) y con un pasado legendario.
Es como si se quiera hacer invisible, no soltar lastre, guardárselo quedárselo todo dentro, no se fía, desconfía, educada, fría, calculada, distante, agradable, inteligente, escueta, escasa, ascética.
El documental es respetuoso, cariñoso, impecable, pero no arriesga ni descubre ni apuesta ni propone, se deja llevar con plana moderada amodorrada sencillez hasta su lógico inevitable común final.
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