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Blowup - Deseo en una mañana de verano (1966)

Blowup - Deseo en una mañana de verano
108 min.
7,0
14.667
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Trailer (INGLÉS)
Sinopsis
Adaptación de un cuento de Julio Cortázar que narra la historia de Thomas (David Hemmings), un fotógrafo de moda que, tras realizar unas tomas en un parque londinense, descubre al revelarlas una forma irreconocible que resulta ser algo tan turbador como inesperado. (FILMAFFINITY)
Género
Intriga Drama Thriller Fotografía Crimen Película de culto
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Reino Unido Reino Unido
Título original:
Blow-Up (Blowup)
Duración
108 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Adaptaciones de Julio Cortázar
Links
Premios
1966: Oscar: 2 nominaciones: Mejor director y guion original
1966: Globos de Oro: Nominada a la mejor película extranjera de habla inglesa
1967: Premios BAFTA: 3 nominaciones: mejor film británico, fotografía y dir. artística
1967: Festival de Cannes: Palma de Oro - mejor película
1966: Círculo de Críticos de Nueva York: Nominada a mejor película
8
Son las miradas las que construyen el cine.
Lo que más recuerdo de esta película cuando la dejo reposar con el tiempo son siempre las mismas escenas. David Hemmings fotografiando a Vanessa Redgrave con otro hombre mayor que ella en una zona aislada de un parque de la zona, y por otro lado, la posterior investigación que lleva a cabo el protagonista en su casa, cuando decide intentar desvelar las motivaciones ocultas que rigen ese momento que ha captado con su cámara, revelando las fotografías, ampliándolas y sacando conclusiones cuando cree haber descubierto la preparación de un asesinato y su posterior ejecución. Son siempre esos momentos los que se me graban en la memoria cuando veo “Blow up” y los primeros en los que pienso cuando rememoro la película tiempo después de su visionado.

Es precisamente el discurso que late de fondo en esos momentos lo que más me atrae de toda la obra. El que Antonioni trabaja en esas secuencias, el de la multiplicidad de matices y de puntos de vista que puede generar una misma imagen, dependiendo de si es vista por una u otra persona, cada una con su propia experiencia vital. No es el caso literal de la película que aquí tratamos, pero sí es lo que se transmite. ¿Realmente ha sido Hemmings testigo de un asesinato?, ¿O sencillamente ha visto lo que deseaba ver en ese momento de su vida, en el que necesita de una motivación poderosa que le haga seguir adelante? Las preguntas que surgen no poseen una respuesta clara. Cualquier opción es valida, aunque el director ya nos deja alguna pista sobre su posición en la escena final del filme.

Las ilusiones forman parte del ser humano. Cada persona verá las cosas atendiendo a su propia vida, a su propia educación, a todo lo que la ha hecho ser tal como es hasta ese momento. Y la interpretación que extraiga de unas imágenes con un fondo muy abierto de posibilidades, seguramente difiera bastante de los de otra persona con un mundo diferente. Es una visión que me parece totalmente extrapolable a la propia disciplina del cine, y es precisamente ese el punto que más me atrae del discurso de Antonioni en “Blow up”. Una línea discursiva que comparte con Jose Luis Guerín y su “Tren de Sombras”, puede que con la salvedad de que ésta última tal vez incida más en dicha cuestión, tratándo la misma con más profundidad al girar todo su núcleo argumental alrededor de la interpretación de esas imágenes y el significado oculto que encierran, y que descubrimos en el último tramo de la obra.

(continúo en spoiler)
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85 de 100 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Tampoco yo encontré ningún cadáver en Maryon Park
Hace ya algunos años, durante una visita a Londres, también yo tuve la oportunidad de subir las escaleras, para mí míticas, que desembocan, que siguen desembocando, en esa especie de planicie que se encuentra encima de un montículo en medio de Maryon Park. Iba tras la estela de David Hemmings, el actor que interpretando a Thomas, el fotógrafo protagonista de Blow up, subió esos mismos escalones en la primavera de 1966.

Me llamó la atención que la vegetación estuviera tan crecida y silvestre. En cuanto a la blanca valla de madera que, suponía yo, aun flanqueaba el ya no tan verde césped, constaté, no sin decepción, que había desaparecido excepto un diminuto tramo muy deteriorado. Luego me dirigí a la pista de tenis. Me coloqué exactamente en el lugar donde Thomas observa el fantasmagórico partido jugado por la troupe de clowns (incluso puse la mano en la misma zona de la valla de alambre). Y de pronto caí en la cuenta de que el joven y apolíneo Hemmings había muerto, gordo y casi olvidado, en 2003. También me acordé de Michelangelo Antonioni, todavía vivo en ese momento, aunque debía tener unos noventa años y hacía por lo menos veinte que estaba sin habla debido a un derrame cerebral.

Todo eso me hizo reflexionar sobre la fugacidad de esta vida inaprensible y misteriosa. Y pensé que como consuelo nos quedará siempre ese Dios al que no cesamos de reinventar. O Blow Up, interrogándonos hasta el fin de los tiempos sobre la verdadera naturaleza del mundo.
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140 de 213 usuarios han encontrado esta crítica útil
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