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Doctor Who: The Happiness Patrol (TV) (1988)

Sinopsis
La TARDIS se materializa en el mundo futuro conocido como Terra Alpha, una distopía en la que la tristeza está prohibida por ley, una ley implementada con extrema crueldad por la Patrulla de la Felicidad, bajo el mando de la desequilibrada Helen A. Aquellos que no son ejecutados en el acto, son llevados a las eufimísticamente llamadas «salas de espera», donde aguardan una muerte terrible a manos del verdugo robótico conocido como Kandyman. Pero ni el Doctor ni Ace piensan tolerar que las cosas sigan así mucho tiempo más...
Género
Ciencia ficción Aventuras Telefilm Aventura espacial Robots Extraterrestres Viajes en el tiempo Doctor Who
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Reino Unido Reino Unido
Título original:
The Happiness Patrol
Duración
74 min.
Guion
Grupos
Doctor Who
2
¿Producto de una pastilla de ácido?
Espantosa. No es de extrañar que con estos argumentos tan lamentables, junto a una ambientación y atrezzo kitsch y patético, la BBC decidiera dejar en conserva a la longeva serie del Doctor. Y eso que McCoy no era un mal Doctor, pero parece que los guionistas eran monos frente a una máquina de escribir, aporreando las teclas sin ton ni son. Y así sale este ciclo, que lo único bueno es que es de tres episodios y no de cuatro.

Con presuntas ínfulas kafkianas - por eso de que los personajes usan solo la inicial del apellido, por suceder todo en una ciudad, con funcionarios cuadriculados y pretender analizar la psique humana en una especie de "El proceso" pasado por el consumo de toneladas de alcohol- nos encontramos con algo más parecido a lo que el primer Almodóvar hubiese realizado si le hubiesen ofrecido la serie: personajes esperpénticos, bufos, exagerados, chicas de narices muy prominentes, con pelucas rosas, una gabardina corta sin pantalones y con un rifle que parece una pistola de agua, una villana siempre vestida de rosa y unos hombres, con la cara pintada como mimos y también vestidos con un chándal rosa de mercadillo; el otro villano es un ser ridículo llamado Kandyman, un robot hecho -literalmente- de chuches gigantes.

Alguien debía odiar mucho al Doctor para escribir semejante espanto y mucho más atreverse a producirlo y rodarlo. Diálogos malos, situaciones ridículas, un señor de color tocando la armónica para darle un toque "elegante". Quizás más que odiar al personaje, escribieron el guión tras pasar varias noches en las discotecas de Ibiza a base de ácidos y volver a Londres sin pegar ojo. Esa sería una buena explicación para tamaño desatino.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
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