El primer maestro (1966)

No es fácil proponer cambios ideológicos a una sociedad que lleva siglos en el oscurantismo, la tradición, y en costumbres enraizadas en el absurdo y en el atraso. Cambiar es lo más difícil que se le puede pedir a un ser humano porque, para poder asumir una nueva proposición, es necesario un largo proceso que le permita tomar conciencia de que, lo que se le propone, es bueno. Esta introyección es la que hará que el cambio sea espontáneo y voluntario, pues de lo contrario, las resistencias continuarán hasta adquirir el entendimiento.

La revolución bolchevique fue un cambio demasiado brusco para la sociedad rusa, porque significaba pasar de siglos de tradición feudal (dominio de los terratenientes, explotación del campesinado, iglesia confabulada con el poder, sometimiento de la mujer, atraso cultural, ausencia de derechos jurídicos y políticos para los trabajadores…) a un régimen socialista donde todo lo anterior desaparecía arrasado por el dominio de la clase trabajadora.

Esto es lo que recrea Andrei Konchalovsky en este su primer largometraje, realizado con la visión de un hombre comprometido con el arte y con los nuevos cambios que se venían dando en la historia de su país. “EL PRIMER MAESTRO” resulta favorecido con una visión equilibrada de sus personajes, pues estos son matizados con aciertos y desaciertos, de tal manera que la historia se sustrae de todo idealismo y de cualquier interés manipulador por parte del director.

La historia se inicia en el año 1923, cuando el llamado Konsomol (Unión Comunista de la Juventud) creado por el Sóviet Supremo, envía a un muchacho llamado Diuishen para que asuma la enseñanza en un pueblo cosaco signado por el atraso, el analfabetismo y el cacicazgo. Como es de esperarse, sus habitantes muestran enseguida una gran resistencia al cambio y el profesor es tratado despectivamente, siendo una joven de 16 años llamada Altinai, y un sabio anciano conocido como Kartambai quien lo acogerá en su casa, los primeros -y los únicos- en mostrar por él una actitud hospitalaria y de apertura.

La debutante Natalya Arinbasarova, fue la primera esposa del realizador soviético, durarían casados tres años (1964-67) y tendrían dos hijos. Ella aparecería luego en un total de 30 películas.

"EL PRIMER MAESTRO" es un filme digno y representativo sobre la lucha de clases, y sobre esos cambios que trae la historia, que se abren paso por más que los vientos soplen en contra.