arrow

Krisana (2005)

Krisana
90 min.
6,4
75
Votar
Plugin no soportado
Añadir a listas
Sinopsis
Una noche, Matiss Zelcs, un empleado del Archivo Nacional de Latvia en Riga, se percata de una mujer en un puente. Después de pasar por su lado sin prevenir su caída suicida a las profundidades, una sensación de fracaso y culpa cambian su vida. (FILMAFFINITY)
Género
Drama
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Letonia Letonia
Título original:
Krisana
Duración
90 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Letonia-Alemania;
7
Vida de un hombre corriente.
Para los que asocian el término "película lenta"="mala"/"aburrida", que no vean esta película.

Seguramente a mucha gente le parecerá que todo el cine procedente de Europa del Este es igual, sin embargo, cada película, como las personas, es un mundo.

Me fascina como a partir de una idea sencilla sin más, puede llegarse a realizar semejante película. Todo ello llevado por una senda lejos de los cánones tradicionales y convencionales de filmación. Se percibe la influencia de grandes maestros como el ascetismo de Robert Bresson, y especialmente la austeridad de Sharunas Bartas.

Desde el primer fotograma, observamos planos largos y estáticos que concuerdan con la esfera decadente que vive el protagonista, una perfecta sincronización de claroscuros con la estupenda fotografía, y la proyección en blanco y negro contrasta a la perfección con los demonios que acechan a Matiss, el protagonista, tras el hecho ocurrido al principio del film.

Un tema que el director Fred Kelemen [director de fotografía de "El Caballo de Turín (2011)", entre otras] muestra en este film al resto del mundo, es la enorme cantidad de suicidios que se producen en Letonia cada año, con una tasa de 700 suicidios anuales, de todo tipo; gente que se tira desde los puentes al río, sobredosis de drogas, armas de fuego... Y todo esto en 2005, en un país pequeño de poco más de dos millones de personas. ¿Cuál será la tasa de suicidios en países eslavos de mayor población como Rusia o Ucrania? Desde luego la cifra puede asustar.

¿Qué será de Matiss? ¿Seguirá trabajando en los archivos de nueve de la mañana a cinco de la tarde, recorriendo día sí día también el mismo camino de regreso a casa sin ocurrirle nada interesante?
[Leer más +]
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Caída y ascenso.
Un suicidio que podía haber sido evitado lleva a Matiss a recabar información sobre una persona a la que no conocía y menos aún le importaba, a intentar llenar ese vacío que conforma su existencia y en cuyo epicentro empieza a nacer la semilla de la culpa. En el archivo donde trabaja todo está milimétricamente ordenado, pero su perdición es tan inmensa como la luz que baña el agua bajo el puente.

De noche, el hombre surge de la sombra que a su vez lo conforma. La oscuridad lo abriga hasta hacerlo parte de ella para recalcar en un par de movimientos que algo oscuro alberga su persona. El primer plano de la película ya nos muestra la materia de la que está hecho. Su figura se ve compuesta por una oscuridad tan opaca que no deja verlo en la noche. Así pues, al ir hacia el puente y arrojarse un poco de luz sobre esa negrura, ve a la chica al borde del puente y la observa. Una mirada penetrante por parte de la chica, que dice mil cosas, que pide auxilio, no surte ningún efecto en el hombre de las sombras que pasa de largo. Ella se lanza al abismo. Y él despierta de su letargo, para bien y para mal.

Películas como Krisana son las que hacen pensar sintiendo. Cada fotograma respira un aire ahogado y a la vez melancólico que con ayuda de un hábil uso de la cámara invita a la reflexión casi sin querer. Toda la cara visible del hombre tras el suceso no es más que su tapadera, ya que el falso interés —en la acepción de cobarde— y no la redención son los que mueven sus actos. Una visión nihilista y existencialista del propio ser humano que al interesarse por otro cuando éste ha dejado la vida, crea una relación algo morbosa en base a un misterio que podía haberse resuelto con un simple acto por su parte —esto es, efectivamente, evitar el suicidio—. Todo ello no deja de ser irónico ya que la naturaleza de Matiss, que es un hombre atormentado que deambula solo en un mundo vasto y sin atisbo de luz, posee un aura de pesimismo que se va a dar en todos los personajes vivos de la cinta y que da muchos motivos para hacer de él alguien digno de subirse a ese puente.

Todos son suicidas en potencia y esta es una de las verdades que hacen al film tan grande. Mostrar la cara burlona de algo tan serio como esto y al mismo tiempo darle una vuelta de tuerca al convertir al propio Matiss en un ser apasionado por buscar un porqué, de conectar con alguien que ya no está; en definitiva, de hacerle tener pasión por vivir, puede resultar horrible a primera vista, pero Kelemen sabe moldearlo mediante la atmósfera y su genial fotografía. No es sino en la forma donde se encuentra la figura, en los pequeños detalles. Los movimientos de cámara, la música y los sonidos hablan más que las palabras y mediante su unión consiguen transmitir ideas y pensamientos que explican cada situación. Por poner un ejemplo: en la noche del suceso, se oye graznar lo que parecen gaviotas para acentuar la caída y la muerte de la chica. Al día siguiente Matiss va al puente de nuevo y el sonido de los niños jugando —nueva vida, juventud— se ve radicalmente acallado y sustituido por el graznido de los pajarracos cuando él se asoma. La imagen acompaña al sonido y no al revés. Es algo más que un recuerdo, más que un flashback; algo que solo responde al arte cinematográfico (como la marcha fantasmal al final de The Broken Lullaby de Lubitsch).

“El ser humano se ha extraviado”. Es una de las frases que dice el policía encargado del caso y la premisa de la obra. Una idea se lleva al extremo cerca del final. En la conversación entre Matiss y el amante de la chica, mediante un travelling circular que señala el hundimiento de ambos en su propia impotencia y culpa, la hipocresía de estos dos hombres sale a relucir entre botellas de vodka. Se habla de la culpa, pero no hay arrepentimiento por parte de Matiss, que es tan responsable como el otro hombre de lo sucedido. Queda de manifiesto la ceguera impuesta por una idea de superioridad moral y un sentimiento de justicia barata que impide vislumbrar el hecho razonable y tácito de que el suicidio es obra de los tres (el amante por inducción, la víctima por voluntad y Matiss por omisión).

Al final se ve claro. Otra mirada, que esta vez ha de forzarse, porque su fuente parece irreal. ¿Un milagro o una broma macabra? Esa mirada es la que hace vidente al ciego frente a su verdad más profunda y es por eso que no puede soportarla. Tras una subida de la oscuridad a la luz —inversa a la caída principal de la luz a la oscuridad—, un viaje de lo feo a lo bello y un vómito necesario frente a la casa de Dios, se produce la visión que lo lleva a escalar el muro de su interior. Para finalizar la búsqueda que no tendría que haber existido y recobrar una humanidad perdida. La chica está viva sí, ha resucitado (figuradamente) y él solo puede rogarle el perdón. Un perdón tan sincero como mediocre y que obviamente, obtiene un silencio devastador como respuesta. Después un gesto, una visión de felicidad que supone un estacazo en el alma para Matiss quién, tras escalar el muro del remordimiento se ha topado con su verdadero ser, con su verdadera pasión. Y cae. Se da cuenta de su error humano, de que está mal empezar a vivir por una muerte que podía haber evitado. Hurgando en el pasado para esclarecer la nada. Dando sermones sin potestad de hacerlo y rogando un perdón que no merece. Los pájaros graznan acusando.

Sigo en "spoiler" por falta de espacio.
[Leer más +]
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más información sobre Krisana
Fichas más visitadas