Mil caras tiene el amor (1965)

Éste es un largometraje que no pasa de ser más o menos interesante por la incapacidad de la dirección, y sobre todo del guión, de trascender las convenciones de una típica historia de amor y lujo, ambientada y rodada en la ciudad mexicana de Acapulco, entonces una famosísima meca del turismo mundial. A lo largo de las imágenes hay una tensión permanente entre la constante idealización a la que se ve sometida la historia, y la sordidez que se trasluce debajo de aquélla, pues estamos en un mundo de prostitución masculina en el que las mujeres compran sexo, amor y compañía cuando así lo desean, y porque pueden pagar el precio que cuestan esos servicios.

El personaje de Lana Turner centra un mundo de ricos y ociosos en el que no faltan el ganadero ni el torero, y en el que, evidentemente, el personaje de Cliff Robertson se casó con el de Turner por dinero. Los personajes de Hugh O´Brian y Ruth Roman son tal vez más interesantes, porque en torno a ellos la cuestión del turismo sexual es más que evidente. Esa idealización ya señalada impide que los personajes de Turner y Robertson se separen o se divorcien, pese a que su matrimonio hace aguas.

La pareja que forman Turner y Robertson, como mujer mayor y hombre joven (pese a que estos dos actores sólo se llevaban dos años, según IMDB) es interesante, porque recuerda a la que formaba Cliff Robertson con otra mujer mayor que él, en este caso Joan Crawford, en una película tan interesante como "Hojas de otoño" (Autumn Leaves, 1956), de Robert Aldrich.

También vale la pena recordar aquí que Alexander Singer, un cineasta poco conocido que hizo mucha televisión, es el director de un largometraje tan extraño como estimulante, y rodado en España: "Capitán Apache" (Captain Apache, 1971).

Entretenido melodrama que, no obstante, se puede olvidar con cierta facilidad a pesar de su muy buen plantel interpretativo. En este sentido, las féminas ganan por goleada a los varones, aunque el personaje de Hugh O'Brian (excelentes sus escenas con una madura pero muy guapa Ruth Roman) quizás sea el que más sustancia tiene.
Es irregular en su interés, yendo de menos a más y al final bajar de nuevo un tanto a pesar de que los sentimientos se desbordan, pero uno/a no acaba de creerse todo lo que ve a pesar de su evidente verosimilitud.
Es elegante y está muy bien fotografiada, teniendo además el metraje justo, por lo que resulta amena y no aburre, pero se echa en falta una mayor pulsión dramática, aunque esta falta está justificada por los propios personajes principales, que dicen en más de una ocasión que son gente civilizada y por tanto bastante fría al exteriorizar sus sentimientos.
Se ve con facilidad pero, repito, amén de la sorpresa que supongo causó en su estreno en ciertos espectadores, al exponerles el turismo sexual, vista ahora, en pleno 2019, nada hay por destacar mayormente en cuanto a calidad cinematográfica. Y es que Alexander Singer, que no dirigió muchas películas, hizo más televisión, no es ningún Douglas Sirk y el resultado final queda como algo más o menos ameno y con sus momentos, pero algo desdibujado.

https://filmsencajatonta.blogspot.com