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El hijo único (1936)

El hijo único
87 min.
7,6
690
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free
Escena (JAPONÉS con subtítulos en INGLÉS)
Sinopsis
Una campesina se esfuerza al máximo para que su hijo pueda recibir en Tokio una buena educación. Algunos años después, lo va a visitar, dando por supuesto que será feliz y tendrá una buena posición social. Pero, nada más llegar, se encuentra con la triste realidad: su hijo, que está casado, es profesor de la escuela nocturna y vive sumido en la miseria. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Pobreza Familia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Hitori musuko (The Only Son)
Duración
87 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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8
A VECES LA APARENTE MALA SUERTE ES UNA MUY BUENA SUERTE
La historia que nos cuenta el Sr. Ozu en este filme conmovedor —realizado allá en Japón mientras acá en España andaban los españoles desatando sus odios fraternos— es la de una mujer trabajadora, sola y con un único hijo en un pequeño pueblo japonés. Ella trabaja y se sacrifica por obtener algo de dinero para que el muchacho vaya a la capital y haga estudios superiores, todo esto en 1923.

Pasan el tiempo y la acción se traslada al año 1935, cuando la madre viaja desde el pueblo hasta Tokio para visitar a su hijo, al que cree estar gozando de un estatus superior conforme a los estudios que realizó. Pero una vez in situ contempla la cruda realidad de su vástago; descubre que éste sólo alcanzó ser un maestro pobretón en una escuela periférica para muchachos en horario nocturno. Y no sólo eso, además descubre que...
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38 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Poesía pura
La película me parece una fiel representación del sino japonés. Ozu tiene la capacidad de no filmar una película sino retratar la historia de unas personas reales, que efectivamente vivieron lo que vivieron y él estaba ahí para filmarlo. Dicho de otra manera, maravilloso guión, historia y actuaciones.
La historia y las actuaciones te acarician profundamente, aunque es difícil entrar a la película por esta costumbre occidental de hablar demasiado y moverse tanto, una vez que uno entiende ese modo japonés de contener el cuerpo y guardar silencio, de esperar y reflexionar antes de hablar y actuar, entonces uno puede dejarse ir por la película. De una sutileza y contundencia maravillosa. Una verdadera obra de arte. Me hizo sentir el mismo vacío en el alma como cuando termine de ver “Ladrón de bicicletas” de Vittorio de Sica, “Nosotros los pobres” de Ismael Rodríguez o “Las tortugas también vuelan” de Bahman Ghobadi. La recomiendo encarecidamente, pero también recomiendo cambiar el reloj interno de occidental a japonés para poderse dejar cautivar. No es que la película sea muy larga (87 minutos), pero sus minutos pasan a lo japonés.
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23 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
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