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Asalto al camión blindado (1978)

Asalto al camión blindado
92 min.
6,4
193
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Trailer (INGLÉS)
Sinopsis
Una banda liderada por Eric Jackson (Terence Donovan) planea robar un furgón blindado para hacerse con un botín de 20 millones de dólares australianos. (FILMAFFINITY)
Género
Acción Thriller Robos & Atracos
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Australia Australia
Título original:
Money Movers
Duración
92 min.
Guion
Fotografía
Compañías
6
Cine setentero
Entretenida cinta de acción cuyo título deja bien a las claras de lo que tratará el asunto.

Lo prolegómenos de este thriller son interesantes, pero lo mejor viene durante su segunda parte, sobre todo los últimos veinte minutos, donde se genera un climax tan desasogante para los personajes como para el propio espectador.

Cine setentero en estado puro y que no ha perdido ni un ápice de frescura a pesar del paso del tiempo.
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Los jueces del dinero
Llega el dinero, se cuenta, se guarda en las jaulas, se encierra, se mete en los furgones, salen a la calle y continúa el ciclo.
Si algo pasa, que puede pasar tanto dentro como fuera, significaría la total desestabilización de este proceso.

De un terrible suceso real a la gran pantalla. El sr. Bruce Beresford andaba por una librería de segunda mano quizás en busca de inspiración para su próximo proyecto; obtuvo el éxito de taquilla, de crítica y varios galardones por su adaptación del libro de Henry Richardson "The Getting of Wisdom", pero había entrado a formar parte de la South Australian Film Corporation y lo que deseaba era un cambio absoluto de miras. Encarar un "thriller" lleno de intriga, violencia y testosterona se apartaba por entero de las aventuras que había realizado previamente sobre una señorita en un internado femenino a finales de 1.800.
La inspiración se la da "The Money Movers", historia escrita por el celebérrimo empresario Devon Minchin, pionero de la industria de seguridad en Australia, acerca de los robos consecutivos a su propia empresa, la Metropolitan Security Services, a mediados de 1.970, que resultaron ser de los más grandes conocidos en el país. El director trabaja varios meses dentro de la misma empresa y rodará con un presupuesto muy bajo ya que la industria de cine australiana está en una fase difícil; su dedicación es sin embargo plena, audaz y muy precisa, comenzando con una secuencia desde el interior de la compañía análoga de M.M.S.: Darcy Security Services.

Sus planos cortos de los movimientos ejecutados para sacar el dinero a la calle en los furgones blindados y la concentración de personal es la descripción de un engranaje sólido basado en la profesionalidad, la ética y la confianza entre trabajadores; también es una lección de perfecto ritmo narrativo y de cómo capturar la atención del público. Este engranaje engrasado y liderado por Lionel Darcy, álter-ego reaccionario de Minchin, se parte por la mitad cuando unos delincuentes enmascarados roban todo el dinero de uno de los vehículos; Beresford es crudo y directo con la violencia, al estilo americano, bastante adelantado a su tiempo en Australia.
En la novela el pequeño grupo mafioso del sr. Henderson, que utiliza a ladrones de poca monta y trabajadores de las empresas que van a robar, aparece más tarde, aquí antes de tiempo, y eso puede que confunda al espectador ya que el guión se concentra en el efecto dominó desencadenado por este atraco. Entramos así en las vidas de ciertos personajes clave de la compañía, algunos ex-policías amargados, hombres transferidos, o que no han podido encontrar empleos mejores; de repente se ven investigados por sus superiores y la camaradería se pierde en un clima agobiante de todos contra todos y confianza desgarrada.

La fotografía terrosa y oscura que provee Donald McAlpine subraya la viscosidad, el calor asfixiante de esos escenarios interiores donde la seguridad del dinero tiene más valor que la integridad de los trabajadores. Un inspector (Rose) hace creer que investiga, y aquí Beresford instala la intriga, entre su unión con el grupo de Henderson y el jugoso robo que tiene planeado el supervisor Jackson junto a su hermano Brian y el otro empleado Gallagher; la idea que dispara la trama es un tanto absurda (¿a quién se le ocurre un atraco en una empresa que acaba de ser atracada?), pero su ejecución absorbe por lo enrevesado de las situaciones a las que dan pie la codicia y el cinismo de los hombres.
Formado por actores de televisión muy conocidos y habituados al género policíaco/criminal, el elenco demuestra eficacia para que simpaticemos con sus personajes, desde ese ex-detective anteriormente traicionado (Ed Devereaux) a ese ex-campeón de carreras (Terence Donovan) cuyos planes son descubiertos por Henderson, pero lo que embrolla aun más el argumento es la introducción de Bassett (Tony Bonner), extraño elemento del que todos sospechan y cuya presencia y secretos se van descubriendo a cuentagotas para no dar ni una oportunidad a adelantarnos a los inesperados giros del guión.

Un guión que, sin embargo, debería haber profundizado mucho más en toda esa troupe de interesantes personajes, entrando en sus hogares y observando sus vidas desde cerca. El de Devereaux en especial, una lástima que su ex-detective no adquiera más importancia, y cuando el director se pega a Jackson sólo pasa de soslayo por su intimidad conyugal y su relación con Brian (un jovencísimo Bryan Brown que ya apuntaba muy alto); incluso ese inspector metomentodo que no hace absolutamente nada debería tener más minutos en pantalla.
Pero Beresford deja que la violencia y el desastre se extiendan de manera natural, destacando la brutalidad de las escenas en las que se enfrenta Jackson a Henderson y sus secuaces tras ser secuestrado, y por encima de todo, y "desastre" es el mejor término para definirlo, el espectacular clímax que se desarrolla dentro de la compañía y que queda grabado a fuego como uno de los momentos más inolvidables del cine australiano y del género en los '70. Asistir durante más de cinco minutos al aluvión de violencia ejecutado en planos cortos de un ritmo de edición intenso y salvaje, es asistir al talento de un hombre que conoce bien la técnica y lo expresa en pantalla desde sus entrañas, pendiente de cada movimiento, cada segundo, y sin concesiones.

Un clímax que Peckinpah, Flynn o Winner matarían por filmar y que ejemplifica la esencia cruda, áspera y nihilista del "thriller" de la época. Por desgracia esto iba un paso por delante de la mentalidad del público australiano y la película fue uno de los peores fracasos de la S.A.F.C., dejando a Beresford muy dolido.
El estatus de culto que poco a poco ha ido ganando "Money Movers", gracias sobre todo a los fanáticos del "ozploitation", y bien merecido, abriría sin saberlo la puerta a espectáculos mucho más violentos...como "Mad Max", por ejemplo.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
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