Algo en que creer (Serie de TV) (2017)

A los que les gustan las series/películas de acción, o con fantasía, o efectos especiales, tiros, persecuciones... NO PIERDAN SU TIEMPO.

Uno de los primeros elogios que hago es la HUMANIDAD de los personajes, nada de clichés almibarados, nada de "buenos versus malos". Ninguno de los personajes es unidimensional, constante, todos son tan humanos como cualquiera de nosotros. La forma en que se presentan, la aparición de los conflictos, su desarrollo y desenlace son perfectos, como un mecanismo de relojería.

Ver esta miniserie me comprometió emocionalmente como pocas veces. Uno habitualmente ve ficción para sentir algo, dicho ésto de la manera mas simple posible. Nunca entendí -o quizás si- esa especie de masoquismo emocional que a veces incluso nos lleva a las lágrimas o casi, pero SOMOS ASI. Cuando nos sentamos a ver ficción nos entregamos, abandonamos nuestro raciocinio, realismo, ideales... todo. Y nos dejamos manipular. Podemos reírnos de cosas absurdas, violentarnos ante una "de acción", excitarnos ante una caricia profunda en la que NO participamos, emocionarnos por algo de lo que NO estamos, que NO nos afecta personal o directamente...¡pese a ser todo mentira!

Soy ateo, y cuando esos personajes casi autómatas llamados "evangélicos" aparecen en casa, suelo hacer que se vayan poniéndoles una mano en el hombro y diciendoles "soy ateo hace más de sesenta años... no perdamos el tiempo". Y sin embargo las acciones y desventuras de estos personajes me llegan como si fuera creyente. Incluso Lutero no está entre mis personajes simpáticos, siempre recuerdo que pidió a un noble que ejecutase a los campesinos que se levantaban contra la opresión y la miseria a la que eran sometidos... pero estoy con Johannes y August.

¡Qué extraña especie somos!

Considero a ésta serie una auténtica joya, una de las mejores series dramáticas que he visto, un auténtico orgullo para la televisión PUBLICA danesa.

La serie trata sobre la familia de un pastor luterano, su esposa y sus dos hijos, uno de los cuales también es sacerdote. Pero no es la religión el único motivo de la serie, muchas pasiones y acciones están presentes. Sin embargo la profundidad y dedicación del guión a Johannes y August -los dos sacerdotes- es relevante, la culpa, la fe y la locura dejan su trazo a lo largo de los episodios.

Hay escenas -muy pocas- que resultarán extrañas para los ateos o los realistas, entre los que me incluyo. Mi consejo es que se dejen llevar, compartir emociones con los personajes no significa identificarse totalmente con ellos, ellos pueden ver o sentir algo que no vemos ni sentimos.

Espero que todos se dejen atrapar y manipular por Adam Price, compartan las emociones de Johannes y August, quizás lleguen a la misma conclusión que yo, de que la fe y la locura a veces van de la mano.

Centrada en una familia con una larga tradición de pastores protestantes en Dinamarca, pudiera parecer que el tema de la religión es el núcleo de la serie. Si fuera así, yo no habría pasado del segundo episodio.
Sin embargo, esta es sobretodo una serie de personajes que vas descubriendo poco a poco por las rendijas de luz que aporta cada episodio. El calado, la profundidad y el respeto con que nos asomamos a esas vidas de hombres y mujeres de distintas edades unidos por el nexo de la familia y la religión, pero en realidad tan distintos, alcanza una progresión hasta el último capítulo de la primera temporada. Las interpretaciones de sus excelentes actores son imprescindibles en esta evolución.
Como regalo colateral, la sorpresa que sentimos como espectadores latinos cuando contemplamos los valores inherentes a las sociedades nórdicas, al margen de la religión, y los comparamos con los nuestros, como ya ocurría con Borgen, del mismo equipo encabezado por Adam Price. Uno no puede dejar de preguntarse si aquí seríamos capaces de plantearnos siquiera una serie así.