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Los amantes del círculo polar (1998)

Los amantes del círculo polar
114 min.
7,4
53.414
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Sinopsis
Ana y Otto cuentan su apasionada y secreta historia de amor que se extiende desde los ocho años hasta los veinticinco. Todo empieza en 1980, cuando dos niños, a la salida de un colegio, echan a correr por distintos motivos. Desde ese día, las vidas de Ana y Otto formarán un círculo que se cerrará en Finlandia, al borde del Círculo Polar. (FILMAFFINITY)
Género
Romance Drama Drama romántico
Dirección
Reparto
Año / País:
/ España España
Título original:
Los amantes del círculo polar
Duración
114 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
1998: Premios Goya: Mejor música original y montaje. 4 nominaciones
1998: Festival de Venecia: Sección oficial
1998: Premios Forqué: Nominada a Mejor película
9
El amor circular y la cima (hasta ahora) de Medem.
Medem viajó hasta Finlandia - hasta el Círculo Polar Ártico - para realizar su cuarto largometraje. La propuesta ahora es una historia de amor geométrico, circular, eterno, íntimo, secreto. Es la historia de Otto y Ana, Ana y Otto (Nimri y Martínez), dos nombres geométricos, que se leen igual hacia adelante y hacia atrás - como Medem -, que han convertido su vida en una sucesión de casualidades y su amor en lo más grande y secreto surgido de ellas. Y la película, narrada, se basa en la casualidad para a dos voces superpuestas y bajo el plano subjetivo de esteos dos amantes capicúas y hermanados, retroceder y avanzar, ir y venir, jugar con el tiempo y el espacio, solapando ensoñación y realidad. Una narración menos críptica, más diáfana, pero igual de compleja que en sus anteriores películas y dónde las metáforas y las imágenes vuelven a ser un elemento fundamental.
Medem hace una propuesta del amor como algo normalmente transitorio pero existente, solo inusualmente geométrico o perfecto (siempre maravillosamente infantil) pero como fruto de la casualidad, de la cual se extrae la eternidad del mismo, desde el preciso, hermosísimo y maravillosamente poético momento en que uno de los amantes se introduce en los ojos del otro. En los ojos vivos, muertos, del otro.
La vida es circular, el destino, la suerte y la muerte también juegan sus bazas en esta única rueda.
Medem recicla sus actores fetiche (solo sobrevive Novo, se incorporan Fele Martínez y, sobre todo, una gran Najwa Nimri) pero sigue en su cine personal, dónde ha creado un universo fascinante y de originalidad, y dónde sigue inquietando por muy interesantes cuestiones filosófico/existenciales que aquí, no obstante, son más asequibles, menos crípticas que en anteriores películas.
Quizás pierda Medem con esta gran película (una nítida y rotunda obra maestra en tres cuartas partes y una de las cimas del cine español de su época) adeptos de su círculo cinéfilo, pero ha ganado, obviamente, público. "Los amantes del círculo polar" no le debe nada a nadie, posee magia, fascinación, magnetismo y atipicidad únicas, resulta una asombrosa obra sobria y asequible siendo un admirable drama complejo. Es un Medem más maduro, completo, seguro y sereno. Pero sigue siendo un Medem osado que se marchó a rodar media película a Finlandia, al Círculo Polar, dónde en las noches de verano no se pone el sol, existe el sol de medianoche; igual que la fría Finlandia es el escenario del calor amoroso: dos hermosas y poéticas contradicciones plenamente emparejadas. Y es un Medem con su propio sentido del humor y sus divagaciones fantástico/oníricas tan llamativas como propias. Es un Medem imprescindible para el desarrollo cualitativo del cine español, un cineasta clave para el futuro, quizás el más atractivo de nuestro cine.
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158 de 199 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Frío polar... el que siento al verla
Antes de verla, le daba un voto de confianza. Me gustan las historias de amor profundas y complejas, de ésas que te estremecen. Pues ésta me estremece... pero de frío. Expondré mis razones:
-Las actuaciones no me parecen buenas. Todos los personajes me parecen fríos y acartonados. Los chavales protagonistas son poco creíbles y, a decir verdad, unos peñazos y pasmarotes a los que te dan ganas de sacudir para quitarles la diarrea mental.
-Las relaciones entre ellos son distantes. No me termina de dar la impresión de que se trata de familias, sino de extraños que se llevan años viviendo bajo el mismo techo sin saber casi nada unos de otros. Esos silencios prolongados de los chicos protas no me parecen poéticos ni misteriosos, sino absurdos. ¿Cómo esos niños se pueden pasar años enteros casi sin hablarse, pese a estar juntos muchas horas (yo no he conocido niños así, y he visto a muchos)? Menudo soserío. Y después, cuando van creciendo, se van volviendo inaguantables. A mí cada vez me interesaban menos sus avatares y sus desdichas, porque les notaba algo cada vez más frío, más alejado de mí. Me di cuenta de que me había desconectado por completo de la película, de que no me llenaba en absoluto, de que la historia ya no me decía nada. La frescura y la magia que pudiera tener al principio, se diluyó y se perdió. Sería por algo que veía en su actitud, por las inconsistencias de un guión que ya no sabrían muy bien cómo rellenar, la lentitud que no lleva a ninguna parte (que conste que a mí me da igual que una peli sea lenta, mientras me llene). Pero la cuestión es que me estaba aburriendo. Me gustan las películas llenas de sentimiento, cuando lo transmiten, claro. No hablo de sensiblería fácil, sino de auténtico sentimiento, que yo creía que me iba a encontrar aquí. ¿Dónde está? ¿Cómo se demuestra? ¿Con dos niñatos medio atontados que si les sacan un encefalograma, sale plano? Ya ni siquiera el drama de la pérdida que sufre el chico se hace creíble, no me llega. Seré muy ceporra, pero lo cierto es que me he pasado toda la película intentando sentir algo y apenas lo he logrado. ¿La culpa es mía? ¿Soy insensible? ¿Soy un bicho raro porque me emociono y vibro con otras películas, pero con ésta precisamente no?
Señores realizadores, la lentitud no tiene por qué ser sinónimo de aburrimiento ni de lejanía. Yo sentía como si estuviera sentada en mi casa y la pantalla del ordenador donde veía la peli estuviera en el Círculo Polar... Antártico. Ése es el único Círculo Polar al que para mí se reduce esto.
No sé, pero como película de sentimientos, deja mucho que desear. Con creces.
Y que conste que he intentado valorar algún aspecto bueno. Por ejemplo, las imágenes del principio donde se ve el sol de medianoche. Precioso. Los chavales que clandestinamente se citan en sus dormitorios, desnudos y nerviosos, bajo una ventisca. Eso también es bonito. Pero después todo se vuelve insustancial y el guión hace aguas. Sigo en el spoiler.
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206 de 315 usuarios han encontrado esta crítica útil
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