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Alta tensión (1993)

Alta tensión
95 min.
4,1
87
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Trailer (INGLÉS)
Sinopsis
El espíritu de un asesino en serie es absorbido por un ordenador de Cleveland, desde donde continúa persiguiendo a su última víctima, una madre soltera, a través del asesinato de sus amigos. (FILMAFFINITY)
Género
Ciencia ficción Terror Thriller Internet / Informática
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Ghost in the Machine
Duración
95 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
2
"Viernes 13" + "El cortador de césped"
Si el nombre de Karen Allen no le dice nada, no debe preocuparse. Pero si el de Marion Ravenwood le deja indiferente, entonces tiene que ponerse al día. Porque, la que fuese pareja de Indiana Jones en "En busca del arca pérdida" (1981) y "Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal" (2008), es un personaje icónico al que Karen dio vida. Una actriz apreciada en los 80 ("Starman" en el 86, por ejemplo) que, dada su pasión por el teatro y el cine independiente, acabó alejándose de los trabajos comerciales. Una decisión que la llevó a terminar arrinconada en obras menores hasta que Spielberg la llamó en el 2008 para la cuarta entrega del arqueólogo. Aunque tampoco es que luego le haya ido mucho mejor...

"El chip asesino" (1993) es una de esas producciones rodadas cuando Karen ya había enfilado derroteros discretos y su rostro casi había sido olvidado por Hollywood. En esencia, un thriller de ciencia ficción que plagia, de manera zafia, barata y con unos CGI de ínfima calidad (incluso para la época) la película "El cortador de césped" (1992). En ambas, un facineroso transfiere su mente al mundo digital (un trasunto de Internet innombrado) y, desde allí, se dedica a hacer de las suyas. Si la de Pierce Brosnan era una película ingenua, con tintes próximos al ciberpunk de William Gibson, que casi instantáneamente se tornó vieja, esta otra ni siquiera tiene ese honor, ya que se limita a fusilar todo lo que se le pone a tiro, no sin antes pasarlo por el tamiz simplista de "Viernes 13". Un mata-mata con ordenadores.

De primeras, el argumento ya es surrealista. Un asesino, que fulmina a la gente y a quienes éstas tienen en sus agendas de papel, acaba digitalizando su conciencia en una red informática. Acto seguido, decide cepillarse a la dueña, familia y amigos de la última agenda que consiguió cuando aún era corpóreo. Pero así, sin más. Ni motivación, ni redondez psicológica ni na de na. Solo sabemos que mata, como el Cucal.

A partir de ahí, la película es un desvarío, con este criminal saltando de las líneas telefónicas a las eléctricas, hackeando cualquier cosa con cables y saliendo por los enchufes con naturalidad para asesinar vía electrodomésticos. Si le recuerda a "Shock, 100.000 voltios de terror" (1989), no va desencaminado. Las muertes, a cual más inverosímil e injustificada, solo sirven para hacer tiempo en un metraje en donde, de higo a breva, nos presentan la prescindible historia calentorra de un preadolescente cargante y experto en informática. ¿Y para qué? Pues para nada, porque el personaje es inútil.

Durante la pesadísima hora y media de película, nos encontramos con todo tipo de gilipolleces tecnológicas, afirmaciones sin ningún sentido y estupideces que harían sonrojar a cualquiera hoy día. El guionista debió de pensar que, a principios de los 90, la gente se tragaría lo que le echasen, como los gorrinos. Para adornar esta monstruosidad, la música, malísima donde las haya, tortura los oídos tan pronto se tercia la ocasión. Y como, puestos a plagiar, aquí vale todo, se copia incluso la ambientación final de "Terminator 2", lo que demuestra que hay gente en el mundo del cine que, amén de inútiles, no tienen ninguna vergüenza. En cuanto a las interpretaciones, cada actor es peor que el anterior. Solo Karen Allen se salva de la quema (y por lástima) pero, es tal la marea de diálogos risibles y absurdeces que ocurren a su alrededor, que solo puede dejarse llevar y esperar que le paguen por esto. Quizás su agente la convenció de que el futuro del cine era la informática.

No obstante, es de recibo destacar cuatro detalles visionarios para su época. Primero, la cinta adelanta el concepto de empresas que compilan y cruzan datos personales para crear perfiles, usando con naturalidad el concepto de Gran Hermano digital. Hoy día es tema de debate habitual, pero en el 93, no solo era desconocido para un ciudadano común, sino para muchos informáticos. Segundo, la forma de fulminar al malvado fue la misma que, diez años después, se usaría en "Terminator 3". ¿Jonathan Mostow plagiando esta basura? Tercero, que todo el asunto de matar controlando los electrodomésticos desde la red recuerda, aunque con torpeza y sin lógica, a la idea que subyace en el IoT y su seguridad. Y cuarto, uno de los protagonistas usa el e-mail, algo rarísimo por entonces, aunque aquí lo confunden con un chat. Asombra que el pésimo guionista fuese capaz de (medio) acertar entre tanto mal hacer.

Como ocurrió con casi todas las películas que basaron sus historias en la tecnología digital de la primera mitad de los 90, esta cayó en el olvido en un santiamén. De hecho, no fue capaz ni de recuperar su presupuesto de $12 millones, conformándose con $5 millones. A modo de anécdota, unos diez años después Karen acabó dejando de lado la interpretación y se centró en dar clases en la universidad Bard College at Simon's Rock, en Great Barrington (Massachusetts), en donde es profesora adjunta. También montó un negocio de diseño de ropa con el que ganarse las habichuelas. La interpretación pasó a ser algo, no ya secundario, sino terciario en su vida.

Dejo para la zona de spoilers algunas chorradas aquí vistas.
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3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
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